miércoles, 12 de septiembre de 2018

Carta de Max Henríquez Ureña sobre el Grupo Minorista



         
                     Santiago de Cuba, 31 de mayo de 1927

  Sr. Dr. Emilio Roig de Leuchsenring
  La Habana.
  Mi querido amigo:
 Al regreso de mi breve excursión a Santo Domingo encontré, hace días, sobre mi mesa de trabajo, su interesante carta. Circunstancias muy diversas han tardado más de lo que quisiera mi propósito de escribirle dos letras sobre la “declaración de principios” del Grupo Minorista y ratificarla -¡cómo no!- mi identificación espiritual con el Grupo.
 El Grupo Minorista no es producto artificial ni fruto del azar. Existía realmente antes de que se le bautizara de algún modo. Ciertas simpatías ideológicas y ciertas afinidades combativas crearán en toda época vínculos de solidaridad que unen para la acción intelectual a un puñado de hombres. La fórmula tradicional, para ese objeto, es la asociación al amparo de un reglamento: esa fórmula ya había sido desechada por Jesús Castellanos y por mí cuando iniciamos, para un propósito intelectual más concreto pero no menos fecundo en su día, la Sociedad de Conferencias; y esa sociedad significó una útil suma de esfuerzos y una unificación de voluntades. Igual unificación, sin el estorbo de las directivas y los reglamentos, representa el grupo actual, constituido en su mayoría por la nueva generación, pero al cual nos hemos sumado –ya he dicho que por simpatías ideológicas y por afinidades combativas- algunos de los que pertenecemos a la izquierda de la generación precedente.
 Suyo afmo.

                                  Max Henríquez Ureña


 Tomado de Repertorio Americano, T-XV, núm. 5, 6 de agosto de 1927, p. 77.

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