viernes, 26 de agosto de 2011

Notas sobre el hermafrodita (II)

  


 Pedro Marqués de Armas


 El 17 de abril de 1813, a pocos días de llegar al puerto de La Habana procedente de Montevideo, un joven marinero mercante llamado Antonio Martínez se confesaba hermafrodita. Aunque ya había sido examinado por varios cirujanos durante sus viajes entre Cádiz y América de Sur, ahora tomaba él mismo la iniciativa de declarar su excepcional estado, pues había sido “aprehendido por una partida de la Marina” y temía ser enviado a la “armada nacional”. 

 Correspondió a Bernardo Cózar, médico del apostadero de La Habana, realizar su primera observación. Pero perturbado, evidentemente, por lo insólito del caso, solicitó de inmediato el concurso de sus profesores. Entran así en escena Tomás Romay y Chacón y Juan Pérez Carrillo, médicos de notable experiencia, quienes después de examinarlo en la comandancia del puerto, le someten a un nuevo examen en la imprenta de Arazosa y Soler, entonces punto de encuentro de los habaneros más ilustrados.

 El caso se traslada así, sin solución de continuidad en lo que toca a la mirada clínica, y en cuestión de días, del dominio de la marina al espacio de reunión y opinión del periódico. Y ya el 8 de mayo Romay lo publica en el Diario de La Habana bajo el título de “Descripción de un hermafrodita” (14).

 Se elaboraba de este modo un relato que incluye una pintura pormenorizada de los órganos sexuales (anómalos) del sujeto, y que gozará de una difusión del todo inédita; pues además de circular como texto, se lanza -desde el mismo artículo- la convocatoria a “reconocer a Antonio Martínez (…) en el propio lugar donde yo lo examiné” (15). Es así que el monstruo entra de lleno en el espacio publico habanero, en calidad de objeto de curiosidad científica y en tanto fenómeno de la naturaleza.

 Aunque aparentemente con menor resonancia, apenas tres años más tarde, en 1816, se publica una segunda “Descripción…” A cargo del doctor Marcos Sánchez Rubio, ahora el hermafrodita es un negro bozal de etnia Briquen, también recién llegado al puerto de La Habana y que, ubicado en uno de sus barracones (donde se le examina), responde al nombre más interesante de Hytek (16).

 Informes iniciales por tratarse de relatorios médicos, hablan sin embargo de procesos legales o administrativos cuya continuación se desconoce. Y es por ello que inquieta tanto más la pregunta por el destino de ambos sujetos: el joven marinero español que hasta ese momento había “navegado con suerte” y el adolescente africano que exhibe el doble estigma de esclavo y de monstruo. 

 Romay era, por su bagaje intelectual, así como por su desempeño práctico, el más autorizado entre los médicos cubanos de la época. Si bien en su “Descripción…” se apoya en fuentes muy diversas, se detendrá, sobre todo, en dos citas que le permiten ubicarse al centro de un debate que, aunque ya en cierta medida ventilado, seguía siendo novedoso. Así, serán los escritos de Valmont de Bomare y del Conde de Buffon los que, al resumir posiciones en apariencia extremas, le faciliten su exposición. Mientras el primero consideraba el hermafroditismo como “reunión imperfecta” de ambos sexos y, por ende, como anomalía; el segundo no aceptaba siquiera su existencia en humanos, considerando que en todo caso se trataba de mujeres.

 Aunque ambos naturalistas, Bomare -autor de un Dictionnaire de moda (17)- era además un importante vulgarizador de las ideas más recientes de la medicina, en particular de la anatomía descriptiva, cuyo desarrollo permitiría anclar (desde finales del siglo XVIII) cuestiones como las del hermafroditismo en evidencias empíricas; en tanto Buffon, de obligada consulta, se regía más bien por criterios especulativos sobre la evolución de las especies y apenas había dedicado al monstruo nueve páginas en su monumental Historia.

 En realidad, ambos autores negaban la existencia de “verdaderos hermafroditas”, pero mientras esta negativa era, en Bomare, el resultado de una mirada médica que “descubre” tras la “engañosa anatomía” del sujeto un sexo en definitiva predominante; en Buffon se trata de una hipótesis evolutiva que recluye al hermafrodita en la escala más baja de los seres vivientes. 

 Al inclinarse por las ideas de Valmont de Bomare, Romay asumía en cierto grado una posición moderna, abierta en consecuencia a diferentes formas de intervención, desde la cirugía (que “repara los errores de la naturaleza”) (18) hasta la confrontación normativa y legal. Su reseña del caso Anne Grandjen, del que se informa en el citado Dictionnarie de Bomare, recoge sutilmente la impresión de quienes planteaban el problema en un orden a la vez médico y jurídico.




 En este sentido, su conclusión de que “nada es tan fácil ni tan convincente como reconocer” al hermafrodita, no debe verse sólo como la confirmación de un hecho, mediado por la clínica, sino también -y sobre todo- como una convocatoria más amplia del saber/poder. Pues al margen de las referencias eruditas y anatómicas están en juego apertrechamientos sociales que implican una toma de decisión. Cabe destacar aquí que no fue en la primera inspección clínica (en el Apostadero) sino en el segunda (en la redacción del Periódico), es decir delante de un grupo de patricios que asume función de tribunal, donde el sujeto confesó su preferencia por el sexo masculino. Es así que, realizado el examen físico y sancionada la esterilidad del sujeto (no puede engendrar en ellos ni fuera de ellos), se pasa -se debe pasar necesariamente- al problema más acuciante de definir un modelo de conducta.

