lunes, 29 de junio de 2020

Notas para el auto-retrato de Antonio Maceo

 
 Gastón Baquero

 El héroe interior. De Maceo, ya está dicha y redicha la gloria militar. Fatiga a la imaginación seguir encuadrándolo en el hombre de la espada invencible. Todo eso es así, pero eso no es todo. Hay el Maceo interior, casi intacto. El Maceo de alma; con sus ideas muy claras, muy dentro del tiempo. Maceo comprendió su época y la época social que le seguiría. No peleaba por ganar victorias, sino por ganar patria; y patria era para él mucho más que el cambio de gobierno y de metrópoli. Veía lejos, mucho más de lo que impide ver Maceo al Maceo de cartón-piedra, el Maceo de estatua y de caballo. Hay un héroe interior, un Maceo por dentro, un Maceo de alma y de ideas.
 Algunos han iniciado ya el trabajo para echar por tierra el figurón relumbrante y deslumbrador, para descarnar al otro Maceo, al que contará más en su día, cuando se le conozca. El héroe de las mil y tantas acciones de guerra, tenía también mil y tantas ideas, psicologías del prójimo al alcance de la mano.
 Para contribuir a ese descubrimiento, anotamos aquí, en el día que se le destina al héroe exterior, unas pocas de las numerosas huellas fijadas por él en el alma ideológica de la patria.


                    Amplificar aquí

 Diario de la Marina, 7 diciembre 1955, p. 3. 

domingo, 28 de junio de 2020

Maceo por Enrique José Varona


 "Maceo", El Fígaro, Año XV, núm. 36, 24 de septiembre de 1899, p. 353; "Lo que significó Maceo", El Fígaro, Año XV, núm. 46, 10 de diciembre de 1899, p. 474; y, "Antonio José Maceo", Revista de Cayo Hueso, Vol 1., núm. 11, 12 de diciembre 1897, p. 6. 

sábado, 27 de junio de 2020

miércoles, 24 de junio de 2020

Cuba en llamas




 Pedro Marqués de Armas 
  
 1.
 Escribió Céspedes: “Que Cuba sea libre aun cuando tengamos que quemar todo vestigio de civilización desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio”.
 Y Gómez: “Hasta que no quede piedra sobre piedra”.
  No por metafóricas las siguientes descripciones resultan menos terribles. 
 En Campañas de Maceo en la última Guerra de Independencia (Editorial Lex, 1946, p. 83.) escribe Piedra Martell: “La tea no estaba inactiva un solo momento, y el paso de las huestes invasoras era señalado, a su espalda, y a sus costados, por el resplandor de los incendios. Todo ardía. El horizonte aparecía día y noche enrojecido, como si en el éter se hubiese cuajado el rosicler de una aurora, y el humo, esparcido por el fuerte viento reinante y llevado a larguísimas distancias, tendía sobre la campiña y los pueblos comarcanos un como oscuro y flotante telón. Fue este espectáculo lo que llamó un viajero que cruzaba por aquellos días frente a las costas de la isla "Cuba en llamas". 
 Israel Consuegra Guzmán en Mambiserías. Episodios de la guerra de la independencia (Imprenta del Ejército, 1930, p. 20): “Las "comisiones de candela" no cesaban en su misión de aplicarle la tea incendiaria a los verdes cañaverales, que al convertirse en pavesas ennegrecían el firmamento entre llamaradas terribles y grandes espirales de negro humo que todo lo envolvían”. 
 Estar en la tea: expresión guajira que indica falta de comida.
 Estar en llamas. Estar en candela. Comecandela: personificaciones de la tragedia e intransigencia cubanas. 
 Escribe el periodista norteamericano Bronson Rea: “El itinerario insurrecto se señalaba por una masa continua de pesado y negro humo procedente de los campos de caña y de los ingenios de azúcar, y hasta una distancia de 50 millas el sol se veía como a través de un vidrio ahumado. Tras ellos queda siempre esta horrible estela”.
  No menos lírico, relata Raimundo Cabrera en Episodios de la guerra (1898): “Una llama rojiza se elevaba en el horizonte; inmensas columnas de humo se levantaban al cielo y una espantosa conflagración se ofrecía a las aterradas miradas (…) El incendio destruyó en pocas horas las plantaciones del Ingenio Central, atacadas por la tea a los cuatro vientos. También quedó convertida en un montón de escombros y de ruinas la linda casa de viviendas de la granja "El Paraíso."

