miércoles, 6 de mayo de 2020

Psicología. Del sonambulismo y del magnetismo animal II



LECCION 9.  
Del Sonambulismo y del Magnetismo animal

 Llegamos a la tercera cuestión, a saber: ¿cual es la causa de la exaltación de las facultades, ya intelectuales, ya corporales que se manifiestan en este estado; y sobre todo de la vista que sube un grado tan extraordinario?
 La causa de esta exaltación de las facultades se halla en la mayor libertad que adquieren el alma y el cuerpo, cada cual en su propia vida. El espíritu más libre del lazo de los órganos, entra en posesión y en clara conciencia de todas sus facultades y de todos sus actos: la inteligencia penetra y combina más pronto las relaciones de las cosas, la imaginación exaltada, sin estar desordenada, y la memoria se extiende con tal claridad, sobre todo, lo que el sonámbulo ha hecho durante su vida, que se podría creer que todo cuanto ha pasado en ella viene a resolverse como en un solo acto a la luz de la conciencia de sí mismo. Las facultades corporales por su parte, no estando ya comprimidas por la actividad predominante del espíritu, se desarrollan en su energía natural; la sensibilidad, la imaginación, la memoria y la conciencia propia del cuerpo se manifiestan en toda su fuerza y extensión. Pero el hecho más notable, es esta facultad extraordinaria de la vista que se refiere lo mismo a lo interior que a lo exterior y por medio de los cuerpos opacos, y que parece trasladarse a partes interiores del cuerpo, que en el estado ordinario no están afectos a esta función.
 Vamos a considerar estos diversos casos separadamente: la facultad de los sonámbulos de ver lo interior de su cuerpo, y de dar descripciones exactas de ello, no se manifiesta sino en el grado más elevado de clara visión o penetración íntima, y por consiguiente es muy raro que se manifieste. Pero ha habido con efecto ejemplos de personas que no habiendo jamás recibido instrucción sobre la organización anatómica y fisiológica del cuerpo, han dado descripciones tan exactas como pudieran desearse de parte de quienes no conociendo la terminología deberían estar muy embarazadas para poderse dejar entender. Los casos que Mr. Rustan ha observado le hacen dudar en parte de la realidad de este hecho.—Dice:—Los sonámbulos aseguran que ven en lo interior de su cuerpo. Las investigaciones reiteradas que he practicado con este motivo, me han comprobado bastante bien que hacían esfuerzos para distinguir sus órganos internos: estas perquisiciones me han convencido suficientemente que experimentaban algunas sensaciones internas, pero nunca he conseguido más que descripciones enteramente falsas o al menos muy erróneas. Es extremadamente raro que sonámbulos, aún muy lúcidos, vean ni aun aproximativamente su interior. La mayor parte de las veces no tienen más que ideas absurdas, que asemejan a vanos ensueños, y esto es todo. Sin embargo un sonámbulo desprovisto de conocimientos fisiológicos me dijo que veía su corazón y los vasos que estaban adheridos (attachés) a él. Los contó con dificultad, me respondió que había ocho; que la sangre que circulaba no era del mismo color en todos, y que corría con más rapidez en unos que en otros. Esta es la única respuesta regular que he obtenido sobre esto”. —Aunque es cierto que tales casos de perspicacia son raros, sucede muy frecuentemente que los sonámbulos conocen las mutaciones internas que tienen relación con su enfermedad, y que anuncia con una gran exactitud las crisis u otros momentos importantes de la enfermedad.
 Todos estos hechos que acabo de indicar se explican también por la relación particular que existe entre el espíritu y el cuerpo, y las facultades que estos poseen. En el sonambulismo existen en una mayor independencia, hallándose más aislados el uno del otro. Pero cuando este aislamiento ha tocado al más alto grado posible, como en el estado más elevado del sonambulismo, debe necesariamente suceder que el cuerpo aparezca interiormente al espíritu, como un objeto distinto colocado delante de él, y susceptible de ser observado en sus partes. Sería difícil decir si esta vista interior se ejerce inmediatamente por el espíritu o por el intermedio de la facultad correspondiente del cuerpo. Los casos son muy poco numerosos, y la atención de los observadores se ha dirigido también bastante poco a este objeto, para que pueda recibir una solución satisfactoria. Pero siempre los fenómenos de que hablamos me parecen una de las pruebas experimentales más importantes de la diferencia del espíritu y del cuerpo como dos seres distintos; porque sin esta distinción no podría el cuerpo llegara ser, aun en la parte que se supone, el asiento del alma, un objeto de contemplación interior para el entendimiento.
