jueves, 27 de marzo de 2025

De Guanajay a Torrens

 



Diario de la Marina, 10 de noviembre 1937. 

El reformatorio Aldecoa

 Pasado el Cerro, en Ciénaga, veis a los lejos, en un montículo, unos chalets agrupados que constituyen los distintos pabellones del reformatorio de Aldecoa. 

 (…) Lleva 27 años de existencia, acogiendo en su seno, aquellas jóvenes de 10 a 19 años de edad, que ha instancia judicial, gubernamentativa, o mediante un expediente tramitado al efecto por los padres o tutores de la interesada, con intervención de la autoridad, son enviadas al mismo por haber quebrantado la ley, o bien, quebradas las alas de su pureza, siguieron el camino tortuoso de la frivolidad, o quisieron, inquietas, vivir su vida”, fueron arrojadas por la vorágine de las malas pasiones...

 La superiora nos detalla la vida de aquellas jovencitas dentro del establecimiento: una vida sencilla, de hogar reconfortante para sus espíritus atribulados… Levántanse muy temprano, rezan sus oraciones, y luego, fuera de algunas horas de recreo, dan clases de instrucción, se ejercitan en los servicios domésticos, acuden a los talleres de costura y bordado, y algunas aprenden mecanografía, música, pintura…

 En la actualidad hay en aquella institución 115 acogidas, aventajando en número la raza de color a la blanca, y existiendo entre ellas muchas huerfanitas, es una cosa lógica: la huérfana carece de aquel freno moral y vigilancia, que le imprimen sus progenitores, camina sin rumbo en las tinieblas de su existencia, hacia lo Desconocido… En este camino es abundan y  pueden acecharla, como aves de presa, aquellos desalmados, en cuyos cuerpos la lujuria ha encendido una llama que flamea constantemente…

  Vimos los dormitorios amplísimos, con grandes ventanales que daban al jardín. En ellos, tres hileras de camitas medias. Al fondo una imagen.

 Pudimos observar la limpieza y buen orden que reinaba en el comedor y la cocina. Aquel lo constituyen unas mesas sencillas con bancos rústicos, uniformes. Estás, radiantes de luz, son de  novísimo sistema, brillando reluciente los enseres que en la misma se utilizan. Esto nos reveló que las jóvenes gozan de cierto confort. Y de mucha higiene.

 Pasamos al taller de costura. En él estaban a máquina -movidas por motor eléctrico- un buen número de jóvenes. Vestían uniforme azul. Ávidas, trabajaban, su mirada en la labor, las cabecitas inclinadas… ¡cabecitas locas! Cuántas ideas no se despertarán en vuestra mente, en esas horas en soliloquio en que miráis impertérritas vuestro trabajo. Yo contemplaba emocionado. Y sentía una inefable ternura al veros trabajar, porque pensaba, que aquel era el camino de vuestra redención.

 Luego visitamos la escuela: una escuela moderna, alegre, aireada. Allí adquieren la primera instrucción las que de ella carecen -que son muchas- y la perfeccionan las que la tiene.

 También vimos el taller de bordado, en el que estaban algunas alumnas haciendo delicadas labores que revelaban sumo grado de perfección y buen gusto.

 Con anuencia de la madre superiora interrogamos algunas muchachas. Queríamos explorar aquellas almas atribuladas, inquirir las cosas que las indujeron o sedujeron a seguir el camino del Mal.


 Una de ellas, de rostro agraciado, guedejas rubias, de ojos de un azul límpido, nos habló ingenuamente, sencillamente. En el transcurso de su conversación, al recobrar su vida equivocada, los ojos se le ungían de lágrimas…

 -Sí. Aquel día no había que comer en casa -nos confiesa. Mi hermana estaba enferma, mi madre -como os he dicho- loca. Nadie podía ampararnos. Todas las puertas habían cerrado. Salí a la calle desesperada. Intenté inútilmente buscar trabajo. Nada. A mi paso los hombres me miraban, audaces, me piropeaban… pasó por mi mente una idea y.. sonreí también a la vida y a los hombres…, perdiendo en esta fingida alegría mí "único” tesoro. 