 2.
 Los campesinos simpatizantes facilitan la labor: incendian sus propios cañaverales.
 Ramiro Guerra, futuro historiador, avisa a su padre que los mambises se acercan. Por fin llegan y dictaminan que hay que dar candela. El padre del historiador se muestra de acuerdo, pero pide un tiempo, hasta que el viento cambie de dirección, para que no se quemen también las casas del batey. “El que parecía ser el jefe y hablar en nombre de los cinco –cuenta en Por las veredas del pasado– dijo que estaba bien, porque veían que se trataba de una familia de buenos cubanos”.
 Se portan como buenos, y esa tarde queman sus cultivos. El mayor de los hermanos se incorpora a los insurrectos, mientras la familia no deja ya de dar tumbos hundida en la pobreza y muerta de tifus una de las hermanas. Pero no es ni de lejos el peor destino. 
 Los cubanos buenos tienen derecho (no siempre) a quedarse con una yunta de bueyes y una vaca lechera, entre otros bienes personales. En caso contrario lo pierden todo. El apego de los pacíficos a sus escasas posesiones es definido como anti-cubano. 
 El fuego se propaga a los demás cultivos. El ganado se lanza por el escaso maíz, la yuca y los retoños de caña. “Los puercos habían desaparecido de la tierra”, escribe el insurrecto Serafín Espinosa, que narra cómo terminan comiéndose sus caballos.
 En tal circunstancia, recuerda José Isabel Herrera, más conocido por Mangoché, se alcanza la suprema penuria: “Vivíamos como animales comiendo cogollos de palmas, bleo, ceiba y otras yerbas”. 
 Fue este mambí el que mejor definió el rumbo moral de la contienda: “La guerra era ya más de resistencia que de batalla, estábamos como dos boxeadores que cansados se estudian, dándose sólo de sorpresa y buscando el agotamiento de su contrario”.

 3.
 El médico Matías Duque (luego intransigente doctor republicado célebre por su propuesta de injertar tejido canceroso a los condenados a muerte) se hacía eco de una conocida frase de Gómez, según la cual eran "doncellos" aquellos que no se mostraran suficientemente aguerridos o adscritos a sus feroces bandos de destrucción.
 De exaltado carácter forjado en la fragua revolucionaria y deseando cumplir a cabalidad las órdenes, Duque reparó en que tenía que empezar por sus propiedades “por entender que no podía quemar lo de otros si tenía lo suyo en pie”.  
 Así, pues, incendia el ingenio de su señora madre en San Antonio de los Baños. 
 Lo de doncellos no fue invento de Gómez, aunque sí instrumentación suya. Además de fosforitos y bijiritas, los españoles llamaban a los cubanos "doncellos". Un ej.: "En esta provincia parece que los doncellos no sepan por ahora más que desaparecer e ir a otros puntos más vacíos de tropas, y poder así trabajar por su libeltá" (Rafael Guerrero: Crónica de la guerra de Cuba, 1898). 


 Crédulo de tales historias Lezama decía de los patricios del 68: “empezaron por quemar sus riquezas”. Pero lo cierto es que las llamas acaban con medianos y pequeños propietarios. 
 De una guerra a la otra se expanden con el mejor combustible: la propaganda sacrificialista.
 Sobre el incendio de Bayamo dicta el siempre exclamatorio Martí: “Cuando el sacrificio es indispensable y útil, marcha sereno al sacrificio, como los héroes del 10 de Octubre, a la luz del incendio de la casa paterna, con sus hijos de la mano.”
 En 1873, Gómez quiere extender el conflicto a la zona occidental mediante la tea. Céspedes lo apoya pero Agramonte y la Cámara de Representantes se oponen. Se agudizan las diferencias entre civiles y militares. Céspedes es destituido. Cae Agramonte. En 1875 Gómez es autorizado a invadir occidente. En solo 46 días incendia 83 ingenios.
  Asoma la figura (no es el único en llevar ese tipo de apodos) de Federico Fernández Cavada, más conocido como el “General Candela”. Se cría en Estados Unidos. Participa en la Guerra de Secesión, alcanzando el grado de Coronel en las fuerzas unionistas. En la contienda del 68 organiza el alzamiento de Trinidad y luego es nombrado Jefe de la División de las Villas. Ya General, en julio de 1869 emite un bando en el que llama a quemar todas las propiedades de cubanos y españoles que no se incorporen a la insurrección. 
  Pero Gómez es, desde luego, el adalid de la byroniana tea. Redacta manuales de instrucción militar para las tropas y desarrolla en las fuerzas mambisas los servicios de espionaje. 
  En su orden del 6 noviembre de 1895 expresaba:
 Artículo 1. Que todas las plantaciones sean totalmente destruidas, quemando la caña y los edificios aledaños, así como todos los ferrocarriles que los comuniquen a los ingenios.
 Artículo 2. Que todos los trabajadores que laboren en los ingenios azucareros (fuentes de riqueza que tenemos que negar al enemigo) sean considerados traidores a la patria.
Artículo 3. Que todo aquel que se pruebe que esté involucrado en las actividades descritas en el Artículo 2, sea pasado por las armas. Que todos los jefes del Ejército Libertador acaten esta orden, en nuestra determinación de desplegar triunfante la bandera de la República de Cuba, aunque esto tenga que ocurrir sobre un campo de ruinas y cenizas.
 Del Diario de Gómez: 
 “Comprendiendo que para quitar a nuestros enemigos los recursos pecuniarios, era absolutamente indispensable destruir la riqueza del país, incendiando, los ingenios y cafetales existentes en el Distrito a mi mando, di órdenes a mis subalternos autorizando esta terrible medida; pero teniendo en cuenta que si logramos, poniéndonos de acuerdo con los dueños de las haciendas que permanecen en pie, obtener una remuneración a trueque de respetar dichas haciendas, sería más conveniente para el progreso de la Revolución y; para el bienestar y prosperidad futuros de la Isla, punto para mí muy importante y del cual no aparto nunca mi vista, he determinado iniciar con los mencionados dueños un convenio que tendrá por objeto, por nuestra parte, respetar sus propiedades, y por la de ellos, contribuir con una suma que estipulará la Junta Cubana, residente en Jamaica, a la cual escribo con esta misma fecha para ponerla en antecedentes.” (16 enero de 1871.)
 Proclama de Gómez y Maceo en la que arde el inextinguible fuego del 68. O donde se define qué es ser cubano y qué es ser hombre:  
 “Habitantes de Occidente: Vuestros hermanos de las comarcas de Oriente y del Centro; los vencedores en el Jobito y Peralejo se encuentran ya entre vosotros; venimos a ayudaros a levantar con manos potentes el estandarte glorioso de la Revolución Libertadora de nuestra Tierra, tan empapada con sangre de nuestros compañeros y de nuestros hijos.
 La guerra será dura y desoladora, pues así lo quiere el tirano; y hay más dignificación y grandeza para los pueblos y los hombres en vivir libres, aunque pobres, que no ricos y acomodados en el hogar mancillado por la servidumbre y el oprobio. Debemos salvar los principios y la Tierra. Que los que son capaces de conquistar por la fuerza de su brazo y la firmeza de sus convicciones el bien supremo de sus libertades, son capaces también de devolver al País, con la Paz, el trabajo y el orden, toda y mucho más, la material riqueza que la dolorosa necesidad de la guerra nos impone destruir por la torpe resistencia de España.
 ¡Cubanos! Hay un Pueblo cuya página en la Historia de esta hermosa Tierra es brillante. Bayamo fue incendiado por sus propios hijos antes que Balmaseda profanara una vez más sus hogares. Eso es ser cubano; eso es ser hombre.
 ¡Pueblos de Occidente, a las armas!
 Viva la República para todos los hombres trabajadores y honrados.
  Boca del Toro. II Diciembre 1895.—Villas—Villaclara.”

