domingo, 2 de marzo de 2025

Algunas consideraciones sobre las psicopatías observadas en la isla de Cuba

 

 Gustavo López


 La Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, República de Cuba, que jamás permanece indiferente al movimiento científico que se opera en el mundo entero, no podía ni debía esquivar su modesto concurso y su presencia en un acontecimiento médico de la importancia del que se realiza en estos momentos, en la capital de su antigua Metrópoli, en el corazón mismo de la nación que la descubriera y que allí llevara la altura de su civilización.

 Esta citada Corporación oficial, la más antigua de su clase en aquella Isla, se ha servido honrarme en su designación para que la representemos en este Congreso, y es este hecho, para nosotros, timbre de tanto orgullo y de tanta estima, que nos obliga a molestar vuestra ilustrada atención.

 Menos extrañeza que lo que expresa esta audacia nuestra, deberá, seguramente, causaros el hecho de traer a esta docta nación, a merecer vuestra sabia crítica, algunas consideraciones, nacidas al calor de nuestro ejercicio profesional y reveladoras, por tanto, de cierto sabor local a que habrán dado vida, aquel hermoso y a veces abrasante sol de los trópicos; aquella suavidad de clima a ocasiones acusadora de enervante dejadez; aquellas dulces y periódicas brisas, que se hacen acompañar del cadencioso murmullo de altísimas palmeras; aquella primavera eterna que aviva y perpetúa el amor; aquel sumando de seductora armonía, tanto y tan bien cantado por los poetas, y casi divinizado por encantadoras mujeres; todo aquello, en fin, que constituyendo idiosincrasia especial de las Antillas, influenciar pueda sobre esa maravilla orgánica, tan primorosamente conformada, que se nombra sistema nervioso del hombre.

  Es, especialmente, sobre este sistema, en su parte más complicada, de lo que entraña de más interesante y representa de más noble y elevado funcionar de la especie humana, a lo que circunscribiremos las líneas que seguirán.

 Así, tocando puntos variados, brindará esta modesta labor ocasión de conocerse la fisonomía particular de Cuba, en estos asuntos especiales, ofreciendo de paso motivo mejor para la discusión.

 Una apreciación general de tenuidad en los síntomas expresivos de las psicopatías observadas en la Isla de Cuba, precisase anotar antes que nada como resultado directo, procurado por el sumando de unos largos años de práctica constante. La diaria observación obtenida a través de quince años de internado en el único manicomio oficial de aquella Isla, que se llamaba entonces «Asilo general de enajenados», y que con saliente impropiedad se denomina hoy «Hospital de dementes», nos ha procurado tal estimación, que ya hubimos de exponer en uno de los trabajos que llevamos al Congreso Médico Regional Cubano celebrado en enero de 1890. El ejercicio libre de nuestra especialidad, y en Sanatorios privados, fuera del servicio del Manicomio desde 1900, no ha determinado variación alguna en este criterio.

 En los enfermos hospitalizados llegamos a pensar que pudiese ello ser debido a que la mayoría eran ingresados en el Manicomio pasado ya el comienzo de la enfermedad, después de transcurridas las fases iniciales del mal, en las que es más ordinariamente frecuente la exageración, la violencia aparatosa de los síntomas. Pero, nuestra práctica ulterior, en que a menudo somos solicitados para conocer el mal desde sus periodos iniciales, en que observamos las primeras manifestaciones del cuadro morboso que más tarde habrá de determinarse y completarse, como así también el servicio especial que hubimos de prestar en la Sala de Observación de presuntos enajenados establecida en lo que era Hospital de Alfonso XIII hoy llamado número 1, a donde precisamente concurren enfermos en los períodos primeros del mal, ha hecho desvanecer este expresado concepto, y nos permite seguir considerando la realidad de esa no alta viveza de síntomas, de esa tenuidad expresiva que señalamos como un hecho general y frecuente en los procesos mentales que se sufren en aquellas regiones.

