sábado, 25 de agosto de 2012

El Maelstrom




 En los diarios modernos menudean relaciones de los sucesos causados por el encuentro de grandes monstruos marinos. El Diario de La Habana, en uno de sus números del año 1830, contenía la narración de un capitán que menciona el hallazgo de una animal de especie desconocida.
 “Salidos de Matanzas en día 3 de enero, dice el capitán, hacíamos rumbo hacia nuestro destino, cuando a eso de mediodía divisamos, a cuatro millas de la costa que seguíamos, un objeto muy alto sobre la superficie de la mar. A primera vista, creyeron los marineros y pasajeros que era un buque que había zozobrado; mas para cerciorarnos de la verdad, mandé yo gobernar de suerte que nos acercásemos a él cuanto pudiésemos. Llegados a corta distancia, pareció mudar de aspecto el objeto en que estaban fijos nuestros ojos, pues creímos que era una embarcación grande que pedía socorro. Creyendo poder ser útil a algunos infelices, la atracamos a tiro de fusil, y entonces se aclararon nuestras dudas. Aquella apariencia de embarcación nos presentó la quijada superior de un monstruo de espantosas dimensiones, que, elevándose quince o veinte pies sobre el agua en posición casi horizontal, estaba rodeado de una infinidad de peces de varias magnitudes que nadaban en todas direcciones, y ocupaban un espacio de cerca de una milla en derredor suyo. Acercándonos más a aquel inmenso cetáceo, le vimos mover las quijadas, y se oyó un terrible estruendo, semejante al que resulta ruando se desploma una pared; dejose ver pausadamente una aleta de color negro, de unos nueve pies de elevación, colocada a unos sesenta pies de la boca, y no pudimos estimar la longitud total de aquel monstruo cuya cola no se manifestó sobre la superficie del mar. Si no por las reiteradas instancias de los pasajeros cuyo miedo era manifiesto, yo me hubiera arrimado a él, de suerte que hubiera podido dar pormenores más terminantes acerca de este extraordinario encuentro.
 En el instante en que mudamos de rumbo, desapareció el monstruo hacia el noroeste, pero después se manifestó al norte, a una grande distancia, y nos pareció que había vuelto a tomar la posición que tenia cuando lo vimos por la primera vez. Sus dimensiones son infinitamente mayores que las que podría ofrecer la más colosal de todas las ballenas; y su conformación, que en nada se parece a la de este ultimo género de cetáceo, me induce a creer que debe de pertenecer a una especie de todo punto desconocida basta el día."
 Certificado verdadero y sincero en la Habana, el día 5 de enero de 1830. Siguen las firmas de los pasajeros y marineros del Neptuno, con la del capitán José María López.


 "El Maelstrom" (fragmento) El Museo de las Familias, 1839, Vol. 2, pp. 99 y 100.



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