El 2 de diciembre de 1958 los pilotos de la Dictadura
bombardearon Manatí en la provincia de Oriente dejando como saldo sangriento de
su incursión sobre el pueblo nueve cadáveres de personas que eran completamente
ajenas a los partes que luego fueran emitidos por el Estado Mayor del Ejército.
Cuando aparecieron los
aviones los indefensos civiles buscaron refugio donde creyeron que podían escapar a las bombas de los
aviones. Entre las mujeres, hombres y niños que allí se refugiaron se encontraban
Ricardo y Armando Peña Mejías de nueve y tres años respectivamente que,
inocentes del peligro que se cernía sobre ellos, jugaban con otros muchachos de
su edad. Pero la muerte hizo acto de presencia: uno de los cohetes lanzados desde
el avión penetró en el refugio donde se resguardaban.
Ricardito y Armandito salvaron
milagrosamente sus vidas pero, despedazados en el ensangrentado suelo quedaron
sus padres: Ricardo Peña y Nereida Mejías así como abuelos Escolástico Mejías y
Benita Ocampo junto a otros cadáveres hasta el citado número de nueve.
El señor Bernardo
Jurado Boada que nos remite los datos para esta información desde el Central
Manatí, nos informa que los niños han quedado bajo la tutela de una tía y que
no les faltará el alimento ni las ropas pero que quedarán privados de los
estudios necesarios ya que sus tíos no podrán costeárselos.
Nuestro comunicante
espera que una gestión de BOHEMIA pueda servirle a Ricardito que hoy está en
cuarto grado, para obtener una beca. Aquí el Pueblo recoge esta petición y la
traslada a las autoridades escolares de la nación en la esperanza de que este
niño y también su hermanito, huérfanos en circunstancias tan trágicas encuentren
la forma de hacerse hombres de provecho.
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