 No se notan, pues, habitualmente, esos síntomas estrepitosos de hiperfrenia, esos estados tipos de exaltación, o de presión acentuados del centro encefálico, tal como los estudiamos en los clásicos más acreditados. Es sobre todo en las situaciones correspondientes a los estados de exaltación, donde primeramente y mejor notamos esa suave expresión sintomática. Las situaciones depresivas son las que nos han proporcionado menos corrientemente estos contrastes, sobre todo, en los casos ofrecidos por sujetos pertenecientes a la raza negra y a la amarilla o mongola.

 Por esto mismo, es que nos habíamos preguntado la intervención que en el hecho observado pudiera concederse al clima cálido. Porque el clima frío, desde luego, ofrece un mejor y positivo tono al organismo. El cuerpo tonificado más convenientemente por las condiciones naturales del suelo que ha bita, responderá antes a los trastornos psicopáticos que ofrezca con notas perfectamente armónicas a sus condiciones de actividad de mayor viveza funcional.

 La moderna lucha por la existencia, que parece más difícil de librar ahora en todas partes, y que por estos mismos obstáculos determina mayor suma de acciones o de esfuerzos, más viva ansiedad, más hondas sacudidas morales, más con sumo de bagajes orgánicos, en una palabra, y un más persistente estorbo para el ahorro, constituyen ciertamente muy eficaces condiciones para el aumento progresivo de las afecciones mentales que se observan en todas partes.

 Cuando a estas causas se pueden agregar, por ejemplo, las determinadas por la existencia de ciertos desastres sociales, como los que entrañan las guerras, las grandes epidemias, etc., cual ha acontecido precisamente en la Isla de Cuba, es lo lógico que se anote este crecimiento de afectos cerebrales a que aludimos. Pues bien, allí donde todo se ha conmovido tan profunda mente, donde familias enteras han desaparecido, donde todos los hogares se han perturbado por motivos muy diversos, donde fortunas enteras han venido a tierra, allí, repetimos, resulta ligeramente aumentada la línea indicadora del crecimiento de la locura.

 Véanse estas cifras:

 En diciembre de 1896 había en el Asilo de enajenados 1,052 locos de todas clases, razas y sexos, procedentes de las diversas provincias de la Isla. La población total de Cuba era, entonces, de poco más de 1.631,687 habitantes, que representa una más que modesta proporción de locos; un cero enteros 69 por cada mil habitantes.

 En 31 de diciembre de 1902 había en el mismo Manicomio 1,093 enfermos, cifra que tiene muy poca diferencia con la anterior considerada frente a la población de 1.572,797 habitantes, y asimismo considerada en su aumento y frente a la de 1896, pues ofrece diez y siete niños, que antes no admitían en el Manicomio. Las cifras respectivas, pues, de una y otra época, tratándose de personas adultas, sería de 1,052 y l,076.

 Bien sabemos que en el Asilo de locos no están todos los enfermos de esta clase que existen en aquella Isla: bien conocemos asimismo que en la Sala de observación del Hospital número 1, donde van antes de ser ingresados en Mazorra, existen 51; también sabemos que pudieran contarse unos 20 enfermos de esta clase, en las casas de Salud o Sanatorios de la «Quinta del Rey», de la «Purísima Concepción», de «Covadonga» y del «Centro Gallego», que, fundadamente, sólo pudieran anotarse unos 100 enfermos asistidos en hogares privados de la ciudad de la Habana, y que aun siendo pródigos, no pudiéramos anotar más de 50 o 60, repartidos en las demás provincias, donde se carece de hospitales especiales o de lugares oficiales de observación para presuntos enajenados. Pues bien, esto aceptado, obtendríamos:

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 Todos suman 1,324, con una cantidad de población representada por la cifra de 1.572,797 habitantes, lo que da una proporción de 0'84 por 1,000, procurando, por tanto, una cifra muy reducida, muy ciertamente merecedora de especial mención. Y de ningún modo es esta cifra depresiva para Cuba, pues que bien sabemos entraña un error esa vociferada ley de que, a mayor ilustración y progreso de los pueblos, corresponde un número de afectos cerebrales. No. Las dificultades de la existencia moderna, las corruptelas más frecuentes, las infracciones más repetidas a la moral y a la higiene, etc., son los factores que están en armonía con el agobio, rebajando las resistencias y, por tanto, determinando el crecimiento ofrecido por las enfermedades que nos ocupan.

