Cuando fui al Cuzco, mi hija Clarisa estaba
todavía mamando. Su ama es una negra criolla llamada María, que se compró para
este fin, parecía el retrato de la humildad cuando entró en casa, cuidaba de la
chiquita con un amor casi materno, no salía de su recámara i no tenía más
voluntad que la de su señora. Con estos felices principios salí a mis negocios,
i me parecía que al regreso había de hallar el mismo teatro; pero ¡qué erradas
iban mis espectativas!
Una de las cosas que empezaron a chocarme en
María fue el que no sólo tuteaba a Clarisa i ésta la llamaba "mi mamá", sino que
también dormía con ella, comía i jugaba, con preferencia a sus hermanitas i aun
a su misma madre. Yo bien sé que lo mismo sucede con casi todas las amas de leche;
pero no por eso dejará de ser verdad, que esto influye mucha bajeza en el modo
de pensar de las criaturas, i engríe aun mucho más a las nodrizas.
Ahora que la niña es ya grandecita i debiera
estar fuera de la tutela de la negra, sucede todo lo contrario: ahora es cuando
son mayores los trabajos sustancios; pero yo me atrevo a discurrir que el
esceso lo van recobrando insensiblemente los cuerpos en las mismas o en esta línea.
María viste a la muchachita, la lleva a la cocina, al lavadero, a la calle, a
la pulpería, i donde quiere. ¡Pobre de mí si la impaciencia me infunde
tentaciones de reñirla sobre esto! Algunas veces me pongo mui de veras a querer
persuadir a Teopiste de que esta libertad de las amas suela ser fatal a la
inocencia de los niños, que éstos rozándose solo con la jente de esta ralea se
familiarizan con sus modales groceras i aprenden i adoptan todas las llanezas
que entre si practican los esclavos, que una madre honrada no debiera celebrar
i sí impedir mui severamente los bailes tal vez indecentes que enseñan a las
muchachitas, ya sea con sus consejos, ya sea con el ejemplo práctico. Teopiste
oye mui serena toda mi plática i la concluye con decir: “Asi se estila.”
Eustachio Phylomates
Papel
Periódico de la Havana, 22 de enero de
1792.
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