  4. 
  Incendio danzario de Candelaria tras largo día de asedio:

Mientras tanto, algunos pelotones de los asaltantes se iban apoderando de los edificios evacuados por los defensores, parapetados en los cuales servían de sostén a las demás tropas que continuaban adelantando terreno, batiéndose al descubierto en las calles, bajo una lluvia de proyectiles, y dándole candela a las casas deshabitadas, a los establecimientos de comercio y a todo aquello que fuera obstáculo a su paso, o pudiera servir de abrigo a los adversarios. Como a la media noche una multitud de casas estaba ardiendo, la batalla estaba en pleno desarrollo, y los combatientes, al resplandor de los incendios, parecían irritadas furias.
Luego, como desde la una a las tres de la madrugada, el fuego disminuyó un tanto. Ambas partes habían sufrido numerosas bajas, y estaban precisadas a curar sus heridos y sepultar sus muertos. Pero al venir el alba del nuevo día, se renovó la lucha con igual o mayor encono. Ahora los hombres de uno y otro partido, viéndose las caras a la luz del día y enardecidos por las mutuas injurias, se disparaban a quemarropa sus fusiles y se iban a las manos en mortales cuerpo a cuerpo. Estos se sucedían con mayor frecuencia entre las gentes negras que militaban en los dos distintos partidos. Los hombres de color que a nuestro lado derramaban generosamente su sangre por el derecho y la dignidad de los cubanos de todas las razas, no podían concebir la ignominia de aquellos negros que, ostentando el uniforme español de chapelgorris, luchaban por mantener el régimen de factoría y despotismo a que nos tenía sometidos la dominación de España, que a unos y a otros por igual nos denigraba. Y en cuanto le echaban la vista a alguno de ellos, dejaban toda circunspección y mesura, y se abalanzaban a él con los machetes levantados. (Piedra Martell.)
 Los negros Chapelgorris fueron una exigua minoría, no así los negros guerrilleros. 
 Así pinta el cronista a los primeros: “lucían con orgullo en sus crespas cabezas la boina encarnada y rivalizaban con los éuscaros sus compañeros de filas, en denuedo y en devoción a la bandera española”.

 5. 
 Glorificación de la ceniza: 

 Apunta Fermín Valdés Domínguez en sus Diarios: “Todo aquel alegre caserío de estos lugares ya no existe: donde vivía Luz se levantan los palos negros que denuncian el incendio y sólo queda la tierra testigo de tanta labor antes y de tantos heroísmos ahora.”
 Y Bernabé Boza: “El sol, el fuego, el humo del incendio que nos rodea, el hambre y la sed, nos castigan cruelmente; sobre todo la sed, pues hay agua muy cerca y no podemos ir a tomarla”.
 Pero eso no le hace cambiar de perspectiva. Y cita una vez más la arenga de Gómez: 
 “Yo le auguro a Martínez Campos un fracaso cabal que ya empezó para él en la sabana de Peralejo, pronóstico que habrá de cumplirse al llegar los invasores a las puertas de la Habana, con la bandera victoriosa, entre el humo rojizo del incendio y el estrépito de la fusilería. ¡Soldados! llegaremos hasta los últimos confines de Occidente; hasta donde haya tierra española: ¡allí se dará el Ayacucho Cubano!"
 Circular de Loynaz y Mayía Rodríguez de 8 de febrero de 1897, a escasos días del encuentro con Felino Álvarez Duarte: “Serán incendiados todos los cañaverales sin excepción ninguna. Y en los casos de ingenios que muelan, serán fusilados, al ser aprendidos, sus dueños o encargados, y todos los trabajadores y empleados que en ellos se encuentren”.