  El número total de locos observado en la Isla de Cuba ha sido siempre apreciable y marcadamente mayor que el de las locas, en lo que se refiere a la raza blanca. Es de señalarse que 300 Algunas consideraciones acerca de las psicopatías observadas, etc. 110 ha parecido obedecer a regularidad alguna, sino, por el contrario, ha presentado variantes tan grandes como las que se pueden contemplar en las cifras que copio, tan sólo de cada par de años, de la población de la casa de locos:

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 Por el estudio de múltiples datos estadísticos se puede llegar a la conclusión de que esta desigualdad viene atenuándose un tanto, a virtud de su consideración frente a las cifras de las admisiones, como parece acontecer en los Asilos de locos de todas partes. Las mujeres y los hombres ofrecen, por tanto, menores diferencias que las anotadas.

 Las cifras de los dos últimos años que anotamos son un buen ejemplo de ello. Y este hecho parece una cosa muy natural, porque la población estable, la permanente en los Asilos, con el rodar del tiempo es natural que sufra cierta reducción, principalmente en el número constituido por los sujetos del sexo masculino. Sin embargo, en Cuba parece que esto no tiene lugar.

 En la raza blanca existe una proporción a la luz del censo de 1902, de un varón blanco por 1,18 hembra blanca; esto es considerando en conjunto todos los habitantes de aquella isla. ¿Por qué esta proporción inversa, tratándose de sujetos afectados de enajenación mental? En casi todos los asilos de Francia, por ejemplo, se puede observar el mayor número de alienados, pero sólo en orden a las admisiones de los enfermos. Después, en el curso de los años, se va regulando la población, y la permanente de los establecimientos de alienados vienen aproximándole a estas cifras: 136 mujeres por cada 100 hombres. No cuesta mucho trabajo buscar el porqué de esta modificación de factores, que primeramente parece procurada por la menor frecuencia y menor gravedad de las enfermedades que generalmente sufren las mujeres. Después los procesos morbosos que ellas padecen, afectan comúnmente una más dilatada evolución. Tienen también, de ordinario, una resistencia mayor que el hombre frente a todas las enfermedades. Mientras el hombre sucumbe a menudo a procesos agudos, a intercurrencias en el curso de sus mentopatías, la mujer va librándose mejor de estos perjuicios.  

 El hombre es, además, un factor social de más utilidad que la mujer, y esto hace que sea con más presteza extraído de las mansiones que la caridad y filantropía ofrecen a la humanidad desventurada, adonde, por el contrario, van aumentando, van quedando los factores menos utilitarios.


 En orden a los blancos naturales del país, compulsadas las estadísticas, resulta que los hombres ordinariamente ofrecen un número algo cercano al doble del que representan las mujeres.

 Esta misma proporción entre los sujetos de naturalidad española ha sido muy diferente, llegando a ser de 8 a 10 veces mayor en favor de los hombres. Pero tal circunstancia también se ajusta a otra condicional, la de la armonía de la población española, cosa que corroboraba perfectamente, también el de ser las provincias del norte de España -que siempre ofrecían un mayor contingente inmigratorio- las que resultaban en mucho mayor número castigadas por los afectos cerebrales.

