martes, 10 de diciembre de 2013

Nowack diagnosticado



  
   Rafael Pérez Vento

 Durante dos meses la sociedad cubana ha estado pendiente de las predicciones que un señor Nowack a no dudar inteligente y de conocimientos que no parecen vulgares, había hecho. Como se trataba de peligros que ponían en inminente riesgo de perder la vida a los que habitábamos la zona peligrosa, la expectación ha sido considerable, y realmente por lo menos en los primeros días, una buena parte de la población de La Habana estaba dispuesta a abandonarla, única manera de ponerse a salvo del movimiento sísmico que según los cálculos de este señor, ocurriría del 15 al 20 de mayo. El Instituto de Segunda Enseñanza y el Ateneo prestándoles su respetable tribuna para que el titulado sabio diera a conocer su descubrimiento en base de los pronósticos que había hecho, y la Prensa de información dedicando sendos artículos a la defensa o a la refutación del nuevo descubrimiento, fueron medios poderosos para producir serios temores, asustar a muchos y dejar vacilantes a las personas que en ese orden de conocimientos son poco o nada duchas.
 En los días en que la excitación era mayor publicamos una carta en el Diario de la Familia, llamando la atención hacia determinadas formas de trastornos mentales que los italianos designan con el nombre de Paranoia, y aunque por motivos justificados no nombramos a Nowack, la descripción que hacíamos se adaptaba tan perfectamente a él, que no había tampoco necesidad de consignar su nombre. Cuando publicamos la carta, aún no habíamos terminado el examen de los trabajos, y en una palabra, de su persona, pero los datos que recogimos ya nos permitían concluir que el descubrimiento hecho por este hombre singular, era un gran error que había surgido con todos los caracteres de una manifestación patológica en un cerebro quizás de buena construcción para el trabajo mental, pero en el que la enfermedad había hecho presa. No de otra manera debe ser juzgado este hombre, que con sus teorías llegó a conmover hondamente nuestra sociedad, a tal extremo que durante los dos meses que permaneció entre nosotros estuvo a la orden del día, provocando hasta discusiones entre distinguidas personas de nuestro pequeño mundo científico. Y tampoco es la primera vez que un individuo que sufre determinados trastornos mentales, pero que al mismo tiempo posee una inteligencia más o menos vigorosa, produce disturbios sociales y crea doctrinas de naturaleza científica o religiosa que son acogidas por cierto número de personas.
 Nowack es el primer caso que observamos de Paranoico intelectual. Y lo reconocimos como tal, porque dedicados exclusivamente al cultivo y al ejercicio profesional de las enfermedades mentales, conocíamos desde hace largo tiempo algunos de los trabajos publicados respecto a estas sorprendentes anomalías que por no alterar las facultades silogísticas, y por presentarse en seres que poseen inteligencia, pasan largos años de su vida entregados a una idea delirante o a una alucinación, sin dejar sospechar su estado patológico. Hubiéramos deseado reconstruir su vida, esto es hacer su historia clínica completa, sin que lo hayamos podido lograr; pero aunque esta falta deja bastante truncado nuestro trabajo, no es suficiente obstáculo para impedirlo, pues los trabajos científicos que hemos recogido, las noticias que de él ha dado a conocer la prensa diaria y en general su conducta en La Habana, son datos suficientes que permiten sin temor al error considerarlo como un paranoico. Vamos primero a hacer su presentación, y dejaremos para el final el estudio analítico de este hombre singular, a quien no se le puede negar inteligencia, y mucho menos honradez, de la que se ha tratado de despojarlo hasta por algunas de las mismas entidades que le brindaron benévola acogida.
 El profesor austriaco José Federico Nowack llegó a La Habana en el mes de febrero, al frente de una expedición compuesta de un hermano y de un intérprete. Fue presentado en los centros oficiales por el vice-Cónsul de Austria Hungría; dispensándosele una amable acogida como hombre de ciencia y como fundador de los Institutos Nowack de Londres y Viena. Algunos periódicos dieron cuenta a sus lectores de la llegada de este sabio; de sus propósitos de permanecer en Cuba para recoger 2000 ejemplares del “abrus precatorius” y de que daría una conferencia sobre sus descubrimientos. El Sr. Nowack recoge los números de esos periódicos y marca con lápiz rojo el suelto a él dedicado y pone un sello en inglés que dice: “Expedition of the Nowack Institution, Cuba and México 1906”. Los institutos de que se titula Director no existen más que en su imaginación.
 En la mañana del 23 de febrero, celebró una conferencia con el Secretario de Agricultura, explicándole su sistema y pronosticando un gran movimiento geológico. Tenemos en nuestro poder uno de los números del Diario de la Marina que daba la noticia, y que Nowack entregó a determinada persona marcado con lápiz rojo y sellado.
