lunes, 27 de marzo de 2023

Fernando Ortiz sobre Isla de las Mujeres

 


 La Inquisición siguió en Cuba bregando contra la “herética pravedad” y con obispos y gobernadores; pero fue relativamente moderada. No había que entorpecer el pingue e ilícito comercio con los herejes, que prácticamente era el más provechoso y a veces el único, pues las naves de España se pasaban años sin llegar a Cuba y cuando venían no importaban los productos industriales que aquí se apetecían. En esta isla, que sepamos, no hubo ningún “auto de fe” contra tales herejes, pues el único del que tenemos noticias, celebrado a fines del siglo XVIII en la Plaza de Armas de La Habana, no fue de “marranos”, como entonces decían para escarnio a los judaizantes, sino de unos dieciocho “amujerados”, sacados de las flotas y armadas, que cuando las estadías se depositaban en un islote de de bahía, llamado Cayo Puto o Isla de las Mujeres, que duró hasta el presente siglo. Ese “pecado nefando” de Sodomía era también castigado por la Santa Inquisición con pena de muerte en la hoguera, así como lo fueron la “herética pravedad”, la brujería, el pacto con el demonio, la exportación de caballos, el contrabando de pólvora, etc.

 Historia de una pelea cubana contra los demonios, Universidad Central de Las Villas, Departamento de Relaciones Culturales, 1959, p. 374.


 Según bien dice Hergueta Martín: “Esta gente afeminada que van vestidos a la última moda o la han exagerado, siempre han sido mirados despectivamente, pues han sido denominados de currutacos, pirracas, señoritos de ciento en boca y señoritas de nuevo cuño, saltimbanquis, chisgaravises, monuelos, monos, figurillas, liliputes, éticos, fletes, fletillos, pichones, sietemesinos, mosca en leche, perita en un plato, niños góticos, pisaverdes, petimetres, usías, señoritos, elegantes, toninos, dandys, de la high-life, gros, contragros, lechuginos, milflores, gomosos, pollos, pollos bien, pollos pera, etcétera.”

 El Capitán General de Cuba, escribiendo a Su Majestad a fines del siglo XVII, le decía que en La Habana él había mandado a quemar a unos veinte amujerados, y le pedía al rey que le dijera lo que hacía con los demás del mismo género. Es el único caso de quemazón que consta se consumó en Cuba.

 En el currutaco ya se halla un sentido de exageración de lo figurineado y se aproxima al concepto de lo afeminado por caer en gustos y costumbres mujeriles. Por eso, aunque derivado de curro, por la garbosidad y el atuendo alardoso, jamás a un negro curro podría llamársele currutaco, pues el acento de su personalidad estaba en el opuesto polo, o sea en el machismo.

 Los negros curros, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1986, p. 20.


 Además, castañuelas y panderetas eran instrumentos preferentemente femeninos para los bailes, y en las Indias Occidentales de aquellos tiempos pocas mujeres blancas vinieron de Andalucía que tuviesen gusto y costumbre de tañerlas; y en los puertos de mar, como la Habana, Cartagena de Indias, Veracruz, Nombre de Dios y otros , donde tenían jaleo y bullanga las gentes de las flotas y armadas, éstas eran casi exclusivamente hombres solos, galeotes, marineros y soldados, poco dados a tales instrumentos danzarios. Es cierto que entre los galeotes hubo copia de afeminados, que constituían una plaga, tanto que el único auto de fe de que tengamos noticias verificado en Cuba fue el de la ejecución en plena Plaza de Armas de la Habana, de una veintena de sodomitas, los cuales fueron quemados solemnemente en sendas hogueras, como ordenaba el Santo Oficio de la Inquisición, que entonces castigaba con ese horrible género de muerte “el pecado nefando”, ése que hoy se mira con tanta benevolencia. Y en la bahía de la Habana hubo un pequeño islote que en los mapas se conocía por el expresivo nombre de “Cayo Puto” o “de Putos”. Pero si estos amujerados de las naves pudieron quizás aficionarse a los pandereteos y castañuelas del rumbo sevillano, no eran ellos los más adecuados para estimular en América la difusión de esas aficiones musicales, ni entre los negros y negras, que gustaban la exuberancia sonora y percusiva de sus propios tambores, ni entre la gente blanca, que se remediaba con sus vihuelas, bandolas y guitarras, ayudadas en el campo urbano por el rústico guayo que les acentuaba los ritmos.

 Los instrumentos de la música afrocubana. Los membranófonos abiertos, Ñ a Z, los bimembranófonos y otros tambores especiales, La Habana, Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, 1954, p. 97.


sábado, 25 de marzo de 2023

El Esquife

 

 En las aguas de la bahía más próximas a la muralla, y frente al arsenal, te sorprenderá el espectáculo de cinco o seis barcos de guerra o fragatas apiñados deteriorándose juntos. Un poco más allá, emergen una serie de pequeños arrecifes, el más prominente de los cuales se llama Cayo-Puto, nombre un poco extraño a nuestros oídos, pero que, en los últimos tiempos, un ingenioso y bufonesco gacetillero ha hecho familiar a los oídos habaneros.

 Si el mar es hermoso, si la hora en que llegas a esta parte de las murallas lo permite, contemplarás con placer el risueño paisaje que se extiende ante tus ojos y lamentarás que Vernet no tuviera la oportunidad de conocer y pintar la conmovedora naturaleza de los trópicos.

