sábado, 25 de marzo de 2023

El Esquife

 

 En las aguas de la bahía más próximas a la muralla, y frente al arsenal, te sorprenderá el espectáculo de cinco o seis barcos de guerra o fragatas apiñados deteriorándose juntos. Un poco más allá, emergen una serie de pequeños arrecifes, el más prominente de los cuales se llama Cayo-Puto, nombre un poco extraño a nuestros oídos, pero que, en los últimos tiempos, un ingenioso y bufonesco gacetillero ha hecho familiar a los oídos habaneros.

 Si el mar es hermoso, si la hora en que llegas a esta parte de las murallas lo permite, contemplarás con placer el risueño paisaje que se extiende ante tus ojos y lamentarás que Vernet no tuviera la oportunidad de conocer y pintar la conmovedora naturaleza de los trópicos.

 La prensa clamó mucho más en el poco tiempo que fue libre, o si se quiere, licenciosa. No fue diferente con el célebre Simón Bergaño y Villegas, autor de la hoja periódica titulada El Esquife. Monjes, abogados, mujeres, profesores universitarios, administradores, electores, hasta zapateros, es decir, todo el que se le antojase, el astuto Bergaño embarcaba en su esquife y arrojaba al islote llamado Cayo-Puto. Estos pliegos, cuya publicación comenzó en septiembre de 1813 y terminó el 30 de junio del año siguiente, causaron sensación. Era una especie de Scarron en cuanto a payasadas e invención de defectos corporales. A menudo expresiones bufonescas que no tienen sus análogos en francés aportaban toda la sal, y sería difícil citar algunos fragmentos de este redactor gruñón y morboso, sin que se pierda en la traducción el mérito que podría encontrarse en el original. En 1814, Bergaño fue enviado a España por orden del gobierno superior, y se desconoce qué fue de él. Este escritor no fue el único cuya audacia ocupó las ávidas mentes de los habaneros. Pero lo es cierto es que ninguno de sus rivales, a quienes atacara con tanto escarnio, ha tenido la suerte de crear un escenario tan original como el suyo.

                                                                                                              1815


  E. E. Masse, L'Isle de Cuba et La Havane…, Paris, 1825, p. 101, 388-89. Trad. Varón de Mena.


jueves, 23 de marzo de 2023

Cayo Cruz o Cayo Puto o Isla de las Mujeres

 



 Manuel Pérez Beato, "Habana histórica y tradicional" (fragmento), Archivos del Folklore Cubano, Vol. 1, 1924, p. 206. 

 

lunes, 20 de marzo de 2023

Soneto

 

           A Liberato Antiservilio, 

           patrón del Esquife nombrado el Arranchador

 

El denso velo de horroroso luto

Que cubre el corazón atormentado

Del mísero mortal que confinado

Se halla en este maldito Cayo-Puto.

 

La calentura ardiente, el escorbuto

Y un ayre sofocante que ha reynado;

Tan enfermo me tienen y extenuado

Que en la eterna mansión ya me reputo.

 

El médico me lleva diez doblones

Por venir a pulsarme: no hay boticas…

Esto conmueve humanos corazones;

 

Por lo que un moribundo a V. suplica

Provea a los cayanos de renglones,

Que tanto agradan a esta gente rica.

 

             Castaños Crémadas. Un cayo-putano.

 


El Esquife, La Habana, T. 1, núm. 9, 1ro de octubre, 1813.



domingo, 19 de marzo de 2023

A Cayo Puto

 

 Por disposición del señor gobernador, capitán general, gefe político de Cayo-Puto D. Chilibran de las siete Alforxas, el patrón Liberato Antiservilio conducirá en su Esquife Arranchador a dicho Cayo las personas siguientes:

 Al comisario de barrio de Paula, por estar permitiendo el juego de papalotes en las calles, texados y azoteas contra lo dispuesto en los bandos de buen gobierno.

 Al de la Salud, por estar tolerando las guerras escandalosas de los muchachos en el campo de Marte con piedras, navajas, sevillanas y garrotes, con notable peligro de los yentes y vinientes, de ellos mismos y de aquel vecindario.

 A varios gefes del batallón de pardos, para que cuiden de poner en la guardia de prevención, un cabo que autorice el relevo del centinela, que alguna vez dicen se ha hecho sin este preciso requisito.

 Al maestro Félix, de la esquina del Pavo, montado en su potranca, a fin de que no ande engañando a sus marchantes con las costuras, ni repulgando pañuelos por las calles para que no le vean la cabalgadura!

 A cierto logrero de la calle del Sol, cuyo nombre se expresa en la lista adjunta, que se reservará hasta su tiempo, porque da en efectos y exige en metálico el tanto de premio que se acostumbra en el monte al canto del pitirre.

 Dará una arribada por la calle de Suarez, extramuros, donde embarcará a la persona que dexó manca a la divina Pastora, quitándola una mano para ponerla en su casa sobre una mesa con un billete de la próxima lotería nacional, creyendo salir premiada de este modo. Esta mujer supersticiosa quedará reclusa en el beaterio de Cayo-Puto por cuatro años.

 Recogerá en el Convento de San Agustín un viejo mozo, patilludo, sin dientes, hombre chusco de siete pañuelos, que por ser capaz de tumbar el monte Calvario, vendrá aquí a tumbar leña para guisar los cangrejos.

 Item más: un sastre de profesión, frentudo y color socato, que ha peleado enteramente con las ahujas, por mamalon, maestro de los siete durmientes, y loco de conveniencia.

 It. Un sacristán contrahecho, zapatero de profesión, por chupador de tabaco a puerta cerrada en la iglesia.

 Amonestará de paso al padre Tomasete para que no salga a la calle con unos habitos tan rotos, ni toque el castañeteo a las vendedoras.

 (…)

 También embarcará tres señoritas, que habiéndolas visto el mismo Liberato leer con mucho agrado, celebrar con mucha risa los obscenisisimos versos de la CACHUCHA, insertos en uno de los números atrasados de la CENA, hicieron mil aspavientos oyendo el remedio contra ciertas heridas que algunas de su sexo recibieron en Regla, que es aplicado por muchas con demasiada frecuencia. Las mugeres quieren descubrir las faltas agenas, pero aparentan ponerse muy bravas contra los que manifiestan las suyas en general, pensando darse con esto un ayre de vestales.

 El patron Liberato cumplirá exactamente las órdenes que anteceden. Mayoría de Cayo-Puto, 28 de septiembre de 1813.                                

                                                                                     T. Mayor de la plaza

 

  El Esquife. Habana. Octubre 1ro. 1813. (Se respeta la ortografía del original.)