 6.
 Breve antología numantina 

  España y Cuba

 ¡Cuba, la tierra tanto tiempo esclava
reclama de ser libre su derecho;
es el volcán que en erupción deshecha
arroja sangre cual candente lava!

El español con fuerzas y cañones
imponiendo su odiosa tiranía,
el cubano, invencible cada día,
derrotando los grandes batallones.

El español en el seguro puerto
desembarca legiones de soldados;
los cubanos, valientes emigrados
saltan del bote al arenal desierto.

Del español el fuerte artillerado
la ciudad con sus grandes barricadas,
del cubano, las cumbres empinadas
con el glorioso pabellón plantado.

Y así la lucha desigual, tremenda,
más de un año se viene prolongando
y el mundo de Colón sigue admirando
sin que su mano protectora tienda.

Mas, no importa, la suerte de esta tierra
depende únicamente del cubano;
el rifle al hombro, el machete en mano
incendio y destrucción; ¡la santa guerra!

Siga el tirano en su tarea maldita
Mande España soldados a montones,
que para hacerle frente a sus cañones
está la salvadora dinamita.

Busque el dinero que le falta ya
mendigue a las potencias protección,
que está de pie la noble emigración
y el patriota de nada escaseará!

No habrá paz sin la santa independencia
ni un instante de tregua en la Campaña
que el Gobierno tiránico de España
guerra a muerte requiere sin clemencia!

De guerra el grito hasta los cielos suba,
y antes que verla por más tiempo esclava,
siga brotando la candente lava
sepúltela el volcán y... allí fue Cuba!

 Luis de la Cruz Muñoz. Campamento en Santa Teresa. Versos enviados a Fermín Valdés Domínguez, quien los incluye en su diario.

Máximo Gómez 

 Cuando en cínico alarde provocante
La codicia saciaba el torpe ibero,
Nuevo Aníbal, alzóse un caballero
A darle vida al pueblo agonizante:

De Oriente hasta Occidente va triunfante
Alcanzando victorias el guerrero,
Y al escuchar su nombre el Orbe entero
Admira las hazañas del gigante.

El incendio voraz haga pavesa
El mando de la sílfide cubana,
Para lograr la redentora empresa.

Llene mi voz los ámbitos del mundo…
¡Yo le canto al coloso de mañana,
Y bendigo al Atleta sin segundo!

 Soneto escrito en campaña por un mambí de apellido Piñán.

 Cuando el fuego cala el ser del paisaje:


 7
 Saldo positivo
 Carta de Maceo a Estrada Palma de 21 de marzo de 1896: “Mi distinguido amigo, ya sabe Ud. por mis anteriores, que la invasión hasta el extremo Occidental de la Isla produjo el resultado apetecido: todo esta removido y pujante la Revolución: el incendio revolucionario ha prendido hasta en los últimos rincones de la Vuelta Abajo. Pláceme comunicarle ahora que, después de haber regresado a la jurisdicción de Cárdenas, invadiendo y organizando las fuerzas de aquellas provincias, he llegado nuevamente hasta aquí, con lo que me propongo, por el momento demostrar cuanto podemos impidiendo a todo trance la realización de los sueños de Weyler, para ello apelo a recursos extremos que, infundiendo el necesario terror harán deponer su actitud a los hacendados que intenten hacer su Zafra.
 Después haremos más…”

 Saldo negativo
 Cabezas de ganado: 1882: 2 585,309; 1899: 376,650.
 Caballos, mulos y asnos: 1892: 647,360; 1899: 108,317.
 Embarques de cocos, plátanos y frutas frescas hacia EE.UU.
 1888: casi dos millones y medio de pesos; 1898: 44,000 pesos.
 Maderas preciosas exportadas: 1893: Más de 1 millón de pesos; 1898: 16,000 pesos.
 Zafra azucarera: 1894: 1 054,214 ton.; 1897: poco más de 200,000 ton.

 8.
 Epílogo drástico

El conseguirlo había impuesto sacrificios inmensos. El país quedaba arrasado; la riqueza pública había sido totalmente destruida, en los campos, al menos. Imposible era creer que pudiera tamaño estrago repararse en pocos años. Los sitios de labranza y las plantaciones de caña, fuentes principales de la producción, habían desaparecido por completo. Por leguas y por leguas nada percibíase cultivado, y entre el verdor monótono de los herbazales, sólo sobresalían a trechos los restos ahumados de los ingenios y de las casas incendiadas, únicos y mudos testigos de la desolación y del desastre”. (Rafael Ortiz: Cuba: primeros años de independencia). 
La guerra, desconocida por completo en esta tierra virgen, recibióse por las masas con alegría infantil de niño en posesión de su primer juguete. La libertad, la diosa deslumbradora, dio expansión a los espíritus comprimidos, y el colono cohibido y el esclavo embrutecido aplaudieron el grito que rompía con la opresión, en que se les mantenía. No previeron los horrores de toda guerra, de una guerra civil, de una guerra de independencia, con nobles abolengos de crueldad; de una guerra cuyo desenvolvimiento y cuya manera de ser están escritos de antemano en la historia, en donde en cada página se orea la sangre humana con el calor de los incendios (Emilio Bacardí, Vía Crucis).  



