sábado, 13 de diciembre de 2025

Diez poemas de Maria Luisa Spaziani



Maria Luisa Spaziani 

 

Un verso


Un verso es un rey que con la cortesía

de los reyes, llega puntual a cada reunión.

Nunca nace cinco minutos antes

de conjunciones fijadas ad aeterno.

 

Sería un descarrilamiento de planetas.

 

Un verso es un dios que se presenta, tiembla

en tus ventanas, tiene frío, no encuentra las palabras.

Y a veces muere por el blanco

temor de no nacer.

 

El año muere

 

En tu piedra no hay escrito un nombre.

Fuiste una leyenda, un puro destello de aire,

fuego duende que da forma a un sueño

y llama inexorable contra cada rama seca.

De tu historia no queda conclusión alguna,

no habrá una clave para todo tu misterio.

Fuiste un pez estelar en las profundidades,

el signo misterioso de una progenie extinguida.

Muere el año en brumosos caminos de acuario,

¿a quién desearé mis buenos deseos? ¿y cómo podré 

                                              creer aún? 

Ya despiertan las raíces, ya rozan tu mirada de tierra.

Y tú mi raíz creciendo a solas en lo oscuro de mí.

                                                                                          31 de diciembre de 1977

Ultrasonido


El ruido ahoga el canto,

pero el canto es un alfiler que atraviesa el pajar.

Búscalo si puedes con linternas e imanes,

te pincha y atraviesa cuando quiere.

 

Voz que clama en el desierto, gemido,

ultrasonido, año-luz, grito de tribu liberada,

cruzas inconsútil los desiertos del tiempo,

las inútiles madejas del espacio.

 

Realidad y metáfora

 

Tú, realidad y metáfora, luminoso

cuerpo de doble signo. Tú, moneda

de inescindible cara, cisne blanco

que engloba su reflejo.

 

Pienso en el abrazo, y de súbito desciende

en oscuras aguas mi barco ebrio.

Confluyen océanos. La energía,

duradero arabesco de relámpago.

 

Nada de nada


Sácame de la sospecha

de ser nada, más nada que nada.

Ni siquiera existe la memoria.

No existen cielos.

 

Ante los ojos una llanura nevada,

días innumerables, cristales

de una nieve que se disipa en el horizonte

-y no hay horizonte-.

 

No me pidan palabras

 

No me pidan palabras hoy no bastan.

Están en los diccionarios: aunque impredecibles

en sus engarces: son voces gastadas.

Es siempre un predecible dejà vu.

 

Quisiera hablar contigo -y lo mismo con Dios-

mediante signos umbrátiles de nervios,

mensajes eléctricos que la mente

trae del corazón del universo.

 

Un temblor de antenas, un dibujo de danza,  

un infinitesimal aleteo de pestañas,

la música ultra-sónica

que Bach no imaginó.

 

La indiferencia

 

La indiferencia es un infierno sin llamas,

recuérdalo al elegir entre mil tonos

tu gris fatal.

 

Si el mundo no tiene sentido

es solo por tu culpa:

espera tu impronta  

esta pelota de cera.

 

Dicen los marineros

 

Dicen los marineros, esos ya viejos

lobos de mar que fuman pipas puertorriqueñas

en las compuertas, que entre todos

los terribles recuerdos de los tifones

y el mortal aullido de los naufragios,

nada aterra más que esa calma

que reina por horas en el centro mismo

de la tragedia: el ojo del ciclón.

El mar es un aceite, brillan siniestras

luces que parecen de bonanza, y aflora

tranquilo el atún a respirar. Y sin embargo

aquello es una jaula, es una trampa,

la muerte acecha allí: porque más lejos,

a cien metros o quizá menos, arrecia

el más negro huracán. Así nos ocurre,

¿verdad? muy a menudo a todos,

arañas entre los ejes de las ruedas. Y le ocurrió

también a Fabricio cuando conversando

con la graciosa cantinera, supo

más tarde, y para trágica vergüenza

que Waterloo, la más grande aventura,

tuvo lugar en los alrededores.

 

Carta 1951

 

Navidad no es nada más que este inmenso

silencio que se esparce por las calles,

donde plátanos ciegos

ríen con la nieve,

 

no es más que disolver a distancia

nuestras soledades,

tender sobre blancos sargazos

un puente de oro en la noche.

 

Aquí estoy, con tu don que me ilumina

de diez estrellas-lunas,

soñadora guiándome de la mano

donde vibra una reverberación

de fuegos y linternas (verde y viola),

de girándolas y letreros de cafés.