 En el mes de abril dio una conferencia en el Instituto de Segunda Enseñanza, publicada íntegramente en La Discusión el día 29. Posteriormente dio otra conferencia en la Academia de Ciencia, y después en el Ateneo que fue la que escuchamos y en la que se concretó a hacer leer la publicada en La Discusión, lo mismo que hizo en la Academia de Ciencias. De modo que en realidad no ha dado más que una conferencia: la del Instituto.
 Los sueltos publicados en algunos de los periódicos, no nos cabe duda, fueron escritos por él, pues tienen gran parecido con los publicados en Europa. Y en cuanto a la conferencia del Instituto, es una traducción, casi completa, de un folletico que hace tiempo publicó.
 Todas las personas que lo han tratado lo consideran como un hombre correcto, amable e inteligente. Nada han notado de extraño. Habla su idioma y el inglés. Correcto también es su modo de vestir, aunque en su aparición en el Ateneo nos chocó que vistiendo frac, usara un pañuelo de un color rojo chillón con franjas negras y en la boutonniére unas cuantas semillas de Peonía artísticamente unidas.
 Durante su permanencia en la ciudad se ha ocupado de visitar con frecuencia las redacciones de los periódicos. En cambio no tenemos noticias de que visitara aquellos centros científicos que tienen íntima relación con sus descubrimientos. Fuera de esta marcada inclinación a la exhibición que indudablemente padece nuestro sabio, se ha concretado a recoger sus ejemplares de Peonía, para enviarlos a los soi-disant Institutos de Londres y Viena. Nos abandonó, embarcándose para México, el mismo día que esperaba ocurriera algún movimiento sísmico o grave perturbación atmosférica. Y aunque ya el público en parte tomaba el asunto de guasa, sin embargo, no pocas familias se fueron de La Habana, unas para el extranjero y otras para los alrededores, huyendo a la catástrofe pronosticada. Uno o dos días antes de embarcarse presentó un escrito en la Secretaría de Agricultura pidiendo una respetable cantidad para fundar un Instituto Nowack.
 Recorrer sus obras es relativamente fácil porque no ha sido muy fecundo. Aunque en el índice que pone al final de un folleto titulado “A los que duden. –Contestación a los críticos sobre mi planta del tiempo”, figuran 12 títulos, no son todos de trabajos científicos, pues cuenta entre ellos un prospecto cuyo resumen vamos a dar por ser una exposición de su sistema, y de los fines que se propone; una hoja suelta que titula “Recortes de la prensa diaria escogidos entre mil” y que por el título se supondrá cual es el contenido; recortes de muchos periódicos políticos europeos, que se refieren a su descubrimiento, tratando la cuestión lo mismo que lo ha hecho nuestra prensa de información; otra hoja cuyo epígrafe es “Cartas de recomendación” en la que figuran las cartas que ha recibido en contestación a las que él dirigió acompañando sus trabajos al príncipe de Gales, a los almirantes ingleses Cochrane y Beresford, al Presidente de la Cámara Marítima de las Compañías de Navegación Extranjeras de Constantinopla, a Mr Loewy, Director de los Observatorios de París, etc., redactadas todas más o menos en el mismo estilo, en las que se dan las gracias por sus envíos y se le desea mucho éxito en sus investigaciones.
 Sólo tres o cuatro de sus publicaciones son realmente trabajos en los que hace alguna exposición de sus teorías, con todas las reservas a que le obliga su intención de no revelar las leyes por él descubiertas, hasta tanto que no sean creados los Institutos Nowack, lo que parece ser su ideal. Tiene anunciada la aparición de una obra para el mes de mayo corriente, editada en inglés y alemán que se vende por suscripción al precio de 105 marcos. Todos los demás trabajos se venden a precio ínfimo algunos, y otros se regalan. El es el editor de todas sus obras que imprime lujosamente; en las de más importancia figura su retrato, y la fotografía de una urna regalada al Emperador de Austria conteniendo la “Planta del tiempo”.
 Por el “Prospektus” podemos enterarnos de sus propósitos: “llamar la atención general sobre el Instituto Nowack de Londres, habiéndose escogido este lugar como estación central por razones científicas, aunque su esfera de actividades se extiende sobre toda Europa, las comarcas del Mediterráneo y el norte del Océano Atlántico”. Este Instituto Central así como las sucursales que se funden tendrán por misión publicar “por anticipado datos ciertos de las circunstancias atmosféricas y de los fenómenos críticos de la naturaleza, sus consecuencias desastrosas, tempestades, ciclones, inundaciones, granizadas, temblores de tierra, erupciones volcánicas, etc., todo lo que permite hacer su sistema gracias a los principios descubiertos y perfeccionados por el sabio J. F. Nowack que durante 20 años ha hecho estudios profundos en Austria, Hungría, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Rusia y Turquía”. 
