martes, 24 de abril de 2012

Informe sobre el hormiguero



  
 Felipe Poey


 He tomado conocimiento por encargo de V. S. S. de un oficio anónimo, pues firma Un Güinero, el cual recomienda la introducción en esta Isla del Tamanduá Guacú, para la destrucción de las bibijaguas.
 El animal citado en el anónimo pertenece al género Myrmecophaga, que traducimos en español por Hormiguero.
 El carácter principal de este género consiste en el defecto total de dientes; pero en compensación existe una lengua larguísima y glutinosa, que sirve al animal para buscar su alimento en los nidos de las bibijaguas y otras hormigas, no menos que en los huecos y rendijas donde se esconden otros insectos, pues sería un error el creer que se alimentan exclusivamente de hormigas. Buscan con preferencia las casillas de los comejenes, las cuales perforan para introducir la lengua y extraer sus habitantes. Las especies conocidas de hormigueros habitan la América del Sur, séase el Brasil, el Perú, el Paraguay.
 La especie más notable por su tamaño, pues alcanza a cuatro pies de longitud es la que indica el Güinero, llamada vulgarmente Tamanduá Guacú, y por Linneo Myrmecophaga jubata. Vive en parajes bajos, y aun húmedos, sale de noche a comer insectos y no trepa sobre los árboles. Tiene cuatro dedos delanteros, uno de ellos armado de una uña poderosa que encoge hacia abajo. Es animal inocente, si no es atacado; pero fuerte, valeroso y peligroso, si teme por su vida.
 Hay otra especie de dos pies de longitud y de cola prensil, la cual vive sobre los árboles; es el Myrmecophaga Tamanduá de Cuvier.
 Hay otra del tamaño de una rata, que también tiene la cola prensil, y es trepadora; tiene solamente dos dedos delanteros, por lo que se llama en la ciencia Myrmecophaga didactylus de Linneo.
  Estas tres especies pueden destruir muchas hormigas: veamos hasta que punto pueden ser útiles.
  El gran Tamanduá tiene el inconveniente de habitar parajes bajos y húmedos, de los cuales se apartan las bibijaguas, las cuales buscan terrenos secos: sus costumbres no son sociables, ni su inteligencia adelantada, para que pueda domesticarse y prestar servicios voluntarios bajo la dependencia y compañía del hombre. Sueltos por los bosques frecuentados, serían prontamente presa de cazadores o de hambrientos que no respetan la utilidad pública; y en los bosques no frecuentados serían de ninguna utilidad: pueden ser peligrosos, si se creen atacados.
 No olvidemos que a falta de comejenes, se alimentan de toda suerte de insectos, sin ir en busca exclusivamente de hormigas y bibijaguas. No creo por lo tanto que su introducción deba ser objeto de la solicitud económico-agrícola de esta Sección. Solamente convendría en un jardín, donde viviera encerrado, y pudiera andar suelto de noche; pues de día se queda dormido.
  La segunda especie no tiene el inconveniente de vivir en parajes húmedos, y tiene la ventaja de ser mas inocente, y de poder hacer la guerra a las bibijaguas, ya en tierra, ya en los árboles; pero si se extendiere por el Departamento Oriental, destruiría seguramente las abejas, y con ellas el comercio de cera blanca y de cera prieta, que es ya considerable en la Isla.   
 Por su tamaño, no se libraría de la persecución de los cazadores, y no pudiéndose domesticar, no hay esperanza de que permanezcan en una finca donde pudieran apreciarse sus servicios, ni menos en terrenos cultivados que no les ofrecen habitaciones frondosas.
 La tercera especie está en igual caso, aunque por su pequeñez puede multiplicarse más fácilmente, pero hará el mismo daño a las colmenas, y si tiene otros insectos a su disposición no se empeñará en buscar bibijaguas.
  En cuanto a la destrucción de los comejenes, que habrá indirectamente llamado la atención de V, S. S. es de advertir que la especie que más interesa á los Mirmecófagos es la que levanta pirámides en los troncos podridos; y no es la misma que destruye las habitaciones en las ciudades y fincas rurales.
  Por lo dicho creo que es de poca utilidad, y de mucho riesgo la introducción propuesta.


  Repertorio Físico Natural de la Isla de Cuba, Tomo I, La Habana, 1865-1866.

  Imagen: La Osa Hormiguera de su Majestad, atribuido a Goya.

    

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