En Mazorra, y gracias a unas buenas almas y a la decidida cooperación de nuestro estimado amigo y compañero, señor José Notario y de su distinguida esposa, no pasó desapercibida la festividad de año nuevo.
No faltaron juguetes para los pobrecitos pequeños enajenados.
No les faltó suculento
refrigerio.
Por unos momentos los
rostros indiferentes de los desdichados niños se vieron iluminados por un rayo
de luz y de alegría.
Véanse los fotogramas que
publicamos y véanse reunidos a los asilados que fueron objeto del cariñoso
obsequio, junto con las dignas personas que se lo tributaron.
Enero de 1912
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