 

Van Gogh, París azul…

Un pino a la derecha

para colgar cuatro nostalgias

y mi fe en ti, blanco cometa

en lo alto.

 

Testamento

 

Déjenme sola con mi muerte.

Debe decirme palabras en re menor

que no conocen sus diccionarios.

Palabras de amor que incluso Petrarca desconocía

donde el amor es un oro superfino

no apto para pulseras en muñecas humanas.

 

Mi muerte y yo hablamos como viejas amigas

pues desde mi nacimiento hemos sido cercanas.

Fuimos compañeras de juegos y de lecturas

y acariciamos a los mismos hombres.

Como un águila ebria desde lo alto de los cielos,

sólo ella me revelaba medidas humanas.

 

Ahora me enseñará otras medidas

que encerrada en la jaula de los seis sentidos

en vano interrogaba golpeando la cabeza 

                                     contra los barrotes.

Es triste dejar a mi hija y el libro por acabar,

pero ella me consuela y riendo me jura

que lo que haya que salvar se salvará.



Un verso

 

Un verso è un re, che con la cortesia

dei re giunge puntuale a ogni convegno.

Non nasce mai cinque minuti prima

di congiunzioni fissate ab aeterno.

 

Sarebbe un deragliare di pianeti.

 

Un verso è un dio che si presenta, trema

ai tuoi vetri, ha freddo, non trova le parole.

E qualche volta muore per la bianca

paura di non nascere.

 

Ultrasuono

 

Il rumore soffoca il canto

ma il canto è uno spillo che attraversa il pagliaio,

cercalo se puoi con torce e calamite

lui ti punge e trafigge quando vuole.

 

Voce clamante nel deserto, gemito,

ultrasuono, anno-luce, urlo di tribù riscattata,

inconsùtile varchi i deserti del tempo,

le inutili matasse dello spazio.

 

Realtà e metafora

 

Tu, realtà e metafora, luminoso

corpo dal doppio segno. Tu moneta

d’inscindibile faccia, bianco cigno

che ingloba il suo riflesso.

 

Penso all’abbraccio, e all’improvviso scende

in acque buie il mio vascello ebbro.

Confluiscono oceani. L’energia,

duraturo arabesco di fulmine.

 

Nulla di nulla


Strappami dal sospetto

di essere nulla, più nulla di nulla.

Non esiste nemmeno la memoria.

Non esistono cieli.

 

Davanti agli occhi un pianoro di neve,

giorni non numerabili, cristalli

di una neve che sfuma all’orizzonte

–e non c’è l’orizzonte-.

  

Non chiedermi parole

 

Non chiedermi parole oggi non bastano.

Stanno nei dizionari: sia pure imprevedibili

nei loro incastri, sono consunte voci.

È sempre un prevedibile dejà vu.

 

Vorrei parlare con te −è lo stesso con Dio−

tramite segni umbratili di nervi,

elettrici messaggi che la psiche

trae dal cuore dell'universo.

 

Un fremere d'antenne, un disegno di danza,

un infinitesimo battere di ciglia,

la musica-ultrasuono che nemmeno

immaginava Bach.

 

L´indifferenza

 

L’indifferenza è inferno senza fiamme,

ricordalo scegliendo fra mille tinte

il tuo fatale grigio.

 

Se il mondo è senza senso

tua solo è la colpa:

aspetta la tua impronta

questa palla di cera.

 

Dicono i marinai

 

Dicono i marinai, quegli ormai vecchi

lupi di mare che sugli usci fumano

pipe portoricane, che fra tutti

i ricordi tremendi dei tifoni

e l’ululo di morte dei naufragi,

nulla atterrisce più di quella calma

che per ore si crea al centro stesso

della tregenda: l’occhio del ciclone.

Il mare è un olio, brillano sinistre

luci che paion di bonaccia, e affiora

tranquillo il tonno a respirare. Eppure

quella è una gabbia, quello è un trabocchetto,

lì la morte è in agguato: ché più lungi,

a cento metri o forse meno, infuria

l’uragano più nero. Così avviene,

vero? troppo sovente per noi tutti,

ragni fra i mozzi delle ruote. E avvenne

anche a Fabrizio quando conversando

con la graziosa vivandiera, seppe

più tardi, e con che tragico suo scorno

che Waterloo, la massima avventura,

si era svolta lì intorno.

 

Lettera 1951

 

Natale altro non è che quest’immenso

silenzio che dilaga per le strade,

dove platani ciechi

ridono con la neve, 

altro non è che fondere a distanza

le nostre solitudini,

sopra i molli sargassi

stendere nella notte un ponte d’oro.

