Arthur Rimbaud
I
Sobre la onda calma y negra que duermen las estrellas
como un gran lis flota la blanca Ofelia,
flota muy lentamente, mecida en sus largos velos...
—En los bosques lejanos se escuchan halalís.
Hace más de mil
años la triste Ofelia
pasa, fantasma blanco, sobre el largo río negro.
Hace más de mil años que su dulce locura
murmura su romance en la brisa nocturna.
El viento besa sus senos y despliega en corola
sus grandes velas por las aguas blandamente acunadas;
los sauces temblorosos lloran sobre su hombro,
en su vasta frente pensativa los juncos se inclinan.
Los nenúfares ajados suspiran en torno a ella:
ella a veces despierta, en un aliso dormido,
algún nido del que se escapa un minúsculo estremecimiento
de ala;
—un canto misterioso se desprende de los astros de oro.
II
¡Oh pálida Ofelia! іBella como la nieve! ¡Sí,
tú moriste, niña, por un río llevada!
—Es que los vientos que bajaban de los grandes montes
de
Noruega
te habían hablado al oído de la áspera libertad.
Es que un hálito, torciendo su inmensa cabellera,
a tu espíritu soñador llevaba extraños ruidos;
es que tu corazón escuchaba el canto de la Naturaleza
en las quejas del árbol y en los nocturnos suspiros.
Es que la voz de los mares dementes, estertor inmenso,
quebraba tu seno de niña, tan humano y tan dulce,
іes que una mañana de abril, un bello caballero pálido,
un triste loco, callado se sentó en tus rodillas!
іCielo! іAmor! ¡Libertad! іQué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como la nieve al fuego:
tus grandes visiones asfixiaban tu palabra
—y el terrible Infinito llenó de pavor tu ojo azul.
III
—Y dice el Poeta que en los rayos de las estrellas
vienes a buscar de noche las flores que cortas,
y que él ha visto sobre el agua, mecida en sus
largos velos,
a la blanca Ofelia flotando como un gran lis.
Ophélie
I
Sur l´onde calme et noire où dorment les étoiles
La blanche Ophélia flotte comme un grand lys,
Flotte très lentement, couchée en ses longs voiles.
On entend dans les bois lointains des hallalis.
Voici plus de mille ans que la triste Ophélie
Passe, fantôme blanc, sur le long fleuve noir;
Voici plus de mille ans que sa douce folie
Murmure sa romance a la brise du soir.
Le vent baise ses seins et déploie en corolle
Ses grands voiles bercés mollement par les eaux.
Les saules frissonnants pleurent sur son épaule.
Sur son gran front rêveur s´inclinent les roseaux.
Les nénuphars froissés soupirent autour d' elle.
Elle éveille parfois, dans un aune qui dort,
Quelque nid d´où s´échappe un petit frisson d'aile.
Un chant mystérieux tombe des astres d´or.
II
O pâle Ophélia, belle comme la neige,
Oui tu mourus, enfant, par un fleuve emporté:
C´est que les vents tombant des grands monts de Norvège
T´avaient parlé tout bas de l´âpre liberté!
C´ est qu´un souffle inconnu, fouettant ta chevelure,
A ton esprit rêveur portait d´etranges bruits;
Que ton coeur entendait la voix de la Nature
Dans les plaintes de l´arbre et les soupirs des nuits!
C´est que la voix des mers, comme un immense râle,
Brisait ton sein d´enfant trop humain et trop doux;
C´est qu´un matin d´avril un beau cavalier pâle,
Un pauvre fou, s´assit, muet, à tes genoux!
Ciel, Amour, Liberté: quel rêve, ô pauvre Folle!
Tu te fondais à lui comme une neige au feu;
Tes grandes visions étranglaient ta parole.
—Et l´Infini terrible effara ton oeil bleu.
III
Et le Poète dit qu´ aux rayons des étoiles
Tu viens chercher, la nuit, les fleurs que tu cueillis.
Et qu´il a vu sur l´eau, couchée en ses longs voiles,
La blanche Ophélia flotter, comme un grand lys!
Traducción de Virgilio Piñera, Poesía de Rimbaud, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1989.
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