domingo, 4 de octubre de 2015

A deportarlos




 Adolfo Dollero

 Se ha hablado mucho de Agramonte por las salvajadas de los negros brujos, que no quieren olvidar los ritos ancestrales del África tenebrosa. Pero el problema no atañe solamente al Término de Agramonte, sino a la isla entera.
 Brujos hay doquiera en Cuba, y esta plaga, producto del fanatismo y de la ignorancia, no podrá extirparse más que con Ia multiplicación de las escuelas y con penas muy severas en contra del curanderismo en general.
 Sin embargo, siendo imposible obtener un éxito favorable y rápido con los medios arriba indicados, me parecería realizable la medida siguiente para hacer cesar la terrible amenaza que se cierne sobre la sociedad civilizada.
 El Gobierno cubano adquiriría una gran extensión dc terreno en el África, (y si posible fuere, en las mismas regiones que mayor contingente han dado a la esclavitud) y deportaría allá a todos los que practicaran la brujería.
 Les proporcionaría útiles para labranza, semillas y algunos animales domésticos, abandonándolos a sus prácticas crueles e imbéciles.
 Para evitar la posibilidad de abusos Y venganzas personales, una comisión formada de algunos ciudadanos de reconocida moralidad e independencia política, examinarían y comprobarían cada caso antes de dar la sanción definitiva a las deportaciones.
 Las impresiones digitales de cada deportado impedirían su regreso a Cuba.
 ¡Ignoro si es que la idea me parece magnífica por ser mía!


 La provincia de Matanzas y su evolución, La Habana, 1919, p. 373. 

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