 Del cuaderno de trabajo para la novela La vida trunca del Coronel Felino (2015). 

lunes, 22 de junio de 2020

Adiós a Hemingway




 Lino Novás Calvo 

 Su estilo, que fue una novedad después de la primera guerra mundial y que muchos imitaron inútilmente, es como una sucesión de ráfagas de ametralladora disparadas a cañón tocante. Hay que comparar este estilo con las escuelas anteriores para comprender su originalidad. Antes de Hemingway nadie escribía así. Después, miles de narradores trataron de hacerlo...

 El estilo se compadecía con el tema. Sus cuentos y novelas son una cadena de escenas en que, generalmente a través de reiterados diálogos, se va desarrollando el drama. Hemingway no describe a sus personajes; los presenta. No cuenta sus argumentos; los escenifica. Hombre, tiempo y lugar, aparecen en magnífica síntesis dramática, en la cual, quiera que no, se introduce también el lector. A simple vista, ese estilo y esa técnica parecen fáciles, pero invitamos a cualquiera a realizarlas, aunque sólo sea por ejercicio...

 Engañoso también es ese tono banal que a veces parecen tener sus narraciones. La verdad es que Hemingway trabajaba su prosa con una meticulosidad casi preciosista. Hacía y rehacía una página hasta cien veces. Su objeto no era vestir sus muñecos con ropajes de oropeles, sino, por el contrario, presentarlos en toda su descarnada vitalidad. El arte —dijo alguna vez— es arquitectura, y no decoración interior. Era una tarea agotadora, porque, con un lenguaje manido por el abuso y la mentira, había que escoger las palabras y construcciones que conservaran la fuerza necesaria para expresar lo que quería. Estilo, palabra y técnica, eran para Hemingway un medio al servicio de la intensidad dramática, que es el fin de todas sus obras.

 Hemingway vivió cada escenario de sus obras. Sus creaciones tienen siempre un fondo de experiencia. Antes de que sus personajes empiecen a moverse en la imaginación, sobre el terreno, Hemingway ha pisado ese terreno. Lo que le llamaba la atención era que ni mi tono ni mi figura conjugaban con lo que sabía de mí: que —como él— había sido corresponsal de guerra, que —como él— había escrito cuentos de lucha y muerte, que —como él— había estado en el lugar de los hechos. Esto no rimaba con la persona que tenía delante. No podía haber mayor contraste: él era grande y fuerte; yo, pequeño y endeble; su voz era recia y dura; la mía débil y blanda; él era brusco y altanero; yo, cauteloso y humilde. Otra paradoja; Hemingway se parecía a su obra; yo no me parecía a la mía.


 "Adiós a Hemingway," Bohemia Libre 53, no. 41 (16 de julio de 1961): 50. Fragmento tomado de Alberto Gutiérrez de la Solana: Maneras de narrar: contraste de Lino Novás Calvo y Alfonso Hernández Catá, E. Torres, 1972, pp. 133-34.


domingo, 21 de junio de 2020

Hemingway por Maribona. Entrevista


 "Mis compatriotas desconocen las bellezas de Cuba, dice Hemingway", Diario de la Marina 7 de febrero 1940. 

martes, 16 de junio de 2020

Ortiz presenta a Guillén



 "Glosas a Motivos de son por Nicolás Guillén" (fragmento), Archivos del Folklore Cubano, 5 (1930), 222-238.

lunes, 15 de junio de 2020

Motivos de son y Sones y soneros



 A noventa años de Motivos de son, reproducimos acá la polémica Vasconcelos/Guillén, una de las más interesantes que suscitara aquel libro. Ambos textos fueron publicados en Diario de la Marina el 15 de junio de 1930. 