 El método por él descubierto tiene por base, 1ro. El descubrimiento de una planta de los trópicos, el abrus precatorius L. nobilis N, o sea la Planta Meteorológica; 2do, Sobre los datos recogidos por una observación minuciosa de las protuberancias y de las manchas del sol; 3ro, Sobre la anotación sistemática e ininterrumpida de los fenómenos críticos de la naturaleza en todas sus épocas y de toda la superficie de la tierra; 3ro, Sobre los estudios especiales de la Meteorología, la astronomía solar, la fisiología de las plantas, la geología, la química y la física, etc. Para alcanzar tan brillantes y sorprendentes resultados con su métodos ha tenido que resolver numerosísimos problemas, creando leyes sólo por él conocidas que tienen íntima relación con las diferentes ramas de las Ciencias que cita.
 Promete con este método indicar: 1ro, Con 24 o 26 días de anticipación las fluctuaciones mínimas y máximas del barómetro, y por consecuencia los peligros de las erupciones volcánicas, temblores de tierra, alteraciones atmosféricas, etc.: 2do, Con 2 a 8 días de anticipación los distritos en que exista buen tiempo, nieblas, lluvias, o nieve. Por último, una de las ventajas más extraordinarias de su sistema es que los fenómenos más desastrosos son previstos con más exactitud y mayor tiempo de anticipación por medio de la planta meteorológica. Este es en resumen el prospecto, que como figura ocupando el primer lugar en el índice de sus obras, es lógico pensar haya sido su primer artículo sobre su sistema. Está bien editado, no faltando la urna con las peonías regalo al Emperador ni su retrato.
 Si de la relación de los trabajos pasamos a examinar la conducta que nuestro anómalo mental ha seguido durante su permanencia en La Habana, nos sorprenderá tanto como la lectura de sus trabajos titulados científicos. Recuérdese que en su prospecto, anuncia la salida de una misión a cuyo frente viene en busca del abrus precatorius nobilis, en número de dos mil, para sus institutos de Londres y de Viena, deteniéndose aquí, de paso para México, por haber encontrado grandes cantidades en las inmediaciones de esta ciudad. Provisto de cartas de recomendación se consiguió la valiosa cooperación del Cónsul de su nación, que fue su introductor en las altas esferas del Gobierno. Visitó las redacciones de los periódicos, dando cuenta éstos a sus lectores de la llegada de persona tan ilustre y de sus propósitos en los mismos términos que lo habían hecho los periódicos de Europa. Pocos días después de su llegada celebra una conferencia con el Secretario de Agricultura, y le notifica que las observaciones que había realizado permitían pronosticar un movimiento sísmico de consideración del que no tenía la seguridad absoluta, pues era la primera vez que observaba la peonía silvestre, pero que si los movimientos en la planta silvestre eran iguales a los de la peonía cultivada, su pronóstico era fatal, teniendo además en cuenta las manchas solares que debían haber presentado del 17 al 30 del mes; por lo que rogaba se pidiera al observatorio de Washington las fotografías. Las perturbaciones sísmicas las pronosticó para el 15 al 19 de mayo.
 Mientras llegaban las fotografías de las que parecía depender la suerte de los que habitábamos la capital de la República, raro fue el día que Nowack dejaba de manifestarse, visitando redacciones de periódicos, celebrando interviews y dando noticias a los periódicos.
 El día 8 de mayo llegó la contestación de Washington, diciendo que “no había aparecido ninguna mancha ni grupo notable durante el expresado período de tiempo”. Mr. Nowack no creyó lo que el Director del Observatorio escribía; dijo que las manchas debían haberse presentado pasando inadvertidas para el Observatorio, que procedía en este caso de idéntica manera que hace algunos años, negándose a colaborar en investigaciones de un extranjero que se apartaba de su sistema rutinario. El final de todo este sainete provocado por sus teorías y descubrimientos es una instancia que presentó al Gobierno pidiéndole 50 000 pesos para crear un Instituto-Nowack, y 2000 para los gastos de sostenimiento.