 Se abren de este modo preguntas que no debieron escapar a los observadores de Antonio (o Antonia), entre ellos -además de los médicos mencionados- Valle Hernández, consultor de Humboldt y para algunos el hombre más informado de la época, y el Conde de O´Reilly: ¿Qué sexo adjudicar a quien ha sido bautizado como mujer pero lleva vida de “hombre”? ¿Supone el bautizo la tachadura del género civil? ¿Implica la “desexualización clínica” semejante consecuencia para la vida social? ¿Debe asimilársele al género de preferencia –!masculino?- “aún participando más del sexo femenino”, según indican los caracteres secundarios? O, a la inversa, ¿deben tomarse éstos como regla de conducta? Y por último, ¿qué hacer con quien se “proclama” hermafrodita para evitar que se le destine a la “armada nacional”?

 Algunas de estas cuestiones no proceden, claro está, en el hermafrodita bozal; pero aún así, y antes de ser vendido, se le debió tasar también genéricamente. Se trata, por supuesto, de interrogantes para las que no había respuesta en los códigos civil y penal vigentes; mucho menos en un reglamento de esclavos (19).

 La infracción natural supone, por tanto, un enigma jurídico que sólo se resolverá partiendo de cierta improvisación a tono con en el orden moral existente, el cual, por consiguiente, se formula a sí mismo a partir de este punto. 

 En una posible genealogía del anormal en Cuba ambos hermafroditas anuncian una primera emergencia. Más allá del “natural” desenlace de sus historias, no cabe dudas de que se movilizan normas para un contexto que no va a regirse ya, exclusivamente, según una moral tradicional.

 Cierta percepción pre-normativa esbozada desde 1790 en las páginas del Papel Periódico de la Havana (dispositivo crítico donde se satirizan diversos tipos de conducta desviada), se despliega e intensifica (20). El sujeto de Romay sienta las bases por las que se enmarcará al Hombre-Mujer de Caballero en su paso por los siglos XIX y XX (21). Y ya en la década de 1830 se acumulan evidencias que, en sentido amplio, permiten hablar de una sociedad de normalización. En 1823 se inicia, por ejemplo, un proceso judicial contra el III Conde de Casa Montalvo (tal vez el incorregible por excelencia), que concluye en 1841 luego de servir de marco a numerosas consideraciones normativas y disciplinarias que, al contrario de la disonante cuestión legal en el dominio esclavista, iban dirigidas a todo el cuerpo social (22). 


 NOTAS

 14) Tomás Romay y Chacón: “Historia Natural. Descripción de un hermafrodita”, Diario de La Habana, 8 de mayo de 1813.

 15) ibídem.

 16) Marcos Sánchez Rubio: “Descripción de un hermafrodita”, Diario de La Habana, 4 de diciembre de 1816.       

 17) Jacques Cristophe Valmont de Bomare (1731-1807): Dictionnarie raisonné universal d´historie naturale (1764).

 18) Si la naturaleza se aparta de su fuente habitual, si se olvida de ella, ella puede, con la ayuda de este arte (cirugía) ser reencaminada, colocándosele en el estado de perfección que ella debería tener; Georges Arnaud de Ronsil, Disertación sobre hermafroditas, 1750 -citado por Palmira Costa: O corpo insólito, Porto Editora, Portugal, 2005, p. 8.

 19) Me refiero a Nueva Recopilación, código penal español vigente a comienzos del siglo XIX; también a dos obras que se basan en la anterior e intentan actualizarla: Práctica criminal, de Marcos Gutiérrez (Madrid, 1809) y Instituta criminal teórica práctica, de Modesto Cacho Negrete  (Habana, 1833). En cuanto a Reglamentos de Esclavos, ver los de 1789, 1842 y 1844.

 20) Además del citado artículo de José A. Caballero ver, entre otros, “Carta sobre la educación de los hijos” y “Carta sobre la confusión de los trages” (Ob.cit, pp. 63-66 y 75-78, respectivamente).

 21) Autos acordados por la Real Audiencia de la Isla de Cuba, La Habana, 1840.     

 22) En este orden se halla también el proceso contra Enriqueta Faber, abierto en 1822 por hacerse pasar por hombre y contraer matrimonio con una persona del mismo sexo. Al decir de su inocente y engañada amante, Juana de León, la suya fue la perversa maquinación de un monstruo artificial”. Pero, desde luego, no es ella quien habla. El saber que hace circular términos como perversidad y simulación, anuncia ya de algún modo la influyente noción de instinto, sobre la cual se establecen más tarde categorías propiamente psiquiátricas como degeneración, perversión sexual, homosexualidad, etc. 



 Remite a entradas del 29 de abril y del 2 de mayo de 2011. 


 Las fotografías que encabezan esta entrada y la anterior pertenecen al texto de Ignacio Ortiz Córdova "Un nuevo caso de seudo-hermafroditismo", presentado al Segundo Congreso Médico Panamericano, ver...
  

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