 La prensa clamó mucho más en el poco tiempo que fue libre, o si se quiere, licenciosa. No fue diferente con el célebre Simón Bergaño y Villegas, autor de la hoja periódica titulada El Esquife. Monjes, abogados, mujeres, profesores universitarios, administradores, electores, hasta zapateros, es decir, todo el que se le antojase, el astuto Bergaño embarcaba en su esquife y arrojaba al islote llamado Cayo-Puto. Estos pliegos, cuya publicación comenzó en septiembre de 1813 y terminó el 30 de junio del año siguiente, causaron sensación. Era una especie de Scarron en cuanto a payasadas e invención de defectos corporales. A menudo expresiones bufonescas que no tienen sus análogos en francés aportaban toda la sal, y sería difícil citar algunos fragmentos de este redactor gruñón y morboso, sin que se pierda en la traducción el mérito que podría encontrarse en el original. En 1814, Bergaño fue enviado a España por orden del gobierno superior, y se desconoce qué fue de él. Este escritor no fue el único cuya audacia ocupó las ávidas mentes de los habaneros. Pero lo es cierto es que ninguno de sus rivales, a quienes atacara con tanto escarnio, ha tenido la suerte de crear un escenario tan original como el suyo.

                                                                                                              1815


  E. E. Masse, L'Isle de Cuba et La Havane…, Paris, 1825, p. 101, 388-89. Trad. Varón de Mena.


jueves, 23 de marzo de 2023

Cayo Cruz o Cayo Puto o Isla de las Mujeres

 



 Manuel Pérez Beato, "Habana histórica y tradicional" (fragmento), Archivos del Folklore Cubano, Vol. 1, 1924, p. 206. 

 

lunes, 20 de marzo de 2023

Soneto

 

           A Liberato Antiservilio, 

           patrón del Esquife nombrado el Arranchador

 

El denso velo de horroroso luto

Que cubre el corazón atormentado

Del mísero mortal que confinado

Se halla en este maldito Cayo-Puto.

 

La calentura ardiente, el escorbuto

Y un ayre sofocante que ha reynado;

Tan enfermo me tienen y extenuado

Que en la eterna mansión ya me reputo.

 

El médico me lleva diez doblones

Por venir a pulsarme: no hay boticas…

Esto conmueve humanos corazones;

 

Por lo que un moribundo a V. suplica

Provea a los cayanos de renglones,

Que tanto agradan a esta gente rica.

 

             Castaños Crémadas. Un cayo-putano.

 


El Esquife, La Habana, T. 1, núm. 9, 1ro de octubre, 1813.



domingo, 19 de marzo de 2023

A Cayo Puto

 

 Por disposición del señor gobernador, capitán general, gefe político de Cayo-Puto D. Chilibran de las siete Alforxas, el patrón Liberato Antiservilio conducirá en su Esquife Arranchador a dicho Cayo las personas siguientes:

 Al comisario de barrio de Paula, por estar permitiendo el juego de papalotes en las calles, texados y azoteas contra lo dispuesto en los bandos de buen gobierno.

 Al de la Salud, por estar tolerando las guerras escandalosas de los muchachos en el campo de Marte con piedras, navajas, sevillanas y garrotes, con notable peligro de los yentes y vinientes, de ellos mismos y de aquel vecindario.

 A varios gefes del batallón de pardos, para que cuiden de poner en la guardia de prevención, un cabo que autorice el relevo del centinela, que alguna vez dicen se ha hecho sin este preciso requisito.

 Al maestro Félix, de la esquina del Pavo, montado en su potranca, a fin de que no ande engañando a sus marchantes con las costuras, ni repulgando pañuelos por las calles para que no le vean la cabalgadura!

 A cierto logrero de la calle del Sol, cuyo nombre se expresa en la lista adjunta, que se reservará hasta su tiempo, porque da en efectos y exige en metálico el tanto de premio que se acostumbra en el monte al canto del pitirre.

 Dará una arribada por la calle de Suarez, extramuros, donde embarcará a la persona que dexó manca a la divina Pastora, quitándola una mano para ponerla en su casa sobre una mesa con un billete de la próxima lotería nacional, creyendo salir premiada de este modo. Esta mujer supersticiosa quedará reclusa en el beaterio de Cayo-Puto por cuatro años.

 Recogerá en el Convento de San Agustín un viejo mozo, patilludo, sin dientes, hombre chusco de siete pañuelos, que por ser capaz de tumbar el monte Calvario, vendrá aquí a tumbar leña para guisar los cangrejos.

 Item más: un sastre de profesión, frentudo y color socato, que ha peleado enteramente con las ahujas, por mamalon, maestro de los siete durmientes, y loco de conveniencia.

 It. Un sacristán contrahecho, zapatero de profesión, por chupador de tabaco a puerta cerrada en la iglesia.

 Amonestará de paso al padre Tomasete para que no salga a la calle con unos habitos tan rotos, ni toque el castañeteo a las vendedoras.

 (…)

 También embarcará tres señoritas, que habiéndolas visto el mismo Liberato leer con mucho agrado, celebrar con mucha risa los obscenisisimos versos de la CACHUCHA, insertos en uno de los números atrasados de la CENA, hicieron mil aspavientos oyendo el remedio contra ciertas heridas que algunas de su sexo recibieron en Regla, que es aplicado por muchas con demasiada frecuencia. Las mugeres quieren descubrir las faltas agenas, pero aparentan ponerse muy bravas contra los que manifiestan las suyas en general, pensando darse con esto un ayre de vestales.

 El patron Liberato cumplirá exactamente las órdenes que anteceden. Mayoría de Cayo-Puto, 28 de septiembre de 1813.                                

                                                                                     T. Mayor de la plaza

 

  El Esquife. Habana. Octubre 1ro. 1813. (Se respeta la ortografía del original.)