Dolores Labarcena
Hace unos años, en lo que buscaba imágenes de las
aldeas flotantes de los korowai: pueblo aborigen de Nueva Guinea Occidental, me
topé por pura casualidad con un texto insólito. Lo hallé, bostezando en medio
de la cacofonía imperante, en una web especializada en bioarqueología y
antropología social en el apartado de misceláneas, tenía por título Vademécum
del Cordianismo. Admito que mi espíritu lector dio rienda suelta a mi dedo
índice y me adentré en él dejando entre renglones mi propósito inicial. Cuál
fue mi estupor, ahora que poseemos tantas herramientas digitales para localizar
cuásares con corrimiento hacia el rojo incluso a 13.000 millones de años luz de
la tierra, ¡que no es jarana!, al descubrir que el país donde ocurrían -u
ocurren- los sucesos narrados no aparece ni en los atlas analógicos.
Vencida por la ignorancia y orfandad de conocimientos,
y no encontrando la biografía de la autora en esa enciclopedia libre que es
Wikipedia, me di a la tarea de intentar comunicarme con ella a través del email
de la web. Y dio fruto. Recibí respuesta dos semanas más tarde. La autora que
me mantuvo en ascuas era nada más y nada menos que Magdalena Duany (Quito,
1981). Doctora en antropología y profesora adjunta del American Samoa Community
College, donde encabeza un proyecto innovador sobre eco-economía sostenible y
biodiversidad para promover el desarrollo endógeno en la Polinesia.
Harta de desinformación, de pseudoliteratos y
ciberfantoches que contaminan las redes más que el plástico en los mares, al
fin nos dimos cita por Skype. En esa hora y cuarto que duró nuestra conexión me
habló de Krishnamurti, la prisión de Bang Kwang, los manglares de Samoa, la
ruta de la seda a la inversa, la Guía de los perplejos de Maimónides, el
olluquito con carne, los nyangatom, origen y expansión de la Mara Salvatrucha, 1984
de Orwell, el hundimiento del Prestige, el gran Buda de Buduruwagala, la
extinción del pochuteco, el Mar de Aral, Saint Germain, los jarawa, la manteca
de copoazú y sus beneficios, Cultura y simulacro de Braudillard, los
amahuaca, el sashimi de atún, la escarificación de los hombres de Sepik y su
significado, la polución sonora, el mandazi con azúcar glas, En busca de la
eudaimonía perdida de Tejo del Hoyo… “¿Me sigues?” Usaba esa
muletilla con su voz gangosa, acolchada, ligeramente faríngea. Intentaba -o eso
creí- comprobar si mi interés era genuino. Asimismo, me confesó sin cortapisas
-quizás pensase que era de mi dominio el dato- ser la viuda de Aram Yifrah, el
tristemente célebre paleontólogo, fotorreportero, saxofonista, pintor y,
además, activista por los derechos humanos danés capturado en Siria y
decapitado por terroristas de ISIS (todavía se encuentra rodando por la Darknet
el vídeo de la ejecución).
Escuchándola -saltando de tema como tenista en la
cancha-, enfática, pero libre de envanecimientos, reconocí que su erudición era
lo suficientemente auténtica. Parecía, pues jamás pude franquear los recovecos
de su temple andino, que se asignaba a sí misma neutralidad y rigor respecto a
la evolución de la humanidad, sus culturas y religiones. Sin embargo, aquello
que tenía en el tintero no hubo forma de traerlo a colación. La única pregunta
que tímidamente emitió mi aparato fonatorio cuando me dijo que debía cortar la
conexión porque volaba a París para asistir a una conferencia sobre la
influencia de la mística judía en la escritura de Borges, fue la siguiente: ¿Me
dejas reproducir Vademécum del Cordianismo en mi blog? Y accedió,
siempre y cuando citase la fuente original.
Esta disertación, (tomando las pistas que me ofreciera
entre filosofía, hecatombes, sitios y platos exóticos) por demás instructiva,
refleja, grosso modo, el tema central de su tesis. O sea, que
Vademécum del Cordianismo pone de manifiesto el declive de la hegemonía
político-cultural de Occidente, el enquistamiento y proliferación de los
sistemas autoritarios, la autocensura de los medios de comunicación, y el rol
que juega en ese constructo el individuo-masa, vaciado de su propia historia y,
por ende, de su condición primigenia.
Debo revelar, de manera particular a la doctora Duany,
a la que agradezco los conocimientos y el tiempo prestados, que ese encuentro
fortuito, ¡para cada pabilo hay siempre una cerilla!, dio pie al nacimiento de
este libro que cierro a modo de epílogo con Vademécum del Cordianismo,
que no es más que la recopilación de prosas, crónicas, traducciones y
descubrimientos literarios que tuvieron lugar desde 2014 hasta la fecha. Ahora
bien, ¿dónde está Barequia?, se preguntará el destinatario de estas líneas. Y
le respondo parafraseando a Hecateo de Mileto, quien sostuvo que la tierra
tenía la forma de un disco, con Grecia, naturalmente, en su
centro.
De Electra y el extraterrestre amarillo, Potemkin ediciones, 2025.
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