Muy común en todas partes, tanto en las casas
como en el campo y en los montes; muy dañino, menos por lo que come que por
roer la ropa, los muebles, víveres, etc. No necesito describir el pelaje ni las
costumbres, pues todo es muy sabido. Esta especie era conocida en Europa desde
la antigüedad más remota.
La variedad albina es bien conocida, pues se
la cría a menudo en jaulas o en pomos muy grandes.
Se han observado no solamente en la Isla de
Cuba, sino también en Europa (Alemania) ratoncitos cantores. Yo mismo los he
oído cantar en una casa de la calle de Cuba en La Habana, y en otra de la calle
de la División en Guanabacoa, y he tenido uno en una jaula, donde cantaba de
noche. En esta operación se veían moverse los cachetes y el vientre. El canto
era de poca fuerza, y parecía el de un pajarito que empieza a probar el canto
de su especie. Un conocido mío, alemán, preso por causas políticas en Alemania,
observó en su prisión por mucho tiempo dicho canto, y publicó después un artículo
en el periódico ilustrado Gartenlauhe
(1861, p. 777). En los periódicos de La Habana, (no recuerdo en cuáles ni en
qué año) se habló también de unos ratoncitos cantores. Supongo que el canto es
particular a algunos machos en el tiempo de los amores.
Contribución a la Mamalogía Cubana, por el Dr. Juan Gundlach, Socio de Mérito de la Real
Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana; de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País; y Socio de Mérito o Corresponsal de
varias Sociedades americanas y europeas, La Habana,
1877, p. 49.
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