domingo, 2 de marzo de 2025

La afasia y la locura

 

  Gustavo López


 Bastante conformes tenemos que mostrarnos, si bien no sea de modo absoluto, con las apreciaciones que el Dr. Paul Garnier formula en un interesantísimo artículo publicado recientemente en un acreditado periódico de medicina, que ve la luz en la capital del mundo civilizado.

 "Afasia y locura" se titula el escrito a que hace referencia, y en el que, en elegante lenguaje, expone razonadamente el Dr. Garnier, lo mal que se hace en considerar a la afasia como un síndrome clínico aislado. El afásico, dice, es un herido del cerebro: detrás de esa perturbación de la lengua, ha de existir una perturbación psíquica; y la lesión mental es la lesión generatriz de la afasia. Y a la vista de este criterio, muéstrase en completo desacuerdo con la definición que da Legroux de la afasia, la que, por otra parte, tiene el de mérito de su extensión. Hela aquí: "Es la disminución o la perturbación de la facultad normal de expresar las ideas por medio de signos convencionales, o de comprenderlo, a pesar de resistir un grado suficiente de inteligencia, y a pesar de la integridad de los aparatos sensoriales, nerviosos y musculares que sirven para la expresión o percepción de estos signos."

 Garnier asegura, consecuente con su criterio, que las divisiones que bajo el punto de vista teórico y médico-legal se han hecho de la afasia, son puramente artificiales, pues que ellas no representan más que una diversidad de gradaciones que sólo son las indicantes del mayor o menor nivel de las perturbaciones mentales.

 Apoyado en datos clínicos recogidos personalmente, cree poder aseverar que la afasia se observa en individuos degenerados, intelectualmente hablando. Asimismo, estima que su práctica le permite afirmar que los afásicos presen tan verdaderos trastornos cerebrales, más o menos evidenciados: él ha podido comprobar la existencia de ilusiones, alucinaciones, ansiedades, etc., si bien confiesa que comúnmente se ven exentos de delirio.

 El afásico, dice, representa un estado mental especial, al que pueden aplicarse las mismas deducciones y consideraciones pronósticas que se establecen en la categoría de las enfermedades cerebrales, y que éste estado especial con viene estudiarlo detenidamente, para hacer después las deducciones que correspondan.

 La afasia, en una palabra, no representa para el Dr. Garnier, sino una mera complicación, dependiente de la lesión anatómica del cerebro de los enajenados. Al lado del afásico venido a loco, él coloca al loco venido a afásico. La onomatomanía de Charcot y Magnan es, según afirma, una evidente muestra de sus afirmaciones: ese es un estado mental especial en que existe la amnesia verbal.

 No podemos ocultar las simpatías que ha despertado en nosotros la lectura del artículo del ilustrado Dr. Garnier. A virtud del interés ocasionado por sus precisos conceptos, hemos hojeado nuestros apuntes clínicos, entre los que encontramos los siguientes datos, de entre los afásicos que hemos asistido:

 Un sujeto de 54 años, tipo perfecto de parálisis general de los alienados, y cuya afección tuvo por comienzo una afasia completa, con alteraciones en la escritura, en la lectura y también en los signos mímicos. Con estos síntomas coexistían alucinaciones de la vista, errores de concepto y personas, y manifestaciones poco activas de un delirio de grandeza, que nuestra insistencia pudo descubrir, y que más tarde se tradujo al exterior con formas bien aparatosas.

 Después de una duración de seis meses, mejora la afasia, a medida que van apareciendo los signos evidentes de la parálisis general, que se completaron cada vez más hasta postrar el enfermo. En estas condiciones dejamos su asistencia. Otra nota nos recuerda la asistencia prestada a un melancólico, joven que se nos recomendó insistentemente, y al que adornaban una herencia morbosa cerebral y directa. Pues bien, este joven en el curso de su afección, sufrió de una afasia incompleta de la que no curó, como así tampoco de su lesión cerebral.

 No hace mucho tiempo que venimos asistiendo a una señora de más de 60 años de edad, que sufre de reblandecimiento cerebral, y cuya afección se inició por la pérdida súbita de la palabra y delirio persecutorio. Después de unas 26 horas de este estado, cae como herida por un rayo con la hemiplejia izquierda. Del tercero al cuarto día, cesan los fenómenos afásicos, coincidiendo con cierta mejoría, con algunos movimientos del lado paralizado, deseos de levantarse, comer, etc.

 Actualmente también prestamos asistencia a un afásico, de antecedentes específicos, en quien no han dado resultado los tratamientos más racionales y más enérgicamente dirigidos, y que ofrece ligeros desórdenes cerebrales con una notable debilitación de sus facultades intelectuales, con una absoluta falta de voluntad, con ciertas alteraciones de la micción y con notable exageración del apetito venéreo.

 Y en cuanto al apoyo que a las afirmaciones del Dr. Garnier presta ese estado mental que Charcot y Magnan han bautizado con la frase griega de оnomatomanía, es evidentísimo.  Con ese término, que significa manía del hombre, han querido las prestigiosas autoridades que lo han empleado, señalar un estado de alteración mental en el que el enfermo dedica y concentra toda su atención en la busca de un nombre desconocido, de una frase o de un número olvidado, pero con un afán y ardor tales, que este esfuerzo absorbe totalmente el poder de sus facultades psíquicas. La no satisfacción de este anhelado de seo determina en los enfermos crisis indefinidas de angustia y agitación extrema. Pues bien, ¿hay necesidad de recordar o repetir que este estado, con mayor o menor viveza de colorido, lo ofrecen los afectados de amnesia verbal?

 Ahora bien, la aceptación que hacemos de los conceptos encerrados en el trabajo de Paul Garnier, ya hemos dicho que no es absoluta. Si detrás de una alteración del lenguaje, y coetánea con ella hemos comprobado la existencia de perturbaciones psíquicas, y si hemos visto que lesiones mentales parecen ser la lesión generativa de una afasia, no por eso negaremos la existencia de afasias en las que no se han descubierto alteraciones del orden psíquico. Todavía no sabemos tampoco si estamos libres de fortuitas coincidencias.

 Por las relaciones más o menos estrechas que se evidencian entre la afasia y la locura, y por la paridad que atestiguan con las apreciaciones de Garnier, es por lo que nos creemos en el deber de apuntar los datos expuestos, que hacen relación a nuestra experiencia personal. De esta manera se atrae la atención sobre un punto de estudio tan precioso y que tanto interés encierra. El contingente de nuevos datos, de estudios más completos, de investigaciones más sostenidas y acabadas -que de seguro surgirá- será quien decida si han sido ciertas o demasiado absolutas las apreciaciones del clínico francés.

 

 “La afasia y la locura”, Crónica Médica Quirúrgica de La Habana, 1889; 15:351-3. Anales del Círculo Médico Argentino, Año XII, T-XII, núm. 8, agosto de 1899, pp. 287-90. El Estudio. Semanario de Ciencias Médicas (México), T-II, núm. 7, 17 de febrero de 1890, pp. pp. 101-03.


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