lunes, 3 de junio de 2019

Brindis de Salas por Calcagno y por Serafín Ramírez



  BRINDIS (CLAUDIO DE SALAS).—También se daba los apellidos de Chacón, O'Farril, Montalvo y otros; natural de la Habana, notable en la música y mucho más por sus excentricidades. La danza cubana, ese “gracioso disparate musical” como la llamaba Bellini, jamás tuvo intérprete más fiel ni más constante. Todavía se recuerdan con gusto, y se imitan, las variadas creaciones de aquel simpático negro. Nació en 30 de Octubre de 1800; su vida ocupa también una página de la historia militar, habiendo llegado, lo que era raro entonces, al grado de teniente en el batallón de leales morenos. Protegido por los condes de Casa-Bayona, de uno de cuyos vástagos fue hermano de leche, ha alcanzado grandes honores en la carrera de las armas y sobre todo en el terreno filarmónico. Fue discípulo del maestro Ignacio Calvo, cuya popularidad eclipsó con la suya naciente, cuando aún se hallaba bajo su dirección; pero su verdadero nombre empezó en 1825, mediante su competencia con el maestro Ulpiano, director de orquesta, del cual también triunfó. Brindis se captaba todas las simpatías por sus delicadas maneras quizá más que por los acordes de su violín; había borrado su color a despecho de las preocupaciones tan fuertes de entonces, ¿quién no le daba la mano de amigo? su compostura siempre respetuosa, su exquisita decencia en el vestir, sus modales atentos, hasta rayar en afectación, le hacían desear en toda reunión de tono; y sus brillantes concepciones musicales resonaban en los salones más aristocráticos. Cuando el banquete dado al general Bertrand, del Imperio, de tal modo lució el joven Brindis sus dotes artísticas, que llamó particularmente la atención del mariscal, quien le elogió con entusiasmo, siendo coronado por las damas de la aristocracia habanera, ovación a que correspondió con una composición musical dedicada al noble extranjero; no fue menor el triunfo que alcanzó en el gran banquete oficial que dio la guarnición al general Tacón con motivo de lo cual el Excmo. Ayuntamiento le expidió el honroso título de Maestro Compositor y Director de Orquesta. Tal empleo ha desempeñado en casi todas las sociedades filarmónicas fundadas en la capital desde esa época hasta el año 44. En el curso de éste se le supuso complicado en la conspiración de los de su color descubierta en dicho año, época de O'Donell, y sin mayores precedentes se hizo pasar al honrado negro por todos los horrores de la prisión y de.................. Amnistiado al fin, 1850, y protegido por el general Concha, de nuevo se entregó, viejo ya y débil de la vista, a su antigua profesión. Logró fundar otra orquesta, la anterior había perecido casi toda en los horrores de la escalera; pero decadente su salud, también declinó su genio, y el anciano Brindis, abandonado de la inspiración, lo fue asimismo de sus antiguos favorecedores no ha vuelto a salir de la miseria! Últimamente, 1864, recorrió la Isla, dando conciertos con sus dos hijos, «los artistas en miniatura», de los cuales el mayor, Claudio José Domingo, a quien su padre llama «la esperanza musical de Cuba», promete ser una verdadera gloria en violín; pero de tal excursión por Matanzas, Cárdenas, Villaclara, Cienfuegos y Güines, sacó pobrísima utilidad. Hasta aquí llegaba nuestra biografía de Brindis, escrita en 1867: hoy solo tenemos que añadir un dato y es el siguiente: falleció ciego y pobre el 17 de Dbre. de 1872. En el año 62 se publicó una no muy bien zurcida reseña biográfica de Brindis; no se habla en ella de su opereta Las congojas matrimoniales, de que algunas veces hemos oído hacer mención, ni de su melodía dedicada al general Concha, que fue impresa en la Habana por 1854.

 Francisco Calcagno: Diccionario Biográfico cubano, Nueva York, 1878, pp. 127-28.













Serafín Ramírez, La Habana Artística, 1891.

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