martes, 9 de junio de 2020

Otro choque de razas




 Lino Novás Calvo 

 "A Latinoamérica le ha faltado el prejuicio, o, más exactamente, el orgullo racial que activa el instinto de conservación de la raza, y que tan bien ha caracterizado y protegido a los ciudadanos de los Estados Unidos."
 Esto dice, más o menos, A. H. Shannon, autor del libro "The Racial Integrity of the American Negro", en el número 815 de "Contemporary Review". Y ésta es la verdad. Desde el primer momento de la colonización, se hizo luz esta diferencia fundamental. La mujer española desempeñó escaso papel en la fundación y desarrollo de las colonias americanas. A los primeros establecimientos ingleses de América, Jamestown y Plymouth, acudieron pronto mujeres, que crearon hogares y velaron con celo, a veces feroz, por la integridad del blanco. En cambio, las colonias españolas parecen formadas todas por héroes de Pío Baroja, todos hombres y ninguna mujer. 
 El resultado neto es hoy una mayoría absoluta de mestizaje en toda la América hispana, salvo Argentina, Uruguay y, acaso, Chile. Yo no digo que sea un vicio ni una virtud; digo que es un hecho y un problema acaso insolubole. Además, en los países donde el mestizaje es mulatería,  mezcla negro-blanca, un conflicto patente. Conflicto cerrado, al cual sólo cabe negar ciegamente o admitir con valor como parte inherente de aquellas sociedades.
 Todas las obras —que son varias— dedicadas a este asunto proponen salidas de orden espiritual, político o pedagógico, pero admitiendo siempre como inseparables las distintas razas que conviven en el mismo territorio.
 Esto era antes de que la lucha de clases se planteara franca y violentamente; que las corrientes racistas proponen ahora soluciones más tajantes.
 Tenemos, en primer lugar, las consignas lanzadas desde Moscú; pero en Cuba estas consignas han dado por resultado, junto con otros factores, lo que nunca había ocurrido antes: que algunos negros interpretaron mal sus principios, y se lanzaron al asalto de blancas, dando lugar a que se planteara con rasgos netos la lucha de razas.
 De este choque ha surgido una sociedad secreta, calcada sobre el K. K. K. norteamericano, y llamada el Ku Klux Klan Kubano. Tal sociedad ha publicado hace poco un manifiesto en "Diario de la Marina", y dice: "Esta organización sólo pretende que cada una de las razas que existen en Cuba —y sólo deben existir dos (la blanca y la negra)— exista con aislamiento de la otra dentro de lo que la proximidad física permita buenamente..." "La mezcla racial debilita los pueblos"... "Hay un lema que evidencia terminantemente los propósitos: por la pureza de las razas."
 Esto es racismo puro si se le quita lo que tiene de facismo. Pero el K. K. K. K. aclara que no va contra los negros, que condena por igual cualquier acto de violencia de los blancos contra ellos —en lo cual se diferencia fundamentalmente de la organización angloamericana—. "Queremos tanto que el negro respete a la blanca como que el blanco respete a la negra", único remedio, añaden, de evitar el mestizaje. A esto contesta un escritor negro, Gustavo G. Urrutia, con una pregunta: ¿Qué ha de hacerse con los mulatos que, en sus varios grados, forman la gran mayoría del pueblo cubano? 
 He aquí la cuestión. Hay que distinguir entre la mezcla inicial y la difusión subsiguiente. La mezcla inicial ha de disminuir por fuerza de las circunstancias económicas, y no de ninguna sociedad secreta: disminuirá al disminuir la inmigración. La mayoría de los mulatos procede originariamente de inmigrantes con negras. El inmigrante español pobre muy rara vez puede casarse con la cubana blanca ni quiere con la española inmigrante —problema muy interesante que algún día trataré de aclarar—. En consecuencia, se arrima a la negra. Es posible que este cruce inicial se paralice; en algunas partes de la isla está ya paralizado especialmente en la provincia de Oriente, por causas de separación de economías. Pero la sangre negra, asimilada más o menos por el blanco en los grados sucesivos, quedará en las venas que la tienen, salvo que se descubra algún medio químico para separarla y sustituirla.
 El tema es múltiple. El negro considera al mulato como su superior, y le cede el primer lugar en todo; el mulato desprecia al negro tanto o más que es despreciado por el blanco. El negro no tiene interés en conservar, por hoy, su integridad racial. Es el blanco quien, herido por las alas que le han dado las ideas revolucionarias, quiere hacer retroceder al negro. Ya sé que este blanco es el burgués medio, que el obrero tiene menos orgullo racial. Sin embargo, no he conocido allí una sola unión de blanca con negro, ni aun en la clase trabajadora. Es más: estando yo en una colonia azucarera, en la provincia de Camagüey, pasaron por allí unos agitadores sociales. Una noche se celebró un "guateque" en el bohío de un carretero, y acudieron negros y blancos. Al comenzar el baile, uno de los agitadores, negro, fue a sacar una blanca, y ella se negó. El padre aprobó su conducta. Se entabló un debate, y los agitadores tuvieron que salir a lo que daban sus pies, pues los guajiros les siguieron con sus machetes en alto. 
 El prejuicio existe. Desde la independencia, el negro disfrutó —y abusó— plenamente de sus derechos políticos; libros, oradores y periódicos halagaron a los negros e invocaron al "Titán de Bronce", Maceo, el más bravo soldado de aquella guerra; los políticos de profesión utilizaron sin escrúpulos la masa negra y sobornable para la edificación de su casa blanca. Sin embargo, el negro quedó limitado por dos barreras: la economía  y la familia blanca. En ninguna de las dos tuvo cabida. Para la primera no ha mostrado nunca aptitudes: el ahorro, las matemáticas, la especulación, la perseverancia no son su fuerte. Y aunque lo fueran, le faltaría capital para competir con el ya establecido. El ejemplo del "orgullo racial" norteamericano se contagió un poco a la burguesía cubana. No existen aquí leyes que prohíban los cruces matrimoniales, como ocurre en todos los estados del sur de Estados Unidos; pero lo cierto es que tales cruces apenas existen. En consecuencia, vemos una enorme cantidad de mulatos ilegítimos, población flotante y en equilibrio que ahora, con la depresión económica, alarma a los defensores de la integridad racial; porque nadie sabe hasta dónde se extiende la sangre negra en disminución gradual. El negro y el blanco son dos campos bien definidos, y sobre ellos se puede fundamentar cálculos, pero no ocurre lo mismo con el negroide y el blancoide.
 Pero hay otra cosa más importante, y es la miseria de la población negra. Este es el factor que la hizo materia dúctil para los políticos, los políticos machadistas en especial, y que ahora sirve de apoyo a los líderes sociales. En este sentido, lo que hoy se debate en Cuba es una cuestión de clases más que de razas. El negro lucha porque es el más pobre, porque forma la inmensa mayoría del ínfimo proletariado cubano; en esta lucha le ayudan muchos blancos. Pero a la vez su bajo nivel cultural le permite adoptar en algunos casos, una actitud de revancha que irrita y subleva a muchos blancos, en especial cuando se ha echado a rodar el dato —no sé hasta qué punto sea cierto— de que Machado se apoyaba principalmente en la población negra. Así, la clase media cubana tendrá triple motivo para alzarse frente al negro, que para ella representa: a), el instrumento del dictador caído; b), el instrumento de los líderes comunistas, y c), la raza creciente que amenaza con absorber la blanca. 
 De la ineducación del negro y de su pobreza no tiene la culpa él. La religión y la Iglesia apenas han influido sobre él sino para inculcarle una superstición más; son muy contados los negros que salen con un título de la universidad. Hay varios círculos cubanos y extranjeros donde no pueden entrar negros. En ningún baile o reunión de carácter familiar tienen cabida. Hasta de algunos hoteles son excluidos, pues que su presencia excluye de hecho la de los turistas yanquis. En realidad, sólo en el cementerio y en las declamaciones democráticas ha sido el negro igual al blanco.
 Pero ahora se tiende, no sólo a que sea igual, sino a que sea aparte. Y con esto la lucha queda planteada abiertamente, como en los Estados Unidos. Spengler y su nueva teoría —los blancos contra todos los demás— quedan justificados aquí. Los tres motivos enumerados bastan y sobran para que los blancos, hoy a la defensiva, se pongan a la ofensiva en cualquier caso dado. El destino del negro en América es trágico, y hace que lo sea a la vez el de los blancos que viven en el mismo territorio. No hay nada que hacerle. Hoy se le combate por negro, por proletario, por revolucionario o por indisciplinado; y aunque varios de estos factores desaparecieran, su presencia frente al blanco será siempre una amenaza, especialmente en países tropicales. Este conflicto piensan algunos que habrá de solucionarse dando a los negros territorio aparte; en Cuba se les ha propuesto la provincia de Oriente, donde más abundan. El K. K. K. K., en cambio, no habla de separación de territorio, sino de separación de razas dentro del mismo campo. Lo cual es admitir como inevitable la continuidad de la lucha.