 Después... ¡Dos años de infortunio! Muchas lágrimas, muchas tristezas. Y por último… No pudo continuar. Sollozaba.

 Interrogué, cauto, a una niña que solo contaba 14 años. En su boca diminuta florecía una sonrisa picaresca. Sus ojos negros, brillantes, miraban audaces. Era resuelta, parlanchina, y tenía gracejo. Fue raptada por el novio. A quien quiere locamente. Para él todos los sacrificios. Todas las abnegaciones…Supo despertar en mí tal cariño -me dice- que me ofrende generosa. ¡Que me importaba¡ ¡si estoy unida espiritualmente, si es él porque de mi vida!

 

 Pone en su palabra toda la vivacidad de la pasión que la arrebata. Es más. Ella sueña constantemente con el ser querido quien, la ha hecho promesas de matrimonio. Y un día -tal vez pronto- podrá unirse a él, forjar un hogar y ser dichosos… lo que hace falta es que la inquebrantable realidad no trunque esos sueños.

 Luego conversamos con una bella niña de creencias negras, cuidadosamente peinada hacia atrás, de frente amplia, de labios gruesos, tez cetrina, y de mirar expresivo. Cuenta también 14 años, y conoce su existencia mísera toda la faceta brutal de la vida, de esa vida de ricachona de perversidad e ignominia. Ella supo de amor, y puso en su pasión -ajena a todo egoísmo- todo el fuego de sus años núbiles, todo el candor de su primera juventud. Más luego el “agraciado” -con instintos de hiena- la obligó a ofrecer sus caricias a otro. ¡El monstruo comía el pan ganado a este precio!

 El ciclón del año último causó graves desperfectos en los distintos pabellones del reformatorio Aldecoa, pero merced a la buena voluntad del actual Ministro de sanidad, el doctor Francisco María Fernández y secundado por el director de aquellas “esclavas del destino y el funcionario Antonio Berándolas, se están haciendo en este establecimiento, como hemos podido comprobar, importantes reformas.

 Nos despedimos de las muchachas: un sol radiante iluminaba el camino cuando volvíamos impresionados la vista… ¡Yo os pido lectores ayudar a estas infelices!



 "El reformatorio Aldecoa", por Argos, (fragmentos), Carteles,  16 de octubre 1927.  

domingo, 23 de marzo de 2025

Los menores delincuentes


 Israel Castellanos

 Una de nuestras mentalidades más positivas, en un proceso célebre, casi reciente, que compartió ante el Tribunal Supremo las doctrinas lombrosianas, sosteniendo la locura moral y el salvajismo del niño, fue criticado por uno de nuestros periódicos más importantes. Se le dijo al distinguido jurisconsulto, que él tenía una hija de pocos años y que no le agradaría, como padre, que la llamasen salvaje. El padre, con motivo de su cumpleaños, le escribió a la simpática pequeñuela una extensa carta, en la que estudia la psicología de la niñez, para que sepa, cuando sea mayorcita, por qué su padre, en solemne ocasión, la llamó salvaje.

