miércoles, 2 de abril de 2014

Matiabo y San Hilarión



 El Dr. Montalvo refiriéndose a lo expuesto por el Sr. Varona hizo mención de las herraduras y alacranes que ciertas meretrices colgaban detrás de las puertas de sus casas para que así la suerte las protegiera… Después habló del culto fetichista que se observó durante la insurrección con el ídolo Matiábulo (sic) que tuvo grandes sectarios y se le atribuyó un extraordinario poder sobrenatural. Consistió éste, en una grande figura humana toscamente esculpida, con ojos de color rojo, cuyo dibujo publicó en Madrid “La Ilustración Española y Americana”.
 …El Sr. Varona agregó que no solamente negros sino que muchos blancos formaron parte de los llamados Matiábulos que se creían libres de la muerte, pudiendo en virtud de la protección de su dios afrontar los mayores peligros, seguros de que saldrían siempre ilesos, y que fue necesaria toda la gran energía del general Agramonte para destruir semejante fetichismo, probando a los adeptos de un modo práctico y fuera de duda que estaban expuestos a la muerte como los demás.
 El Dr. Montané cree que se deben dar gracias al Sr. Varona por haber suscitado el debate sobre una cuestión tan interesante. Es tiempo todavía de recoger esas costumbres locales que la tradición parece referir a la razar negra y que están expuestas a desaparecer con ellas. Pero, por desgracia, no sucederá eso pues esas costumbres se han extendido a las razas que pueblan esta Isla.
 Sí¡ la raza blanca también tiene fetiches!
 Allá en la manigua y en medio de los hombres de color, se adoraba al ídolo Matiábulo con los ojos color rojo. Aquí en medio de la gran ciudad, en el seno de los hombres blancos se venera a S. Hilarión, representado por un trozo de madera, cubierto con un paño grosero que un hábil explotador vende por pedazos. Aquí también tenemos a S. Ramón, cuyo busto de yeso preside a los partos, etc., etc.
 …No hay duda ninguna de que por lo general las costumbres de la raza inferior han ido infiltrándose poco a poco y como inconscientemente en la vida de la raza superior. 

 Actas Sociedad antropológica de la Isla de Cuba, Comisión Nacional Cubana de la Unesco, La Habana, 1966, pp. 91-92. 

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