 "Documentos sociales. Otro choque de razas", Luz, Madrid, diciembre 8 de 1933, p. 8. Fotografía: 1899. 

domingo, 7 de junio de 2020

Fantasmas habitan versos





 Pedro Marqués de Armas 


 Hace ya un tiempo tropecé con un poema de Federico de Ibarzábal, escritor y poeta cubano hoy olvidado, donde el dibujante Rafael Blanco hacía una entrada fantasmal. Tan olvidado como su autor, el poema se titula “Salmo del trasnochador”:

Esa calleja en sombras, hecha para un apunte
al lápiz como aquellos que hiciera Rafael Blanco;
y esa misma silueta, vaga, del transeúnte,
y aquella pordiosera que duerme sobre un banco,

tienen la milagrosa virtud evocativa
de lo que presenciamos hace tiempo. Quizás
en uno de esos seres anónimos quien viva
con el alma que tuvo hace siglos...

 Prosaísmo discreto, urbano, casi dibujado. Y lo más interesante: una ficción que asume sin más el motivo de la reencarnación. El poema va subiendo de tono pero no pierde, por fortuna, fantasmalidad. Ibarzábal hace entrar al dibujante, lápiz en mano, acompañado de viandantes y mendigos. Errancia de claroscuros, se diluyen como mismo Blanco en apenas unos versos. Hay en este apunte, bien visto, y en el deslizamiento del nombre, algo espectral.

 Inevitable no pensar en “El huésped”, el excelente soneto donde Gastón Baquero recibe la visita del malogrado René López. Verso a verso, Baquero prepara al poeta, como si se tratase de animar a una momia: le limpia los ojos, le pone sombrero (su sombrero) y hasta le ofrece “unas corbatas color de azul celeste”, pues solo así, vestido, se puede conversar con un espíritu amedrentado que, para colmo, se arroja en brazos y se echa a llorar.

 Al igual que Rafael Blanco, la presencia de René López es comedida. Visitantes que fluyen en armonía por unos versos que apenas habitan. Blanco, un trazo fugaz al amanecer, y López, un efímero retrato nocturno.