  La oposición que levanta este concepto, se justifica por el misoneísmo y cierto romanticismo clásico. Pero la más superficial consideración científica de la psicología infantil, nos induce a aceptar la doctrina lombrosiana. ¿Quién de nosotros no ha quitado juguete peligroso a un niño?  ¿Y quién de nosotros no ha visto su injusta cólera? ¿No le hemos visto, también, morder y arrojar objetos por la contrariedad más fútil? ¿No hemos visto institutrices abofeteadas por niños, que no han sido complacidos por órdenes paternas? ¿No vemos a diario la venganza de un chiquillo contra otro, porque ayer le quité la pelota o no le quiso dar un pedazo de dulce que comió? ¿No oímos constantemente, niño que blasonan de sus infundios, de sus mentiras? ¿No le hemos visto acusarse y formularse calumnias con una precisión espantosa? ¿No les vemos indiferentes a las pérdidas familiares? ¿No vemos, diariamente, en la calle, maltratar a un menor que él, o arrojándole piedras a los perros? ¿No le vemos holgazán y poco inclinado al estudio? ¿No está siempre dispuesto al juego? ¿No le hemos visto orgullecerse de que tiene criado y dinero? ¿No acaso exigen siempre el vestido y los zapatos nuevos? ¿No le vemos en el asilo entregado al onanismo y a la sodomía? El curioso caso citado por Próspero Lucas, ¿no nos recuerda el hecho acaecido en Pinar del Rio, que dos niños asaltaron a un transeúnte, como hicieron los ladrones de la película? ¿Por qué negamos, entonces, la teoría lombrosiana?

 Sostenemos, pues, con Lombroso, que los gérmenes de la locura moral y de la delincuencia se encuentran, no por excepción, sino normalmente en la primera edad del hombre, como en el feto se encuentran constantemente ciertas formas que en el adulto son monstruosidades. El niño, por la carencia de sentido moral, por su obtusidad ética, posee todas las anomalías morales anteriormente enumeradas, las que con el tiempo, el desarrollo y la influencia de la educación, tienden a desaparecer. Pero entre sujetos acometidos al mismo tiempo de anomalías físicas, tienden a mantenerse, a afirmarse en malas inclinaciones, y, entonces, el carácter cuesta mucho más trabajo reformarlo. Por este motivo asegura Lombroso, que existe una criminalidad infantil, como la del adulto. Confirma su conclusión con investigaciones hechas en los asilos y reformatorios, comparativamente, para comprobar si en los criminales se encuentran las mismas anomalías físicas, ya notadas en adultos.

  Apodos

 Los caídos y los inadaptables, casi siempre, pierden su nombre de pila, puede decirse que es el primer ornamento que se desprende del frontispicio de la honradez. La explosión del vicio, en la mujer, es el único ornamento que despedaza: toma para la vida un nombre de guerra. La pillería, como la mala vida, bautiza a adeptos con un mote, que responde a sus cualidades representativas para individualizarle. El mote, generalmente, se deriva de las cualidades físicas y morales del pillo, como en la meretriz los asociados a la mala vida en general.

 Mace (Mon musee criminal, Paris, 1890) en le nueve niños delincuentes, encontró como ‘‘caractére special’’ el apodo: ninguno carecía de sobrenombre. A uno llamaban Pico de candil, a otro Barba escurrida, a otro Hocico de sollo. Un muchacho de 12 años por su gran parecido con los cuadrumanos, sus camaradas le llamaban, Molde de mono, interrogado éste por qué había arrojado al agua a la víctima respondió en argot: ‘‘La tonta no quiso dármelo, y la tiré al agua.”

 De cien niños cubanos delincuentes, 56 tenían motes. Un negrito de once años respondía por Ojo de culo, otro por Sijú, otro por Negulillo; de los mestizos, uno por Cherna, otro por Culón, otro por Pichita de mono, otro por Coje la chiva; de los blancos uno por Tira la gota, otro por Leche de burra, otro por Merenguito, otro por Pajita, etc.

 El apodo tiene en los pillos la expresión más grosera y baja, y todos tienen heráldica de cinismo. La obscenidad es el fondo mental más saliente.


  Los pillos de playa

  La pillería cubana solo tiene un profesional: el pillo de playa. Es su prototipo, la figura más acabada de la corrupción en los menores. La audacia, el cinismo, el vicio, la degeneración del lenguaje, etc., todo llega en estos pillos a su grado máximo. Bien le está adjetivo con que se les conoce: en la playa desaguan las alcantarillas de las ciudades; a la playa, también, afluyen los detritus sociales.

