lunes, 9 de mayo de 2011

La fotografía y la enajenación mental





 Tomás Plasencia

 Nadie desconoce hoy los inmensos beneficios que presta la fotografía a las artes y a las ciencias recogiendo el retrato, que después de rendir un servicio de presente, se lega a la posteridad: así es que su importancia no tiene el carácter transitorio y fugaz y por tanto es doblemente interesante la aplicación del arte de Niepce Daguerre al estudio de la enajenación mental. ¿Qué monumento ni objeto, qué obra o trabajo digno de la multiplicidad y conservación no se fija en la cámara oscura? Desde el más interesante al especulador como del menos útil al particular, desde el más soberbio hasta el más insignificante.

 Reuniendo como reúne la fotografía las cualidades de precisión, celeridad, baratura y facilidad, no debe extrañarse que el hombre trate de conservar por este medio objetos que ni la pluma, ni el pincel más acabado pueden darle tan exacto parecido; ni muchas veces su fugaz existencia permite la copia de otra manera que por el colodio preparado.

 La escultura, la arquitectura, la mecánica, la arqueología, la historia natural, en fin, todo lo que puede reflejar un rayo luminoso ha recibido algún servicio de este arte o puede recibirlo: por tanto me excuso de enumerar una por una sus inmensas ventajas.

 Las locomotoras animadas de la mayor velocidad no han escapado a la preparación instantánea con que se sabe animar la plancha para casos dados, y cual sensible reactivo no ha dejado de dar el fruto apetecido.

 La medicina, que no desprecia nada de lo que en los mundos científico, artístico e industrial se descubre y puede rendirle algún tributo, también ha puesto a contribución la fotografía, lo cual era muy racional, porque la parte plástica en todas materias es la misma; mas en alienación mental, donde menos parece que se pudiera recoger alguna utilidad, porque las enfermedades carecen de ese fondo de reflexión para el rayo luminoso, no obstante ha sabido aprovechar los rasgos fisiognómicos por los cuales se traduce o expresa la afección mental: así es que se recoge inmediatamente el cuadro nosográfico más acabado, más elocuente, ya para conservarlo, ya para compararlo después que el tipo haya sufrido alguna variación favorable o adversa, ya para el cambio de estudios entre los amantes del saber, facilitando el comercio de las ideas, que es necesario para el progreso de la medicina especialmente, que vela por la salud de los pueblos, pues por un retrato puede obtenerse el diagnóstico muchas veces y hacerse una consulta a distancia en casos dudosos. Así es que ha alcanzado la fotografía un puesto distinguido entre las artes útiles.

 Sin duda alguna que al observar el cuadro que tengo el gusto de presentar a la Academia, no aparecerá tan evidente el pensamiento o idea que acabo de enunciar, siendo la causa por un lado el que ciertas afecciones mentales carecen de bastante expresión, y teniéndola otras es difícil sorprender los rasgos característicos. Además el retrato es de viñeta y su ejecución está confiada a noveles aficionados, quienes con la práctica y la experiencia conseguirán el tacto, delicadeza y agilidad para recoger detalles que se echan de ver y completarán el cuadro con diferentes fotografías que representarán otras tantas fases de una afección, precisando el diagnóstico, y dando una prueba más de lo antes expuesto.


 Algunos de estos retratos, que distan mucho de ser perfectos, y que debieran ser de pié o cuerpo entero, tanto de frente como de perfil, expresan bastante bien una lesión mental: otros son indiferentes o nada revelan, a pesar de que algunos son bastante agitados; así es que la falta de interés en el cuadro depende de la inexperiencia de los fotógrafos, a quienes anima el mejor deseo, del escaso tiempo de que pueden disponer, y lo que es mucho más sensible, porque los medios operatorios de que disponen son insuficientes; y siendo su trabajo meritísimo, no despierta sin embargo el interés que en otras condiciones estoy seguro sabrían desplegar.

 Para terminar solo expondré que Esquirol no ha desdeñado el obtener retratos de algunos tipos, ni Baillarger ha dejado de intentar y poner en práctica la fotografía para conseguir el mismo fin, así como se dedican con ahínco y entusiasmo a este trabajo los Sres. Dagonet, Laurent y Billod, habiendo formado los Sres. Combes y Caysé un curioso álbum que fue presentado a la Sociedad médico-psicológica de Paris por el Sr. Legrand du Saulle.

  Al ofrecer, pues, este trabajo a la crítica, lo hago en el concepto de que es entre familia y como una prueba de deferencia a la Academia.


  Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, vol. VIII, 1871-1872, pp. 147-149.

  Fotografías clásicas de Dagonet.

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