 A través del tiempo y de los acontecimientos en Cuba ocurridos, estas estimaciones no aparecen modificadas visible mente. En el Hospital número 1, los 51 sujetos que sufren observación se descomponen en 28 hombres y 23 mujeres. De las personas que acuden o son llevadas a nuestra consulta, tenemos casi exactamente tres veces y media más en hombres que en mujeres. Apreciación igual a las que, como sumando total, formulamos a través de los datos obtenidos hasta el año de 1900. Varía completamente este natural orden de hechos en cuanto se refiera a la rasa de color, en la que forman los negros con los pardos o mestizos, sumándolos nosotros con la citada apreciación de personas de color. Las mujeres de la clase de color, principalmente constituidas por negras, ofrecen siempre un muy marcado aumento con relación a los varones de la misma clase.

 En los dos o tres últimos años parece haber disminuido esta proporción. Ya esto resulta en mejor armonía con la que ofrece la población total, que evidencia hembra de color por 1,2 varón de la misma clase.

 ¿Podrá invocarse aquí una menor resistencia que ofreciera el sexo? Si en Cuba es cierto, como en todas partes, que en la raza blanca existe la natural diferencia de sexos en atención a la lucha directa por la existencia que el hombre es ley que la realice, no parece que pueda pensarse lo mismo con la raza. Algunas consideraciones acerca de las psicopatías observadas, etc. de color. Tanto el hombre como la mujer de esta clase es general que libren personalmente su subsistencia. En los antiguos ingenios o fincas azucareras existía lo que se llamaba la dotación, compuesta de seres de uno y otro sexo, sin distingos, sin distingos principalmente para el trabajo, pues todas las operaciones duras del corte de caña, alzada a la carreta, limpieza de cañaverales, chapeo, siembra, extensión de bagazo, cuidado de la boyada, conducción de los sacos de azúcar, etc., todo, todo lo hacían por igual los de uno y otro sexo. Esto se ha suavizado, si se quiere, un poco en los alrededores de las ciudades, de la Habana principalmente, pero sigue manteniéndose con persistente igualdad en otros grandes centros azucareros o de agricultura en general.

 La explicación, pues, pudiera estar en otra parte; quizás pese en este sentido el hecho de ser las mujeres de la raza de color en Cuba las que más se entregan al libertinaje, a la prostitución, y a todos los abusos sexuales, a que también se lanzan muy anticipadamente.

 Ellas constituyen la carne de cañón de la crápula de todas las ciudades; ellas están prematuramente más expuestas a los apetitos carnales; son corrientemente las personas menos acogidas a las bondades de la higiene y de una existencia regulada; son, del mismo modo, las menos abiertas a la moral y al tranquilo goce del hogar; por instinto parecen seducidas por lo accidentado y el azar; ofreciendo a diario gestaciones repetidas, que no saben a quién atribuir, y sufriendo, por tanto, el abandono de los conquistadores. En periodos de gestación muy avanzados, dentro, a veces, de la puerilidad misma, tienen que seguir librando el pan de sus hijos, que crecen harapientos y enfermizos, acogidos cuartuchos sin luz, sin capacidad, sin higiene alguna, dentro mismo de la escuela del concubinato, presenciando a veces el ayuntamiento carnal de sus progenitores. En esa escuela se van sumando los seres a través de embarazos incalculables, que se alcanzan los unos a los otros. Las hermanas mayores, las tías y las hijastras sucediendo a las madres en esta misma y denerganzada labor.

 Los asiáticos ofrecen en Cuba un contingente pobre, en relación con los progresos mentales. Ante el censo de 1887, que daba una existencia de 4,637 chinos en la ciudad de la Habana, de los cuales únicamente 24 eran mujeres, se tenía en la Casa de locos un contingente entre 60 y 70. Hoy, que el censo acusa 14,614 para toda la República, sólo se cuentan 29. En diciembre de 1901, sólo había 24, que es la existencia más pequeña que conocemos. Frente al último censo esta cifra representa un 16'20 por 10,000 habitantes.

