viernes, 14 de septiembre de 2018

Minorías luminosas

   

 José Vasconcelos

 Mi querido García Monge: Por su benemérito Repertorio me entero del reciente manifiesto del Grupo Minorista de la Habana. Por la prensa diaria había sabido de las persecuciones que se han desencadenado sobre el grupo que representa todo el corazón generoso de Cuba, sólo porque cumplió con su deber protestando contra la prórroga de poderes, del mando presidencial, del General Machado. Desde que supe que el gobierno de este caballero en el brazo de la tiranía del Presidente Calles para perseguir en La Habana a los refugiados políticos de mi patria, comprendí que el contagio mexicano iba a causar serios daños a la “Cuba Libre” de la canción de la guerra de independencia.
 Mientras Obregón se reelige en México, -pasando sobre los cadáveres de más de cien mil patriotas que en quince años de revolución han caído defendiendo el principio democrático de la no reelección-, tres millones o más de mexicanos se refugian en los Estados Unidos huyendo de la miseria que crean las tiranías y de los pelotones para las ejecuciones sumarias de los descontentos y rebeldes.
 Mientras Machado se prolonga el periodo de mando en Cuba, los mejor jóvenes cubanos, los más inteligentes, los más puros, los más patriotas; la esperanza de Cuba, entra en la cárcel o padece proscripciones y amenazas. Como que una violación de la ley trae como anillo de una cadena inseparable, todo una serie maldita de atropellos y calamidades.
 Mientras Leguía se solaza en su imperio absoluto y vitalicio del Perú, también allá, cae otro grupo que era antorcha en las sombras y esperanza en la angustia. Los redactores de Amuata, con el heroico y clarividente José Carlos Mariátegui a la cabeza, van a la cárcel o se ven obligados a dispersarse y a callar. Silencio, antes que nada silencio, eso es lo que exige el crimen.
 Todos clamamos en América en contra de la amenaza imperialista norteamericana; por son pocos los que comprenden que es todavía más inminente el peligro que incubamos con nuestra sumisión a la ignominia interna. La oleada de fascismo y despotismo que se propaga por toda nuestra América, es más peligrosa para la integridad de nuestros destinos que todos los cañones de la escuadra norteamericana. Porque los pueblos libros tarde o temprano se sacuden la tiranía exterior. Pero a los pueblos esclavizados no es menester conquistarlos, basta comprarlos.
 ¿En dónde está la conciencia de América que no iza bandera de luto por la consolidación de la tiranía en tres pueblos grandes que han solido ser libro: México, Cuba y Perú? Bandera de luto y de reivindicación!
 Emilio Roig de Leuchsenring, Jorge Mañach, Rubén Martínez Villena, José A. Fernández de Castro, Juan Marinello, Tallet, todos los demás: una tarde con honras de anhelo y gloria fui de los vuestros. Recuerdo que entonces, casi no me creíais el relato que os presentaba del fondo siniestro de la situación mexicana. Yo también me mostraba un tanto optimista delante de los temores vuestros de ver consolidarse una tiranía en Cuba. Desgraciadamente los sucesos nos van dando la razón, pero no se atreven a poner en nuestras manos el poder que podría castigar enderezando.
 Por lo menos, ya no habrá hoy un solo pecho honrado capaz de negar nuestras terribles previsiones. Nuestra América va al abismo y no ha de salvarse mientras sigan siendo ustedes, mientras sigamos siendo todos nosotros: Mariátegui y socios en el Perú.  Manuel Ugarte, Palacios y cien más en la Argentina, cien en cada pueblo, pero todos de la minoría. Si no nos volvemos mayorías, nuestras patrias se perderán. Está visto que nada conseguimos con hacer bello papeles de víctima: es menester que la virtud se haga respetar con el poder. La sociedad vive de imposiciones pero sólo cuando son los buenos los que se imponen a los malos, los pobres pueblos levantan, siquiera sea un instante, la esperanza.  Veo muy lejano el cambio; pero no hay otra solución que el cambio. La latinidad padece lepra desde Italia hasta Chile.  La lepra del despotismo. Fascistas, personalistas, reeleccionistas, esclavos, cuando llegue el yankee no haréis sino cambiar de patrón.

 Repertorio Americano, Vol. XV, núm. 16, 29 de octubre de 1927, p. 242. 

 Imagen, Diario de la Marina, 24 de agosto de 1930, con el siguiente pie: 

  

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