lunes, 9 de septiembre de 2013

Para locos y pícaros




 El primer cuidado de los médicos, luego que se declare la locura, es tener a su enfermo en abstinencia, a fin de frenar el disparado tropel de sus pensamientos, y si es posible, conciliarle el sueño, aquietando la interior turbulencia. Si su habilidad y esfuerzos medran, aquella persona es tan perdida para la sociedad, como si realmente estuviera muerta. Pero si este loco se metiera debaxo del agua, y allí se conservara hasta que al parecer se juzgara muerto, y después se recobrara por los métodos acostumbrados, de cuyo recobro tenemos el día de hoy moral certidumbre, estoy muy inclinado a creer habríamos de lograr una cura perfecta. Confieso que el experimento repugna en algún modo a la naturaleza, pero si la sociedad había ya perdido a aquel hombre, ¿por qué hemos de dudar un solo instante hacer un ensayo, quando la probabilidad del feliz éxito es en tanto grado lisonjera?

 (...) Tal vez podría con grande ventaja de los buenos aplicarse a los pícaros la misma medicina que el inglés propone para los infelices que se volvieron locos. Luego que esté declarado y averiguado que alguno es pícaro, métasele debaxo del agua hasta que al parecer esté perfectamente muerto, y después entréguesele a los médicos para que le curen por el método conocido. Todo crimen es un error, dice el sabio y eloquente Mr. Thomas: los errores nacen del trastorno de nuestras ideas. Quizás un hombre malo, solo es malo, porque sus atropelladas ideas están trastornadas; por consiguiente se halla en el mismo caso que un loco, y podrá curarse de su enfermedad con los propios remedios de que este se aprovecha. Quando por desgracia tenemos algún deudo, si nos vemos en precisión de hablar sobre su conducta, decimos, es un temerario, es un loco. Pues juzguemos con la misma caridad los defectos que advertimos en cualquiera otro de los hombres: sepamos al fin que todos somos hermanos, para que lexos de mirar con odio a los pícaros, los miremos con tierna compasión, creyendo que están enfermos, que están locos (…). 

 Único autor de toda salud, Dios bueno, dueño de las virtudes, derrámalas sobre mi Patria, líbrala de pícaros, y exerce tu inmenso poderío criando en ella muchos hombres de bien...


 "Acerca de la inmersión bajo el agua como cura para locos y pícaros", y "nota": Papel Periódico de la Havana, no 79 octubre 20, pp. 314-315 (El primer texto es traducción de la Gazeta de Jamayca).


 

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