 

Sono qui, col tuo dono che m’illumina

di dieci stelle-lune,

trasognata guidandomi per mano

dove vibra un riverbero

di fuochi e di lanterne (verde e viola),

di girandole e insegne di caffè.

 

Van Gogh, Parigi azzurra…

Un pino a destra

per appendervi quattro nostalgie

e la mia fede in te, bianca cometa

in cima.

 

Testamento


Lasciatemi sola con la mia morte.

Deve dirmi parole in re minore

che non conoscono i vostri dizionari.

Parole d’amore ignote anche a Petrarca,

dove l’amore è un oro sopraffino

inadatto a bracciali per polsi umani. 


Io e la mia morte parliamo da vecchie amiche

perché dalla nascita l’ho avuta vicina.

Siamo state compagne di giochi e di letture

e abbiamo accarezzato gli stessi uomini.

Come un’aquila ebbra dall’alto dei cieli,

solo lei mi svelava misure umane. 


Ora m’insegnerà altre misure

che stretta nella gabbia dei sei sensi

invano interrogavo sbattendo la testa alle sbarre.

È triste lasciare mia figlia e il libro da finire,

ma lei mi consola e ridendo mi giura

che quanto è da salvare si salverà.  

 

Traducción: Pedro Marqués de Armas




viernes, 12 de diciembre de 2025

Diez poemas de Giuseppe Ungaretti

 

Giuseppe Ungaretti


In memoriam 

              Logvizza, 30 de septiembre de 1910

Se llamaba

Mohamed Sceab


Descendiente

de emires de nómadas

suicida

porque ya no tenía

Patria


Amó a Francia

y cambió de nombre



Se llamó Marcel

pero no era francés

y ya no sabía

vivir

en la tienda de los suyos

en la que se escucha la cantinela

del Corán

degustando un café


Y no sabía

desatar

el canto

de su abandono


Lo acompañé

junto a la patrona de la casa

donde vivíamos

en París

número 5 de la Rue des Carmes

marchita callejuela en bajada


Reposa

en el cementerio de Ivry

suburbio que remeda

siempre

un día

de feria desmontada  


Quizá sólo yo

sé ahora

que vivió 


Vela

           Cima Quattro, 23 de diciembre de 1915


Una noche entera

echado cerca

de un compañero

masacrado

con su boca

apretada

vuelta al plenilunio

con la congestión de sus manos

penetradas

en mi silencio

he escrito

cartas llenas de amor

 

No estuve nunca

tan

aferrado a la vida.

 

Peregrinaje

     Valloncello dell’Albero Isolato, 16 agosto de 1916 


Al acecho

en esta carnicería

de escombros

hora tras hora

arrastré

mi carcasa

gastada de fango

como una suela

o como una semilla

de espino


Ungaretti

hombre de pena

te basta una ilusión

para darte coraje


Un reflector

más allá

pone un mar

en la niebla


Los ríos

 

Me apoyo en este árbol mutilado

abandonado en este sumidero

que tiene la languidez

de un circo

antes o después del espectáculo

y miro

el quieto pasaje

de las nubes sobre la luna

 

Esta mañana me he tendido

en una urna de agua

y como una reliquia

he reposado

 

El Isonzo discurriendo

me alisaba

como a una de sus piedras

 

Me he alzado

sobre mis cuatro huesos

y me he ido caminando

como un acróbata

sobre el agua

 

Me he acuchillado

junto a mis ropas

sucias de guerra

y como un beduino

me he inclinado a recibir

el sol

 

Este es el Isonzo

y aquí es donde mejor

me he sentido

como dulce fibra

del universo

 

Mi suplicio

es cuando

no me siento

en armonía

 

Pero aquellas ocultas

manos

que me aprietan

me regalan

la rara

felicidad

 

He remontado

las épocas

de mi vida

 

Son estos

mis ríos

 

Este es el Serchio

del cual se han surtido

dos mil años quizá

de mi gente campesina

y mi padre y mi madre

 

Este es el Nilo

que me ha visto

nacer y crecer

y arder de inconsciencia

en la extensa llanura

 

Este es el Sena

en cuya turbidez

me he mezclado

y conocido

 

Estos son mis ríos

contados en el Isonzo

 

Esta es mi nostalgia

que cada uno

me refleja

ahora que es de noche

y que mi vida me parece

una corola

de tinieblas 

 

Navidad


No tengo ganas

de intrincarme  

en una maraña

de calles

 

Llevo tanto

cansancio

sobre los hombros

 

Déjenme así

como una

cosa

depositada

en un

rincón

olvidado

 

Aquí

no se siente

más

que el buen calor

 

