domingo, 26 de febrero de 2017

Suicidas en Cuba... Enrique Stouder




 Comerciante suizo, nacido en Winterthur a finales del siglo XVIII. Llegó a Cuba procedente de New Orleans hacia 1819. Se instaló primero en La Habana, donde estableció la firma Stouder y Cia, que contaba con casas de comercio y almacenes, y que extendería a Matanzas donde se radicó pocos años más tarde.

 En 1824 se casó en Santa Ana (Cidra) con una inglesa natural de Kinkle, condado de Lester, llamada Sara King. Lo próspero del negocio le permitió comprar un espléndido cafetal en las afueras de la ciudad y compartir otras propiedades rurales.

 Fue uno de los anfitriones del hijo del Mariscal Ney en su visita a la isla en 1831, a quien alojó en su casa de la calle Manzano, acompañándolo en paseos por la ciudad –valla de gallos incluida– y excursiones por la bahía y los campos matanceros.

 Su muerte repentina después de un escándalo que afectaría a su reputación como negociante, se adjudicó a un suicidio por envenenamiento con ácido cianhídrico y extracto de opio.

 En carta que dejó a su amigo Simón de Ximeno escribió: "Muero de una muerte violenta y voluntaria. Qué aflicción para uno, que nunca pensó afectar a nadie más que a uno mismo". Y a uno de sus socios comerciales, le dice: "arrastro la existencia de un convicto que van a sacar para el patíbulo. Debo morir. Y las maldiciones que me siguen susurran ya en mis oídos con los acentos más hórridos y penetrantes".

 La muerte de comerciante ocurrió en julio de 1831. Sus socios habían disuelto la firma el 15 de febrero. Su nombre completo: Henry Stouder Eberhard.

 Casi toda la información ha sido tomada de Cuba en 1830: Diario de viaje de un hijo del Mariscal Ney (Ediciones Universal, Miami, 1973), cuya introducción, notas y bibliografía son de Jorge J. Beato Núñez. 

 Imagen: Carruaje en la noche, Rodríguez Morey. 


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