martes, 14 de febrero de 2017

Suicidas… Juan Justo Reyes





  Escritor y maestro. Nació en Andalucía y se radicó en Regla hacia 1824, donde fundó poco más tarde una escuela lancasteriana. 

 Influido por Varela y el sensualismo francés, y sobre todo, por el utilitarismo de Bentham, sus ideas tuvieron bastante aceptación en el seno de la Sociedad Económica, al menos entre 1828 y 1832. 

 Reyes impulsa en Cuba una tradición pedagógica moderna en la que participan, entre otros, desde diferentes tendencias, José de la Luz y Caballero, Mariano Cubí y Soler, y los hermanos González del Valle.

 Sus Consideraciones sobre la educación doméstica y la instrucción pública en Cuba, publicadas en 1832, tuvieron enorme impacto. Ese mismo año, Luz y Caballero edita su estudio Revista de los exámenes generales de las escuelas y colegios de esta ciudad donde, entre otros “errores de la educación”, critica acerbamente la "libertad de enseñar" propugnada por Juan Justo Reyes.

 En 1834, las relaciones de Reyes y Luz Caballero se vieron definitivamente afectadas, cuando el maestro gaditano arremete contra Saco bajo el seudónimo de “Aritmético curioso”, al tiempo que Luz sale en su defensa en la serie de artículos "Cuatro palabras al Aritmético curioso".

 Reyes se había opuesto al proyecto de una Academia Cubana de Literatura, y Saco ya había tenido que abandonar la isla. 

 Era el comienzo de una disputa que se tornó cada vez más enconada y se extendió por lo menos hasta 1840, cuando Reyes fue acusado desde la sección de enseñanza de la Sociedad Económica de querer monopolizar la educación. 

 Juan Justo Reyes publicó además una Memoria sobre la vagancia (1831), muy en la línea del bayamés; Nuevos elementos de geografía astronómica, física y política (1832); Memoria sobre la naturaleza y uso de la moneda (premiada por la Real Sociedad Económica de la Habana en 1833); Manual de prosodia y ortografía compuesto en obsequio de las personas que se dedican al noble ejercicio de la pluma (1838); y los muy citados Principios analíticos de la gramática general aplicados a la lengua castellana (1838), considerada una de las gramáticas más importantes del siglo XIX.

 Durante algunos años fungió como redactor del Lucero de La Habana, donde firmaba sus trabajos bajo el seudónimo de Bazioli.

 Desde 1836 se desempeñó también como funcionario de la Real Hacienda. Dos años más tarde escribió un alegato en defensa del intendente Claudio Martínez de Pinillos, tildado de malversación y de otros manejos irregulares de las arcas públicas que nunca se probaron.    

 Curiosamente, en 1842 Reyes sería acusado de un desfalco de diez mil pesos en el ramo de loterías, siendo procesado y encarcelado. José Antonio Echeverría comunicaba en carta a Luz y Caballero este suceso, calificando a su presunto autor de inmoralidad. Otros testimonios de época defienden su integridad e incluso insinúan que fue víctima de un complot político.

 No obstante, su suicidio en mayo de 1844 aparece atribuido a otra "causa moral". Se ha dicho que, hallándose encarcelado en el Castillo de la Punta, se presentó allí recién llegada de Cádiz una mujer, su primera esposa, de quien se había separado veinte años antes, acusándolo de bigamia, por lo que, “desesperado, se ahorcó en las rejas de su mismo calabozo.”

 Su hijo Juan María Reyes (1830- 1878) fue un escritor cubano que pasó casi toda su vida en la miseria… Vendedor ambulante, se vio obligado a vivir en una ciudadela con su esposa e hijos. Hacia 1867 comenzó a colaborar en La Aurora y en el periódico de los reformistas, El Siglo. Sus artículos alrededor del pauperismo y sobre las condiciones sanitarias y laborales de los tabaqueros, califican como el primer acercamiento al proletariado en Cuba.
 

 Pedro Marqués de Armas

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