 Ellos, corrientemente, no ofrecen más que psicosis de formas depresivas. Hay a menudo el estupor melancólico. En su marcha estos procesos evidencian una desesperante lentitud, y muy pronto entran en la incurabilidad. Buenos ejemplos de psicosis, procuradas por los abusos de fumar el jugo impuro de la adormidera (papaver somniferum), hemos observado en sujetos de esta raza.

 La degeneración saliente, que generalmente ofrecen, el celibatismo que los lleva a la masturbación y a la sodomía, sus insuficiencias alimenticias y sus faltas persistentes a la higiene parece que los preparan bien para la saliente languidez de sus alteraciones mentales. Como también los preparan para los procesos infecciosos, la tuberculosis, etc., que hace en ellos muchas víctimas. Ha sido muy raro anotar en los chinos, ejemplos de insomnio un poco persistente. Por excepción conocíamos en ellos actividad delirante, expresada. No hemos visto ni un sólo caso de delirio sistematizado, de locura crónica progresiva —como tampoco un sólo caso de epilepsia o de trastornos mentales ligados al mal comitialis.

 

 En orden a pronóstico y a cifras de curación de la locura, ocurre en la Isla de Cuba lo que en todas partes.

 Se modifican sus cifras a virtud de la intervención de los mismos factores, que juegan y se estiman de modo general y corriente en la ciencia.

 Debe citarse la lentitud evolutiva, que, como ley general, sufren los procesos psicopáticos. Las formas depresivas, sobre todo, son marcadamente prolongadas. Es corriente que una forma aguda o subaguda de un estado maníaco obtenga su curación sobre el 4.° o 6.° mes, y aun sobre el 8.°, 10.° o 11.°

 Las melancolías requieren un año a veces o más, para comenzar a presentar esas fases de remisiones que las van acercando a las curaciones. Cual acontece y se considera como ley en todas partes, ocurre también en Cuba, que de las formas expresivas de psicopatías primitivas, las manías y las melancolías, son asimismo las formas mentales más frecuentemente observadas. Del mismo modo son ellas las que procuran un más crecido número de curaciones. 

 Analizadas cuidadosamente variadas estadísticas, creemos que, en orden a frecuencia, podemos afirmar un más apreciable número de casos de locura sistematizada crónica o de delirio crónico progresivo, en estos tres o cuatro últimos años. Esta forma de perturbación mental representa como un 10 por 100, en relación con las otras formas psíquicas. Es mucho más susceptible de padecerlas el hombre que la mujer.

 Muy apreciable crecimiento parecen ofrecer los variados estados mentales de los degenerados, o las formas de la locura degenerativa, que corresponden al grupo de alienaciones constitucionales. Se explica perfectamente que ocurra al igual en todas partes, porque depende directamente del mejor cono cimiento que hoy se tiene de todas estas situaciones, en que tanto se ha progresado recientemente. Las variedades que allí se ofrecen, son también muy numerosas. Las consultas privadas, de los que hacemos especialidad en Cuba, nos brindan numerosos ejemplos de muchas variedades.

 A este propósito creemos deber agregar que en la Gran Antilla no tenemos constancia seria de la existencia, de lo que se ha llamado locura circular. Siempre ha sido eso para nos otros una entidad imaginaria. Como así también, la locura periódica, la locura intermitente, etc., etc., pues, a nuestro ver, todo ello se encuentra constituido por estados degenerativos, variados. Resultan fases episódicas de la degeneración mental. Algo idéntico pudiéramos también expresar acerca de lo que llama psicosis puerperal, que no podemos entender sea entidad nosológica, tanto menos cuanto hubimos de conocer a este respecto las ideas del ilustre profesor Magnan, de Gilbert-Ballet, y de Toulouse.

