sábado, 6 de abril de 2013

El chino de la charada




 ¡El chino, señores! ¡El chino! ¡Aquí está para ustedes el chino! El chino que lo mismo se arrastra que vuela; el chino de las mil patas; el chino de las mil cábalas. El chino con su cara de bobo, pero que no es bobo. Miren al chino, señores, compren al chino, adoren al chino, jueguen al chino, rompan el misterio del chino y, …, ¡a probar suerte!

 ¡A jugar con la suerte y a cambiar nuestra vida por otra en la que reine la suerte! ¡Compren al chino, llévense al chino, cuelguen al chino y su libro del destino y de la suerte! Aquí encontrarán ustedes la verdad de cómo dejarse guiar por todas las numeraciones. Aquí están además los versos y sus interrogaciones, las mágicas respuestas para lo que soñó usted anoche, hace tres noches, ayer o esta mañana. 

 Aquí están las respuestas que dan la clave de los versos y de los sueños: “el ojo que camina despierto”, “la lechuza que anda sin patas”, “el animal que camina por los tejados y no rompe las tejas”, “la cabeza del muerto que no está muerto”, “el niño que orina dulce y no es tan niño”, “la monja que se acuesta con velas” y “el animal que si se toca, se agita y vomita”. ¡Aprovechen, señores, compren mientras me queden los últimos chinos de la suerte! ¡Veinte centavos solamente!


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