 El pillo de playa, generalmente, es una personalidad hibrida: concurren en él, la inversión y la ratería, ¡el ladrón y el sodomita, troquelados en un solo molde! Pero ¿son llevados a los escollos de la costa para saciar en ellos apetitos brutales? ¿Son ellos los que buscan cascos de botes, destartalados, para entregarse a sus compañeros? La precoz adaptación del pillo de playa hace formular una decisión tremenda. El muchacho antes de los 15 años es una pústula moral, todo rastro de vergüenza y dignidad ha desaparecido. La costra pestilente de su degeneración ha embotado sus sentidos, y todo el maderamen del desarrollo humano ha desaparecido en el temprano naufragio.

  ¿El fatalismo orgánico se cumple tan prematuramente? No creemos que los factores físicos hubieran sido vencidos, sino se unieran a ellos una gran dosis de complicidad social. Las influencias antropológicas pueden neutralizarse en un ambiente de moralidad y de prevención.

  El Dr. Caballero

 Los estudios antropométricos y antropológicos, tanto en los niños como en los adultos, están, entre nosotros, en estado embrionario. Las nociones fundamentales de los caracteres físicos, nos son totalmente desconocidos. El desarrollo eliciométrico del niño, el índice cefálico de los adultos, etc., son incógnitas aún por resolver. No han faltado generosas iniciativas, ni entusiastas esfuerzos. El Dr. Juan B. Valdés, ha indicado la necesidad e importancia de estos estudios, para determinar la capacidad moral e intelectual de los niños, así como el desarrollo físico de los mismos. El pedagogo Baldomero Caballero, hoy doctor en Derecho, tiene la prioridad en estos asuntos. En una Memoria publicada diez años ha, siendo profesor del colegio ‘‘ Luz Caballero,’’ se ocupó, con bastante extensión, de la conducta, talla, peso y  otras particularidades de los niños que integraban su aula. (Un ano de labor en primer grado, 1904.)

 Consideramos un deber recordar sus observaciones, y, al efecto, el talentoso iniciador de los estudios psico-físicos en Cuba, nos ha facilitado los originales y las fotografías de su interesante opúsculo. Por el servicio prestado, enviamos al distinguido amigo, desde estas páginas, las gracias más expresivas… Los niños observados por el Dr. Caballero, pertenecen a tres grupos étnicos: blancos, mestizos y negros. Las medidas y el peso arrojan el siguiente resultado:

 Lo limitado de la serie y sus discordancias, impiden deducciones positivas. Las contradicciones se deben a la técnica empleada por el Dr. Caballero. El modus operandi, evidentemente, ha sido muy deficiente. Para mayor precisión debe descalzarse el que ha de ser medido, y no con zapato.

 Podrá alegarme el Dr. Caballero que Schmid-Monnard ha mensurado sujetos con calzado, pero el mismo investigador sólo lo ha efectuado en ‘‘series de millares de individuos’’ para aliviar el trabajo. Y siempre que así lo ha efectuado, previamente, ha determinado ‘‘en un gran número de casos”’ la altura de los tacones, para descontar más tarde el término medio hallado, por ejemplo: en 100 niños encontró por término medio que en estaturas menores de 110 cm. hay que descontar 1, entre 110 y 119 hay que descontar 1,3/4, entre 120 y 189 hay que descontar 2, 3/4, y de 140 en adelante, 3 cm. El limitado número de sus observaciones le exigía al doctor Caballero el empleo de la técnica seguida por los laboratorios de antropometría jurídica: el sujeto descalzo y tres comprobaciones, después de efectuar la primera medida. Hemos insistido en los errores para llamar la atención de los subsiguientes investigadores, con el fin de que no incurran en las mismas deficiencias.