 De parecido modo debiéramos expresarnos también en lo relativo a la locura palúdica. Allí, en la Isla de Cuba donde tantas formas, complicaciones y accidentes de la infección palúdica hemos observado; allí donde disponíamos de excelente y abundante material; allí donde tuvimos siempre expresiones activas a menudo graves del paludismo, aun en la misma casa de locos, no tenemos conciencia de que existiera nunca lo que se dio en llamar psicosis palúdica. Ningún médico de renombre la ha señalado nunca. Ningún especialista le ha dado carta de naturaleza. No hay en todo esto, señores, de locura palúdica, como de locura intermitente, de circular, la puerperal, etc., más que el poder, la acción de ciertos factores, ejerciendo influencia sobre un escenario morboso. En lo que a una u otra cosa se refiere, puede que sólo exista alguna forma aguda de un delirio tóxico o del delirio infeccioso de Klippel; no hay, en una palabra, mas, ni otra cosa que la herencia, la predisposición, el alcoholismo, las infecciones, las intoxicaciones o autoinfecciones, o autointoxicaciones, factores etiológicos que ejercitan su acción aprovechando diversas oportunidades morbosas, lo mismo que resulta para las psicosis postoperatorias. Sólo habría entidad morbosa en todos estos casos para esos espíritus cautivos de novedades o para aquellos que gustan de recreaciones imaginativas.

 ¿Recordáis la ovariomanía, la uteromanía, la locura de la masturbación, la de la cejes, la de la Juventud, la de los recluidos, etc.? Pues todo esto forma un conjunto representativo ante la historia de los esfuerzos de nuestros módicos antecesores a nosotros, pero cuya interpretación de hoy está muy distanciada de las ideas que primeramente representaron. Nada nuevo, nada de particular, creemos tener que exponer en orden a la psicosis histéricas y epilépticas que observamos en Cuba, Nada tiene que anotarse allí que no se observe al igual que en todas partes.

 Las formas confirmadas de locura alcohólica, parece, a primera vista, increíble, que presenten en Cuba un reducido número de casos, allí donde se consume crecida cantidad de bebidas alcohólicas. Observamos si, infinidad de sujetos portadores de estados alucinatorios los más variados, ligados o no a otras perturbaciones imputables al manicomio, aunque nutran fuertemente nuestras consultas particulares. Este núcleo, por lo común, lo constituyen el elemento comercial y observamos en él muchas curaciones.

 El bebedor consuetudinario, ayudado sin duda por el clima, suele pagar caro su funesto hábito, resultando víctima de procesos agudos que interrumpen por decirlo así, la constitución de las situaciones psicopáticas. Por eso aparece un número reducido en los manicomios. Más de un 10 por 100 de curaciones puede asegurarse que se observan en la locura alcohólica.

 Contra lo que a primera vista pudiera creerse, las afecciones cerebrales orgánicas, no se observan con frecuencia en aquella República. Los estados demenciales, ya primitivos, ya consecutivos a otras formas de psicosis, son los que parecen ofrecer un mayor número de estas situaciones. Y tanto, que constituyen en épocas regulares, moneda corriente, en el Manicomio oficial, el crecido contingente de estos casos, constituyendo ejemplos verdaderos de longevidad. Hoy su número es muy reducido, porque, es claro, estos desgraciados enfermos, ante los procesos agudos intercurrentes o contagiosos que sufren, tienen fácilmente que sucumbir orgánicamente lesionados, minados, sin duda en los elementos de defensa, resultan, a la luz de las experiencias de Charrin y de Nietis, prontamente vencidos.

 Debemos llamar muy principalmente la atención, en esta oportunidad, acerca de la poca frecuencia con que se observa en Cuba la parálisis general o la psicosis paralitica.

 Siendo esta afección un padecimiento mental muy frecuente, al decir de Hammond, ocupando la cuarta parte de los enajenados varones en los establecimientos de alienados, según las frases de Legrand du Saulle; debiendo presentarse un caso de esta enfermedad por cada cuatro o cinco enfermos, según la estimación pronunciada por el profesor B. Ball, es verdaderamente extraño que en Cuba ocurra precisamente lo contrario; y no en un año, ni en una pequeña época determinada, sino que así viene ocurriendo desde hace muy remota fecha. Desde la época del primer médico-director que tuvo la casa de locos, el Dr. José Joaquín Muñoz, que señaló y se anotó por él este hecho. Ocurría ello en el año 1863. Por todos los que en estos asuntos se han ocupado después, por nosotros en 1890, en el Congreso médico regional cubano, se ha seña lado asimismo esta rareza. En los Sanatorios privados, en los Asilos todos de enfermos, sea de hombres o de mujeres, no se hace más que confirmar esta apreciación.

