El señor Legrand du Saulle lee
el siguiente informe sobre la candidatura del señor Muñoz:
Señores,
En diciembre pasado recibimos del Sr. Muñoz una carta mediante la
cual solicitaba el título de Miembro Asociado Extranjero de la Sociedad
Médico-Psicológica. Esta carta iba acompañada de una memoria inédita, que tenía
por título: Observación de una manía ambiciosa, acompañada de algunos
síntomas de parálisis, y que terminó en curación, con la aparición
de un fenómeno crítico de carácter especial. Como ponente de una comisión
en la que tengo el honor de participar junto a M. M. Baillarger y Girard de
Cailleux, vengo a exponerles brevemente cuáles son los méritos que recomiendan
al candidato a sus sufragios.
M. José Joaquín Muñoz, nacido en La Habana (Isla de Cuba) el 9 de
octubre de 1828, se recibió de doctor en medicina por la Universidad de París
en 1852. Se ocupó, en su disertación inaugural, del tratamiento del hidrocele.
Algunos años más tarde, el doctor Muñoz publicó trabajos sobre la vulvitis
glandular, el croup, y sobre ciertas enfermedades observadas entre los
trabajadores de las fábricas de tabaco. Estas últimas memorias, escritas en
español, escapan a mi apreciación. Son, además, perfectamente ajenas al objeto
habitual de estudios de la Sociedad.
En 1856, el señor Muñoz regresó a París y se instaló allí
temporalmente, habiéndole encargado el gobierno español que se familiarizara
con la patología mental y profundizara en todas las cuestiones relativas al
tratamiento de los enajenados, a la construcción de asilos especiales, etc.
etc. Fue entonces cuando empezó a frecuentar la Salpêtriére, a asistir a las
conferencias clínicas del señor Baillarger y a tomar nota de las diversas obras
y publicaciones que trataban de la locura y las neurosis.
En el trabajo manuscrito que nos dirigió el señor Muñoz encontramos
una observación que presenta interés, aunque el tiempo transcurrido desde la
curación -o la remisión- no parece lo suficientemente largo como para
llegar a una conclusión. Se refiere a un propietario de la Isla de Cuba, de
cuarenta y un años de edad, quien en julio de 1860, volviéndose exuberantemente
activo, concibió mil proyectos grandiosos y acometió en poco tiempo gastos
inusitados. Después de un viaje de quince días a Estados Unidos, todo volverá
momentáneamente a la normalidad. A finales de agosto, nueva explosión
delirante. El señor Muñoz llegó de Francia y fue consultado inmediatamente.
Descubrió en el paciente ideas de grandeza, una torpeza muy marcada en el
habla, un ligero temblor del labio superior y desigualdad de las pupilas.
Sobreviene una congestión cerebral, así como una exaltación muy marcada del
sentido genital. Nuestro colega prescribió un tratamiento de lo más racional.
Tres meses después, el paciente estaba mucho mejor. Sin embargo,
surge una nueva congestión cerebral y, luego de algunos días, la piel se cubre
de una púrpura hemorrágica muy acentuada.
A partir de este momento, los síntomas de la parálisis general
desaparecieron, y diez meses más tarde de la invasión de los primeros accidentes,
el paciente emprendió un extenso viaje y visitó sucesivamente Francia,
Inglaterra, Alemania, Suiza e Italia. Las últimas noticias recibidas por el
señor Muñoz continuaron siendo muy buenas.
Nuestro cofrade cree que en este caso se trata de un simple acceso de
manía a forma congestiva, y parece creer firmemente en el mantenimiento de
lo que él llama curación. No quiero discutir aquí la cuestión del diagnóstico y
del pronóstico, porque me preocupan demasiadas cosas. Sólo me limitaré a
lamentar que el señor Muñoz no haya querido esperar dos años más antes de
comunicar a la Sociedad el hecho clínico que acabo de resumir en pocas
palabras.
Constatadas estas imperfecciones en el memoria comunicada, esta
comisión, señores, no ha pretendido en modo alguno acudir, frente al señor Muñoz, a un
criterio de excepcional severidad. Lejos de eso; si a una sociedad científica
se le permite criticar con imparcialidad las obras sometidas a su evaluación,
también le corresponde sacar a la luz todos los títulos que recomiendan a un
candidato. El señor Muñoz acaba de ser llamado a desempeñar la importante
función de director médico del asilo de enajenados de la Isla de Cuba, con un
salario anual de 20.000 francos. Recluido en el asilo y al frente de un
servicio de ochocientos pacientes, Muñoz va a tratar muy seriamente la
patología mental, y nos anuncia de antemano, como corresponsal, que dentro de
un año enviará a la Sociedad Médico-psicológica un trabajo sobre la parálisis
general estudiado en los negros.
El Sr. Muñoz ya es miembro de la Sociedad de Medicina Práctica de París y
miembro correspondiente de la Sociedad Médica de Génova, y esta comisión,
señores, en presencia de los muy honorables testimonios que le llegan, y
contando con comunicaciones posteriores más importantes, tiene el honor de
proponer al médico del asilo de Cuba el título de miembro asociado
extranjero.
Vamos a las urnas, y el Sr. Muñoz es elegido miembro asociado extranjero
por una gran mayoría de votos.
Annales medico
psychologiques. Journal de l´aliénation mentale et de la médecine légale des aliénés, 1862, vol. 20, pp. 635-36.
El señor José Joaquín Muñoz, doctor en medicina de
la Facultad de París, recientemente encargado por el gobierno español de
organizar en La Habana un establecimiento de enajenados, solicita el título de
miembro correspondiente en La Habana, y dirige en apoyo de sus demandas una
observación sobre la manía ambiciosa acompañada de algunos síntomas de parálisis, y
que culminó en la curación con la aparición de un fenómeno crítico de carácter
especial. (Comisarios: M. M. Girard de Gailleux, Baillarger y Legrand du Saulle). (p. 312).
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