sábado, 21 de enero de 2012

El Base-Ball. Jerigonza bi-lingüe






Mariano Ramiro



I

 
Tiene la gente, devota

del bullicio y la alegría,

por la pelota manía

y no suelta la pelota.

Suda el quilo gota a gota

con beis-bolero interés,

y conozco a más de tres

que llevan su frenesí

hasta no entender el sí

como no le digan: yes.



II



En el mundo de Colón

vino, de golpe y porrazo,

a llevar un pelotazo

toda una generación.

Ufano con su chichón

del Béis-bol alza bandera

de filiación extranjera,

y, porque le da la gana,

hoy vivimos en La Habana

en continua pelotera.



III



Lo que maravilla es

que en este juego de moda,

toda la gente, sí, toda,

tiene que hablar en inglés.

Cualquiera suelta un ciempiés

sin ser pecado mayor

y en su creciente fervor

por tan raro tecnicismo

para hablar consigo mismo

necesita un traductor.



IV



Es el béis-bol, a fe mía,

útil y flamante juego;

aun sin comprenderle, llego

a darle mi simpatía.

Por estricta analogía

me convierto en english-man;

yo lo observo con afán,

y saco de ese belén

que a diez se le dice ten

y a uno se le dice uan.



V



Así se entiende el progreso,

y estaremos en su cumbre

adquiriendo la costumbre

de llamarle chis al queso.

Pero a la verdad, confieso

que bajo el diáfano tul

de este cielo siempre azul,

es incompatible afán

pedir prestado al tío Sam

lo que heredó de John Bull.



VI



Del match en el aula o clase

se puede, con la pelota,

sacar siempre buena nota

sacando a un hombre de base

ya es un bey-jit, ya es un pase,

o bien la línea certera

o un flay que mofe cualquiera,

o un roling veloz y duro,

lo que saca del apuro

al que quiera hacer carrera.



VII



Más que juego es profesión,

y aprontando unos reales

se adquieren profesionales,

(género de importación).

Cultivando con tesón

juego que tanto alborota,

en época no remota

fecunda en glorias y honores

tendrá también sus doctores

la ciencia de la pelota.



VIII



Tira el pitcherlow o jay

y el batsman sacude el palo;

¿Le dio?, ¡a correr! ¿La erró?, ¡malo!

ya tenemos uan stray.

Repite el error; ya hay

quien vocifere que es au,

y si a coger llega un fau

el catcher, lance perdido,

se queda el batsman corrido

y el pueblo grita: ¡ponchau!



IX



Cada base es centinela

con consigna y sin fusil;

más alla se mueve el fil

inquieto, anhelante, en vela.

Grave, cual maestro de escuela,

el Ompaiar imparcial

con énfasis doctoral

cuenta las bolas, y amén,

que si no las cuenta bien

es... porque las cuenta mal.



X



Muchas lindas habaneras

sienten del juego el contagio

y hacen amoroso plagio

de las luchas peloteras.

Al que en frases plañideras

les declara su pasión

y quiere meterse en jon

sin sacramentar detalle,

lo ponen out, en la calle,

y mamá le da el scoon.



XI



No es la juvenil locura

sólo la que pelotea,

que tercian en la pelea

señores de edad madura.

No temen a la censura

porque la intención los salva,

y un pelotazo a mansalva

le paga el quisque más serio,

al nuncio y al ministerio

y hasta el lucero del alba.



XII



Este higiénico ejercicio

yo lo aplaudo y lo aconsejo

y si no fuera tan viejo

lo tomara por oficio.

Es prueba de buen juicio

prevenir una derrota;

quien juega al Béis-bol denota

tacto, talento profundo,

porque es preciso en el mundo

saber darle a la pelota.



Algunas palabras inglesas van escritas tales como se pronuncian, por exigirlo así la rima y la medida (nota del autor).


Mariano Ramiro: Punto final, pról. de José de Armas y Cárdenas. Habana, 1887, pp. 113-18. 

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