Estoy

con las cuatro

cabriolas

de humo

del fogón

             Nápoles, 26 de diciembre de 1916

  

Giróvago

            (Campo di Maily, mayo de 1918)


En parte

alguna

de la tierra

me puedo

instalar

 

En cada

clima

nuevo

que encuentro

descubro  

abatido   

que

alguna vez

ya estuve

acostumbrado

 

Y me aparto siempre

extranjero

 

Naciendo

de regreso de épocas demasiado

vividas

 

Disfrutar un solo

minuto de vida

inicial

 

Busco un país

inocente

  

La madre

 

Y cuando el corazón rinda un último latido

habrá hecho caer el muro de sombra,

para conducirme, madre, hasta el Señor,

como una vez me darás la mano.

 

De rodillas, resuelta,

serás una estatua delante del Eterno,

como ya te veía

cuando estabas todavía en vida.

 

Alzarás temblorosa los viejos brazos,

como cuando expiraste

diciendo: Heme aquí, Dios mío.

 

Y sólo cuando me haya perdonado

te entrarán deseos de mirarme.


Recordarás haberme esperado tanto

y tendrás en los ojos un súbito suspiro.

 

                            1930

Canto beduino


Una mujer se levanta y canta

la sigue el viento y la encanta

y sobre la tierra la extiende

y un sueño fatal la prende

 

Esta tierra está desnuda

Esta mujer es impura

Este viento es fuerte

Este sueño es muerte                           

                          1932

Lucca


En mi casa, en Egipto, tras la cena,

después de rezar el rosario,

mi madre nos hablaba de estos lugares.

Mi infancia fue toda esa maravilla.

La ciudad tiene un tráfico temeroso y fanático.

Entre sus paredes sólo se está de paso.

Aquí la meta es partir.

Me siento al fresco en la puerta de la hostería

con gente que habla de California como de sus granjas.

Con terror me descubro en sus modales.

Siento correr cálida por las venas

la sangre de mis muertos.

También yo tomo una azada.

En los muslos humeantes de la tierra me sorprendo riendo.

Adiós deseos, nostalgias.

Del pasado y del porvenir sé cuanto un hombre puede saber.

No me queda nada por profanar, nada por soñar.

Conozco ya mi destino, y mi origen.

No me queda más que resignarme a morir.

Criaré, pues, tranquilamente a mi prole.

Todo lo he gozado, y sufrido.

Cuando un apetito maligno me lanzaba

en amores mortales, agradecía la vida.

Ahora que, también yo, considero el amor

como una garantía de la especie,

tengo en vista la muerte.

  

Soy una criatura

                                                

      Valloncello di Cima cuatro, 5 de agosto de 1916

 

Como esta piedra

del Monte San Michele

tan fría

tan dura

tan reseca

tan refractaria

tan totalmente

desanimada

 

Como esta piedra

es mi llanto

invisible

 

La muerte

se paga

viviendo

In memoriam 

                  Locvizza il 30 settembre 1916 


Si chiamava

Moammed Sceab

 

Discendente

di emiri di nomadi

suicida

perché non aveva più

Patria

 

Amò la Francia

e mutò nome

 

Fu Marcel

ma non era Francese

e non sapeva più

vivere

nella tenda dei suoi

dove si ascolta la cantilena

del Corano

gustando un caffè

 

E non sapeva

sciogliere

il canto

del suo abbandono

 

L’ho accompagnato

insieme alla padrona dell’albergo

dove abitavamo

a Parigi

dal numero 5 della rue des Carmes

appassito vicolo in discesa.

 

Riposa

nel camposanto d’Ivry

sobborgo che pare

sempre

in una giornata

di una

decomposta fiera

 

E forse io solo

so ancora

che visse

 

Veglia 

              Cima Quattro il 23 dicembre 1915

 

Un' intera nottata

buttato vicino

a un compagno massacrato

con la sua boca

digrignata

volta al plenilunio

con la congestione delle sue mani

penetrata

nel mio silenzio

ho scritto

lettere piene d'amore.

 

Non sono mai stato

tanto

attaccato alla vita.

