viernes, 23 de octubre de 2015

Especial de abeto





  Joaquín Nicolás Aramburu

 Merced a la energía de un gallego activísimo, José López Rodríguez, Cuba cuenta desde ahora con algo que son pocas las naciones que tienen: una soberbia instalación de maquinarias para impresión de billetes de Banco y toda clase de sellos de uso oficial.
 Verdad es que todos los aparatos han sido adquiridos en los Estados Unidos; verdad que es yanqui Mr. Foster, el director de los talleres, y yanqui Mr. Burns, el fabricante de las tintas especiales que se emplearán en la impresión: pero es capital de un español, reunido en Cuba, el que nos permite decir: no necesitamos del extranjero para timbres y billetes que hacemos en la capital de la nación, tan delicados y perfectos como los que hasta ahora veníamos usando.
 El día 20 fue la inauguración de los hermosos talleres, a cuyo acto asistieron el general Menocal, miembros de su gobierno y numerosas personas ávidas de admirar lo que constituye un progreso notabilísimo para la industria nacional.
 Ya el señor López Rodríguez había instalado máquinas para la impresión de billetes de Lotería; ya su Casa Editorial había impreso numerosas obras didácticas y literarias: ya su Librería honraba al país. Ahora ha puesto el sello a sus triunfos esta magna obra.
 El Estado obtendrá economía en la Impresión de sellos de correo y del empréstito, que veníamos adquiriendo en Nueva York. Y además, no solo algunos norteamericanos, sino una multitud de cubanos y españoles, y de niñas y señoras pobres, se ganarán decorosamente la vida en los nuevos talleres.
 Diseños, dibujos y grabados han sido hechos por artistas habaneros. El papel, especial de abeto, ese sí procede de la Carolina del Norte, en cuyo Estado crecen los árboles de que se obtiene. Y ello viene a robustecer mi invariable criterio de que los dos países vecinos, las dos razas, la ibérica y la sajona, pueden entenderse, ayudarse a realizar unidas progresos admirables.
 El genio español, la perseverancia y la iniciativa del español o del latino-americano, utilizando los adelantos de la agricultura y de la industria del pueblo anglo-sajón, están capacitadas para mejorar los medios de vida y aumentar la natural riqueza de estos países que España colonizó.
 Con máquinas americanas, papel americano y un técnico americano, en los talleres de un gallego, harán obra perfecta de litografía y tipografía una porción de hispano-cubanos, que de ella vivirán cómodamente. Y ese dinero que desde ahora deja de salir de nuestro país, en beneficio general, quedará, alimentando la circulación monetaria.


  La Vanguardia, 11 de febrero de 1914.

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