En tiempos remotos, dice Mr. Julia
de Fontenelle, fue enteramente desconocida la ciencia relativa a las
monstruosidades: en la edad media de las luces, no solo quedó envuelta en errores
y preocupaciones absurdas, sino que llegó el caso de considerar la mayor parte
de las monstruosidades como obras diabólicas, y de consiguiente dignas de
muerte. Pero desde el momento en que la ciencia del hombre comenzó a hacer algunos
progresos, este estudio principió a llamar la atención de los fisiólogos, y en
nuestros días, merced a las curiosas y multiplicadas investigaciones de uno de
los más ilustrados zoologistas, se han conocido y explicado las causas productoras
de las monstruosidades humanas, aunque, a decir verdad, hay algunas, respecto
de las cuales, hasta ahora nada han adelantado las investigaciones de los
sabios.
Dos nuevas monstruosidades vivas
acaban de anunciar los periódicos; la una de dos hermanos de Siam, unidos
vientre con vientre, y la otra de una niña con dos cabezas, dos pechos y un
solo tronco. Mr. Geoffroy-Saint-Hilaire, se ha ocupado inmediatamente en
recoger todos los documentos posibles, entre otros los datos del Dr. Niles, de
los Estados Unidos, y del Dr. Varren. Después de varias noticias presentadas a
la Real Academia de Ciencias, ha hecho en unión con el Dr. Serres, en la sesión
del 19 de Octubre último, una relación muy curiosa, que es en gran parte el
objeto de esta noticia...
El grupo monstruoso de los dos hermanos unidos
por el vientre, nació en el Reyno de Siam, y le embarcaron para los Estados Unidos
en el buque Sachen, del puerto de Boston, mandado por el capitán Coffin.
El color del cutis de los dos hermanos y las facciones, son las mismas que las
de los naturales de raza china, pero tienen la frente menos ancha y más
elevada: su estatura es algo menos que la ordinaria, y aunque a primera vista
su semejanza es asombrosa, mirados con un poco de atención, se notan algunas
diferencias reales. Están unidos por un eje común que se extiende desde los apéndices
xifoides hasta el ombligo. Las extremidades de estos cartílagos están pegados a
la pieza única y media que resulta de ellas, y que al mismo tiempo que forma hacia
el centro el complemento del eje de unión, establece allí un punto solido de
resistencia. La separación que existe entre los dos hermanos es de dos
pulgadas; en la región umbilical, o enteramente más abajo es de cuatro, y la longitud del eje de cinco; lo demás del eje de unión
le forman la línea blanca engruesada, la reunión de las partes subyacentes de
los músculos superficiales del bajo vientre, y por
última capa la piel. (Véase la estampa).
Estas partes, y aun la
porción común del cartílago xifoide, son bastantes flexibles para que los dos
hermanos puedan separar algún tanto sus caras y ponerse
en figura de escuadra. Pueden también levantarse uno sobre otro, pero muy poco,
y separando la cara mantenerse en semejante
postura. Esta posición, a manera de escuadra, forma por un lado una parte
anterior, y por el otro una posterior. La edad y la costumbre, fortificando semejante tendencia,
corrigen de esta manera el inconveniente más grave de su situación primordial,
que consistía en estar vientre con vientre y rostro
con rostro.
No pudiendo sin embargo oscilar sobre su eje, forman
en último resultado un solo grupo, precisado a obrar como una sola masa: de
consiguiente se ha observado, que lo que el uno de ellos resuelve, lo sigue inmediatamente el otro: no hay en efecto sino una sola
voluntad que mueve a los dos, dimanando el principio de esta voluntad
indiferentemente de uno o de otro; así es que, ocurriéndole a uno la
idea de una acción, el otro se ve en la pre cisión de acceder y conformarse con ella, porque
tampoco tendría tiempo necesario de evitarla y obrar en sentido contrario: de donde resulta, que no se
conforma por un consentimiento reflexionado, sino porque le arrastran
sensaciones análogas que se apoderan de él, con una rapidez igual a la
eléctrica; y de aquí
proviene una armonía más bien de instinto, que de reflexión; es un habito que
creó y mantuvo la necesidad.
En alta mar, el capitán Coflin solo una vez ha visto disentir los dos hermanos.
Tomaban por lo regular baños fríos, y un día uno de ellos se negó a tomarlos pretextando el rigor de
la estación. Los dos hermanos son alegres y entendidos, observando con atención todo lo que pasa al rededor
de ellos, y se
manifiestan agradecidos a las personas que los obsequian. En breve tiempo
aprendieron a jugar a las damas y al ajedrez, en términos de poder competir con los que les
habían enseñado estos juegos. Pero lo que no viene muy bies con lo que acabamos
de decir, es otra circunstancia de esta relación. El Dr. Varren jamás los oyó
hablarse, aunque parecía que se complacían en hablar con un joven siamés que
quiso acompañarlos.
No tratándose del movimiento, su personalidad propia
se manifiesta distintamente, pues se les ha visto seguir una conversación
separada con dos diferentes personas, implicándose uno por sedas, y pronunciando el otro algunas palabras en inglés. Como
son muy vivos, bajos y fuertes, corren con
admirable facilidad, porque su equilibrio está bien asegurado, y su marcha concertada de antemano, y
sobre todo naturalmente, en razón de su situación habitual en forma de
escuadra; así es que siguen la diagonal del ángulo que forma esta posición
ordinaria. Por esto un día, en que con su consentimiento algunas personas corrían
tras de ellos sobre cubierta, habiéndose encontrado con la escotilla abierta,
lo que los hubiera expuesto a perecer si caían abajo, sin titubear un instante
la salvaron con la mayor facilidad. Andando naturalmente con su gravedad
ordinaria se pasan un brazo al cuello el uno del otro, y en
fin su simpatía se nota en todo lo que hacen: de consiguiente están dispuestos a dormir al mismo tiempo, comen lo mismo uno
que otro, y llenan a
una vez todas las demás funciones. Si duermen, se despiertan ambos como se
toque a uno de ellos. Parece que miran con placer la condición de su existencia
común; porque si fuese lo contrario el dolor, y la aflicción los hubieran desmejorado y entristecido: lejos de esto,
gozan de excelente salud, su fisonomía es dulce, y manifiesta una completa
satisfacción: y si en
los mellizos libres en sus acciones es común el profesarse una amistad
reciproca, ¿cómo pudiera no verificarse esto en los dos hermanos siameses unidos por el vientre?
Tantos son los motivos que hay para esto, que lo contrario sería una excepción.
Sus pulsaciones son iguales; esto lo ha averiguado el Dr. Varren, el cual ha
contado setenta y tres
pulsaciones por minuto en cada uno de ellos: en uno se aumentaron de resultas
de haberse bajado para mirar un reloj; pero volvieron inmediatamente a su
número ordinario. La respiración también es simultánea. Estos dos hermanos se
llaman el uno Chang y el otro Eng; pero del mismo modo que la naturaleza ha unido sus personas, se
unen también sus nombres, pues los llaman Chang-Eng.
Sin embargo, nunca se manifiesta mejor que son
dos personas enteramente distintas, como cuando su espíritu está tranquilo, y
no se ven precisados a fijar recíprocamente su atención el uno sobre el otro,
pues entonces discurren separadamente, tanto que algunas veces le sucede tirar
en sentido contrario.
"De los dos hermanos siameses de edad de 18 años, unidos vientre con vientre desde su nacimiento". Seminario instructivo..., t-II, Cádiz, 1830, pp. 30-39.
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