 

Pellegrinaggio



In agguato

in queste budella

di macerie

ore e ore

ho strascicato

la mia carcassa

usata dal fango

come una suola

o come un seme

di spinalba


Ungaretti

uomo di pena

ti basta un’illusione

per farti coraggio


Un riflettore

di là

mette un mare

nella nebbia

  

I fiumi                   

               Cotici il 16 agosto 1916



Mi tengo a quest’albero mutilato

Abbandonato in questa dolina

Che ha il languore

Di un circo

Prima o dopo lo spettacolo

E guardo

Il passaggio quieto

Delle nuvole sulla luna



Stamani mi sono disteso

In un’urna d’acqua

E come una reliquia

Ho riposato



L’Isonzo scorrendo

Mi levigava

Come un suo sasso

Ho tirato su

Le mie quattro ossa

E me ne sono andato

Come un acrobata

Sull’acqua



Mi sono accoccolato

Vicino ai miei panni

Sudici di guerra

E come un beduino

Mi sono chinato a ricevere

Il sole



Questo è l’Isonzo

E qui meglio

Mi sono riconosciuto

Una docile fibra

Dell’universo



Il mio supplizio

È quando

Non mi credo

In armonia



Ma quelle occulte

Mani

Che m’intridono

Mi regalano

La rara

Felicità



Ho ripassato

Le epoche

Della mia vita


Questi sono

I miei fiumi


Questo è il Serchio

Al quale hanno attinto

Duemil’anni forse

Di gente mia campagnola

E mio padre e mia madre



Questo è il Nilo

Che mi ha visto

Nascere e crescere

E ardere d’inconsapevolezza

Nelle distese pianure



Questa è la Senna

E in quel suo torbido

Mi sono rimescolato

E mi sono conosciuto



Questi sono i miei fiumi

Contati nell’Isonzo



Questa è la mia nostalgia

Che in ognuno

Mi traspare

Ora ch’è notte

Che la mia vita mi pare

Una corolla

Di tenebre

 

Natale


Non ho voglia

di tuffarmi

in un gomitolo

di strade

 

Ho tanta

stanchezza

sulle spalle

 

Lasciatemi così

come una

cosa

posata

in un

angolo

e dimenticata

 

Qui

non si sente

altro

che il caldo buono

 

Sto

con le quattro

capriole

di fumo

del focolare

 

                    Napoli, il 26 dicembre 1916

 

Girovago  

                                                

                   (Campo di Maily maggio 1918)

In nessuna

parte

di terra

mi posso

accasare

 

A ogni

nuovo

clima

che incontro

mi trovo

languente

che

una volta

già gli ero stato

assuefatto

 

E me ne stacco sempre

straniero

 

Nascendo

tornato da epoche troppo

vissute

 

Godere un solo

minuto di vita

iniziale

 

Cerco un paese

inocente

 

La madre


E il cuore quando d'un ultimo battito

Avrà fatto cadere il muro d'ombra

Per condurmi, Madre, sino al Signore,

Come una volta mi darai la mano.


In ginocchio, decisa,

Sarai una statua davanti all'Eterno,

Come già ti vedeva

Quando eri ancora in vita.


Alzerai tremante le vecchie braccia,

Come quando spirasti

Dicendo: Mio Dio, eccomi.


E solo quando m'avrà perdonato,

Ti verrà desiderio di guardarmi.


Ricorderai d'avermi atteso tanto,

e avrai negli occhi un rapido sospiro.


                              1930

 

Canto beduino


Una donna s'alza e canta

La segue il vento e l'incanta

E sulla terra stende

E il sogno vero la prende.

 

Questa terra è nuda

Questa donna è druda

Questo vento è forte

Questo sogno è morte.

 

                        1932

Lucca

 

A casa mia, in Egitto, dopo cena, recitato il rosario, mia madre

ci parlava di questi posti.

La mia infanzia ne fu tutta meravigliata.

La città ha un traffico timorato e fanatico.

In queste mura non ci si sta che di passaggio.

Qui la meta è partire.

Mi sono seduto al fresco sulla porta dell'osteria con della gente

che mi parla di California come d'un suo podere.

Mi scopro con terrore nei connotati di queste persone.

Ora lo sento scorrere caldo nelle mie vene, il sangue dei miei 

                                                          morti.

Ho preso anch'io una zappa.

Nelle cosce fumanti della terra mi scopro a ridere.

Addio desideri, nostalgie.

So di passato e d'avvenire quanto un uomo può saperne.

Conosco ormai il mio destino, e la mia origine.

Non mi rimane che rassegnarmi a morire.

Alleverò dunque tranquillamente una prole.

Quando un appetito maligno mi spingeva negli amori mortali,

Lodavo la vita.

Ora che considero, anch'io, l'amore come una garanzia della specie,

ho in vista la morte.

 

Sono una creatura

 

Come questa pietra

del S. Michele

cosí fredda

cosí dura

cosí prosciugata

cosí refrattaria

cosí totalmente

disanimata

 

Come questa pietra

è il mio pianto

che non si vede

 

La morte

si sconta

vivendo

 

Traducciones: Pedro Marqués de Armas