 El mestizaje

 La presencia de varias razas sobre nuestro suelo dificulta mucho estos estudios (véase Antropología de los párvulos cubanos, por I. Castellanos). Los cruzamientos, o la amalgama étnica, es la rémora más importante que encuentra el investigador. El mestizaje, insuficientemente estudiado, se nos presenta en grandes proporciones. Esto se debe a las uniones ilícitas y al poco escrúpulo de los blancos para descender al concubinato con negras o mulatas. A. de Quatrefages, en su obra L’Espece humaine, al hablar de la escrupulosidad para la unión sexual, ha dicho: sortout dans les amours passagéres, la femme répugne a descendre; l’homme est moins délicat. Marcar los diversos grados del mestizaje, distinguirlos en el complicado mosaico de la etnología cubana, es lo más difícil, complicado e importante que se le presenta al estudioso. El gran número de mestizos existentes son susceptibles a subdivisión. El mayor número de niños estudiado por el Dr. Caballero, son mestizos, en total 18. Estos, precisamente, dan las mayores contradicciones ¿Se deberán no tan solamente a defectos de técnica, sino a la raza? También debe ésta influir en algo, pues el Dr. Caballero parece tener un concepto muy amplio del mestizaje. Qué entendió él por mestizo ¿al pardo, o al vástago de dos razas?

 Ya hemos dicho que el mestizaje es susceptible a subdivisión. El individuo procedente de dos razas distintas se denomina mestizo. Si las razas genealógicamente, son muy afines, no reciben nombre, pero es viceversa cuando son opuestas:

 En nuestro estudio hemos procurado hacer una distinción lo más racional posible: prescindir de los caracteres étnicos del niño, como el cabello, el prognatismo, etc., para tomar solamente en consideracion la raza de sus progenitores, y juzgar el descendiente según se derive de ellas.

  Exámenes

 El examen de los menores delincuentes debe realizarse en Correccional de Guanajay, antropométrica y psicológicamente, para cotejar sus resultados con el de un número igual de niños, de la misma raza y de la misma edad. Nuestras investigaciones, hasta la actualidad, no han sido hechas con aparatos de precisión, pues solamente se han limitado a los caracteres somáticos sido de los niños delincuentes. Una serie de 100 muchachos es la que estudiamos. Todos han distribuyen así: detenidos por delitos de hurto y robo, ninguno por delitos contra las personas (agresión, homicidio, etc.) Etnológicamente se distribuyen así:


 56 menores de los que integran la centuria tienen apodo: Jibaro, Jiribilla, Leche de burra... Estigmas de la pillería. No podemos significar el número de niños que emplean expresiones jergales. Un blanco nos ha dicho: Si doy zánzara no me traba el poli. Otro: Al dar cureña se me perdió una tapa. Un negrito apodado ‘‘Tiburón,’’ presenta hidrocefalia, hipertrofia auricular, diastema y boca simiesca. EK. B. M., ratero, tiene orejas mayores a la de un adulto, macrocefalia, bolsas frontales y prognatismo desmesurado. ““Sijú’’ presenta plagiocefalia, orejas desiguales, con tubérculo de Darwin, prognatismo desmesurado y ultra-dolicocefalia. (Lam. 1.)


 De los menores que estaban descalzos, noté en uno el pie prensil, como en los antropoides (Lam. 2.)

 En los blancos, un tal Soler, detenido por robo, presentaba: escaso pelamen, hipertrofia de los lóbulos auriculares, anómala implantación de los parpados, color cerámico de la epidermis, asimetría facial y torácica; ¡facie completa del degenerado de Morel!

 “Tira la gota’’ tiene pobreza del sistema pilífero, orejas enormes y de Wildermoth, desviación de la bóveda palatina, dolicoprosopia y mandíbula robustísima.

 Un ratero simple, apellidado Bermúdez, presenta: estrabismo con prognatismo, orejas grandes y ojos oblicuos, este carácter se debe a sus progenitores o a un caso de atavismo?, ¿es fruto de mestizaje o de regresión?

 Los restantes tenían: 


 “Los menores delincuentes” (fragmentos), Revista Bimestre Cubana, Vol. 10, núm. 2, marzo-abril, 1915, pp. 81-111. 


viernes, 21 de marzo de 2025