 Y ya que hablamos de fantasmas cuyas sombras cruzan rápidas, veamos estos versos de Agustín Acosta invocando al autor de El antecesor, tras las astrosas cortinas de algún fumadero sagazmente transfigurado:

Humo de opio entre las plantas. Combos
frascos que Miguel Ángel de la Torre
llena de esencia de Coty. Los biombos

japoneses tumbados. Por las cuerdas
de la lira sutil siento que corre
de nuevo aquella sensación... ¿te acuerdas?

 Acosta cuenta en alguna parte que el escritor cienfueguero, quien más tarde se cortaría el cuello con una guillette, lo convenció de que probara la heroína y que bajo ese efecto escribió su poema "Sueño de opio", recogido en Los Camellos Distantes (1936). 
 
 Una broma macabra acompañó su juventud cuando se dio la falsa noticia de su muerte por suicidio, arrojándose al mar. Y a pesar de que los diarios matanceros se apresuraron a negarlo, todavía un mes más tarde, al aparecer de visita en La Habana, no pocos se asustaron dándolo por resucitado. 

 Adicto a animar sus versos con nombres de amigos hoy fantasmales, él mismo fantasma en su torre rococó, como lo recordaba García Vega, veamos estos otros:

Fue en la terraza. Alberto
Lamar y Schweyer, en la tarde oscura,
era la voz de Juan en el desierto,
tras dos mil años de literatura.

 Demasiada soledad. Tanta, que asusta. Y para colmo mete en el poema a Poe y su cuervo junto a Amado Nervo, con lo que no cabe mayor espiritismo:

Y alguien le ha visto
–¡perdón, Edgardo!— estrangular el cuervo
para rezar una oración a Cristo
y cantar un rondel de Amado Nervo!…

 Lamar Schweyer escribió sobre Nervo, René López y Agustín Acosta, lo tres reunidos en este recorrido. Pero se conoce muy poco de su visita a la tumba de René, quien, por cierto, antes de morir se aprestaba a escribir en versos sus visiones mórficas en un cuaderno que quedó para siempre en título: el tan citado Moribundas

 Pues bien, no tras sus visiones sino en busca de su tumba y de un poco de inspiración para el ensayo que tramaba, una tarde de 1919 Lamar Schweyer se encaminó al cementerio de Colón. Y tras mucho bregar, al fin encontró el nicho: recóndito, sin cruz, sin una flor, en el área reservada a criminales y suicidas, marcado con el número 503. Allí lo sorprendió la noche, escapando a tiempo, cuando cerraban las puertas, a punto de verse atrapado como una fantasmagoría más.  

 Tales "presencias" –sigo pensando en incursiones rápidas, y no en poemas plenamente habitados– llevan a una más antigua que obsesionó siempre a la poesía cubana: la de Julián del Casal.

 Ningún fantasma de tanto calado como el Casal de “Naturalmente en 1930”, poema de Virgilio Piñera. El primer enigma es la fecha: ¿por qué ese año? El poema fue escrito sin embargo en 1976: en esa noche muy negra, “entre tantas insondables”, por la que atravesaba Virgilio, entonces un muerto civil. El otro muerto, qué duda cabe, el de la visión, ha escapado de su tumba y recorre las calles con total parsimonia. 

 Pero ¿qué ve Piñera? Ve a Casal “arañar un cuerpo liso”, y hacerlo con tal vehemencia que sus uñas se rompen. Se trata pues de un fantasma ensimismado que viene a acompañarlo mientras él hace su ronda, y que ante sus ojos se lanza sobre un cuerpo bruñido del que hay que arrancar un secreto. 

 En recorrido que iguala poesía, deseo y fantasmagoría, lo que Casal busca, como buen vampiro, es un poco de sangre, o, si se prefiere, vida. Como en cofre bien guarnecido, ese cuerpo contiene el objeto deseado: “adentro estaba el poema". 

 Fantasma real, nadería física, la visión dura un momento y Casal se pierde en la cruda intemperie del socialismo, la nocturna, sin que quede claro la extraña alusión a 1930. 

 En otro poema, "Una noche", es el propio Virgilio el que habita fugazmente sus versos. Mientras hace su ronda por el cuchillo de Zanja "entre chinos impávidos" y en busca de un "amor de paso", una voz le dice: "¡Qué bobo tú eres, Virgilio!" Sigue caminando pero de nuevo la voz: 


Qué bobo eres. Si supieras,
o lograras adivinarlo,
no abrieras tanto los ojos,
y me tendieras la mano.

 Igual impresión me producen estos versos de Ángel Escobar, en los que el fantasma viene a ser el propio ExCobar arrastrado por esas inenarrables frecuencias sonoras que hablablan en su cabeza: 

 Tengo miedo,
pero mañana me voy p’a Sibanicú, mañana.


 En fin, no es lo mismo un poema celebratorio -hay tantos que es inútil citar- donde el visitante toma largo asiento, o esas invitaciones que no pasan de la puerta, como exergos y dedicatorias. Aquí se trata de "vidas" que cruzaron veloces ciertos versos y cuyos meros nombres son ya la extrañeza.