 La conducta de Nowack en La Habana es exactamente igual a la que ha seguido en los países que ha visitado, con el ánimo de implantar su sistema, y de crear su Instituto; el mismo procedimiento de introducción, el mismo acogimiento, los mismos pronósticos, la misma petición de crédito (…)
 Indudablemente que todo lo anterior deja sospechar la falta de equilibrio mental de Nowack. Si alguna duda se presenta, pronto se desvanece leyendo cualquiera de las obras modernas y hasta antiguas de psiquiatría, pues no se trata de una forma de perturbación mental sólo conocida por los psiquiatras modernos; Esquirol da el nombre de monomaníacos a esta clase de enfermos, que posteriormente a él han sido hondamente estudiados, y como por desgracia suele suceder con demasiada frecuencia en Psiquiatría, han sido bautizados con nombres diferentes, que tienen la misma significación: Delirio crónico a evolución sistemática, psicosis sistemática progresiva, delirio crónico regular, paranoia, locura sistematizada primitiva, matoides (Lombroso), locura parcial intelectual, delirios parciales o sistematizados, etc.
 Hagamos caso omiso a Nowack, y veamos las descripciones que se dan de los que se encuentran comprendidos en esta variedad de trastornos intelectuales que los franceses más generalmente llaman delirios parciales o sistemáticos y los italianos y alemanes, paranoicos….
 Ballet en su Tratado de psiquiatría dice: “Son estados psicopáticos funcionales caracterizados por ideas delirantes permanentes y fijas, metódicamente ligadas entre sí, desenvolviéndose en un sentido determinado y siguiendo una evolución lógica. Estos casos independientes de toda lesión orgánica apreciable hasta el presente, parecen igualmente independientes de todo origen emotivo. Tienen evidente relación con trastornos profundos y todavía oscuros de la cenestesia, pero se manifiestan primitivamente por una desviación de las funciones intelectuales, desviación que por sí misma no produce una verdadera debilidad de la inteligencia y que deja intactas por lo menos en apariencia las facultades lógicas y del razonamiento”.
 Por su parte Tanzi en su Tratado de las enfermedades mentales escribe: “anomalía constitucional muy rara que permanece largos años latente y que se manifiesta en la edad madura por un delirio parcial pero muy tenaz. Este delirio no es sino el lento y durable triunfo de un pre-concepto. El preconcepto paranoico vence poco a poco todo lo que le es contrario, y a despecho de la realidad, de la opinión pública, del sentido común, se organiza en un sistema coordinado de errores que se hacen los tiranos de la personalidad intelectual, y la conducen gradualmente fuera del círculo de la normalidad”.
Si con estas definiciones a la vista examinamos la obra científica de Nowack, seguramente sorprende el parecido. Pero veamos cuales son los caracteres descritos por estos autores como propios de los paranoicos y de su conducta.
 Proceden como las personas de mentalidad sana, y fuera de su delirio razonan con un perfecto buen sentido. Rara vez son recluidos en un manicomio, en los que forman por su lucidez de inteligencia y por la coherencia de su conducta, la clase aristocrática (Tanzi); de aquí que el mayor número evaden sin dificultad el reingreso una vez que se les permite salir. A veces estos paranoicos poseen inteligencia suficiente para durante un tiempo variable hacer creer sean hombres superiores, casi sabios. Todos son escritores, publicistas, polemistas, polígrafos. Y con sus obras se puede formar una biblioteca homogénea e interesante en sumo grado. Los libros que publican se conocen por una serie de caracteres que les son propios: el retrato del autor el posición más o menos inspirada, prolijidad de los títulos, extrema variedad de caracteres tipográficos, dedicatorias, ilustraciones grotescas, precio temerario del volumen. Entre los distintivos esenciales de estos libros se nota con frecuencia su inutilidad, la índole trascendental del sujeto, y lo absurdo de sus argumentaciones.
 Si el delirio es de naturaleza religiosa se creen apósteles, encargados por Dios de realizar una misión divina; si es de persecución, no es una persona de clase inferior la que los persigue, generalmente es una institución, los jesuitas, el cuerpo médico, los socialistas, etc.; si es unipersonal se dedican a los grandes problemas de la filosofía, de la ciencia y de la humanidad. Estos paranoicos son los que más engañan porque los que se dedican a la resolución de problemas científicos conservan sin dificultad buenas relaciones con las personas que los rodean y hasta a veces ejercen su profesión, siendo en su mayoría personas cultas, inteligentes y no privadas de sentido práctico. No es extraño que se asocien otras ideas delirantes, quizás consecuencias de los fracasos que experimentan en sus planes.
 Innecesario seguir describiendo; con esto nos basta para desechar las dudas, si las hubiere, respecto a que nuestro simpático visitante es un paranoico.


 "Nowack",Revista de Medicina y Cirugía de La Habana, Año XI, junio 10 de 1906, no 12. 
   
 Imágenes 1 y 4 tomadas de Psiquifotos.com; imagen 2 de Diario de un médico de guardia.
 

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