 Las conjeturas variadas que formulamos acerca de esta rareza, resultaban posteriormente un tanto modificadas a tenor de datos que estamos aún reuniendo. Nos referimos al factor etiológico sífilis, como la condición más seriamente eficaz para conducir a esa terrible afección cerebral que, tan alto ha colocado los nombres de Calmeil y de Bayle. Así se explica satisfactoriamente el hecho siempre evidenciado de que la mayor frecuencia de psicosis paralítica resulte en los centros populosos.

 Así se explica que ésta haya sido observada en todos los autores y que en los asilos de París se note tan claramente con relación a los situados en las campiñas. Así elocuentemente lo ha probado en su Memoria acerca del Asilo departamental de Bonneval, cerca de París, el doctor Camuset, que, refiriéndose a un periodo de diez años, desde 1883 a 1892 inclusive, sólo da cuenta de 64 hombres y de 12 mujeres con locura paralítica, lo que trae poco más de siete ata cados, cifra que se aproxima y que en muchos años es menor que la ofrecida por la Isla de Cuba.

 Así nos podemos dar cuenta también de la rareza de esta afección en la mujer, muy marcada en nuestro país, mucho menos expuesta que el hombre a la influencia sifilítica y de vida genital más restringida.

 En quince años de servicio en el Asilo Mazorra, notamos que el número de casos de esta dolencia recaía preferente mente en inmigrantes, en sujetos españoles, gente del comercio y militares que, por la clase de vida errante libre, o cuyo estado célibe los acerca tanto a la infección sifilítica. Los casos que observamos de 1894 a 1900, en militares, comerciantes y empleados españoles, en que completamos los datos proba torios, no permiten duda de ninguna clase.

 La tesis del Dr. Cabourean, de 1901, sanciona nuestras estimaciones. Hermosas y elocuentes son las cifras que toma del Dr. Garriere, que estudia «la frecuencia relativa de la psicosis paralítica en los seglares y en los religiosos». Parecen apoyar también estas afirmaciones los estudios modernos relativos al citodiagnóstico de la parálisis general, pues un investigador, un acreditado profesor, en la «Sociedad Médico psicológica francesa», en julio de 1902, ha hecho notar que la presencia de linfocitos en el líquido cefalorraquidiano, se encuentra también en todas las encefalopatías sifilíticas, sin extrañarse por ello, que todas estas situaciones morbosas terminen por la parálisis general. (2)


 Notas del texto: (1) Aunque este trabajo se publicó hace algunos años, lo reproducimos por ser uno de los más notables del Dr. López. (2) Comunicación dirigida al Congreso internacional de Medicina, celebrado en Madrid en 1903.


 “Algunas consideraciones sobre las psicopatías observadas en la Isla de Cuba”. Trabajo presentado al XIV Congreso Internacional de Medicina en Madrid, 1903. Crónica Médico Quirúrgica, T-XXIX, pp. 297-307; folleto, Imprenta de Roces y Pérez, 13 p.; y, Revista Frenopática Española, 1911, 10 (118), 296-307. Versión actualizada de “Notas sobre las afecciones mentales más frecuentes en Cuba, y particularidades que ofrecen”, ponencia presentada al Primer Congreso Médico Regional (La Habana, 15 de enero de 1890), recogida en Crónica Médico Quirúrgica, T. XVII, febrero de 1891, pp. 105-111, 150-159, y resumido en Revista de Medicina y Cirugía Práctica, Madrid, 1890, 27, 319-20.


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