Este se enseña en la calle de Cuba con el orden siguiente: En un cuarto capaz de más de sesenta personas se presenta un cerdo mutilado, a causa sin duda de los palos que habrá sufrido para aprender las señas que su amo le ha enseñado y en las que consiste toda su erudición. La voz del dueño es precedida de algunos pedazos de pan, dándole después la dirección para que tome con el hocico la carta, letra o número que se quiere y que se le pone en el suelo. Júntase cuatro páparos y se quedan con una cuarta de boca abierta al ver al cerdo que hace una habilidad tan recóndita, y efectivamente aunque a los hombres sensatos les parezca esto un espectáculo que no diverte ni al alma, ni al cuerpo; ello es una diversión y no ha faltado quien haya ido muchas veces. Algunos opinan que llegará tiempo en que se enseñe de balde el Cochino erudito y que no haya quien lo quiera ir a ver. Ya tenemos la entrada a dos reales; principio quieren las cosas.
El Regañón de La Havana, 28 de octubre de 1800.
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