 El segundo fenómeno de que los sonámbulos predigan con una gran exactitud los accidentes que se refieren a su enfermedad Mr. Rustan mira estos hechos tan extraordinarios, que duda el creer en su realidad, aunque haya observado un gran número. Dice.— He visto con este respecto hechos muy singulares; pero confesaré que aunque los he visto con frecuencia, dudo todavía. ¿Cómo conocer lo que no existe, aun lo que no es nada!.... Mr. Georget ha visto anunciar con precisión accesos de histérico, de epilepsia, la erupción de reglas y predecir su duración y la hora en que habrán de terminar; y yo he sido testigo de hechos aún más increíbles. Lo repito; hechos de esta clase no son admisibles; es mucho más filosófico, en todo evento, creer que se ha engañado uno que ha juzgado mal, que ha apreciado sin exactitud, o que lo han inducido en error, que dar crédito a fenómenos cuya existencia repugna a toda razón.” Se comprende difícilmente como puede uno engañarse en esta clase de experiencias; donde se trata de comprobar simplemente si el accidente que el sonámbulo ha predicho sucede con efecto. La dificultad que existe para el autor en la explicación de este fenómeno, proviene de que no ha notado el carácter dominante de la vida del cuerpo, como yo lo he indicado, y que tampoco ha puesto atención a que los accidentes predichos existían ya en germen en el cuerpo, y que los sonámbulos preveían así únicamente el desarrollo exacto de lo que ya existía. Por lo demás no hay hecho más conocido en la historia del sonambulismo, que esta especie de predicciones, que como hemos visto, es muy natural.
 Este fenómeno, pues, se explica principalmente por la regularidad con que se cumplen en el cuerpo todas las funciones y todos los actos, cuyo germen ha sido ya desenvuelto. Al determinar la diferencia que existe entre el espíritu y el cuerpo, he insistido mucho en ese carácter de fatalidad que predomina a todos los actos de la vida corporal en oposición a la espontaneidad y libertad que distinguen a todos los del entendimiento. Pues bien; esta fatalidad es la que hace proveer a los sonámbulos la época de una crisis o una mutación cualquiera, de que ya existe un germen en el cuerpo. Sería imposible indicar exactamente el modo con que hacen los sonámbulos su cálculo; pero yo creo que el procedimiento que emplean tiene mucha analogía con el que usa nuestra alma pasa medir el tiempo que pasa mientras dormimos; porque el despertar a hora fija, como muchas personas pueden hacer, certifica una aptitud semejante, y, como todas las facultades son mucho más exaltadas en el sonambulismo, la facilidad de precisar en medidas de tiempo el desarrollo y la invasión de las crisis, para las que existe ya una predisposición en el cuerpo, debe también ser muy grande.
 En todos estos fenómenos de la vista interna hay una circunstancia fisiológica que no puedo pasar en silencio. Los sonámbulos que se hallan en tal estado de penetración, aseguran que son auxiliados para esta vista por una luz que no cede su resplandor a la luz exterior; que todo su cuerpo les parece como penetrado de calor y de luz; pero ordinariamente no se dejan comprender sobre el modo con que ven, Fundándose en esta circunstancia se ha supuesto la existencia de un fluido aún más fino que la luz, que atravesando todos los cuerpos sin excepción, permite a los sonámbulos el ver en lo interior como en lo exterior, y al través de los cuerpos opacos. Pero me parece que no se tiene necesidad de aumentar el número de fluidos, pues que está demostrado fisiológicamente, que la luz ordinaria de la física no es la sola que existe, sino que cuerpos orgánicos como plantas y animales despiden de sí mismo luz orgánica. Además como la luz está íntimamente ligada con la electricidad y el magnetismo, se puede suponer, como una gran certidumbre, que esta luz orgánica se desarrolla en el cuerpo por el procedimiento de la magnetización.
 Consideremos ahora la facultad de la vista en cuanto se refiere a cosas externas y que se ejerce en los grados altos del sonambulismo a grandes distancias y por medio de cuerpos opacos. Como este hecho no tiene lugar sino en un grado elevado de clara visión, que no se manifiesta en todos los sonámbulos, que tiene esa penetración íntima, se disputa por muchas personas que se entregan al estudio de los fenómenos magnéticos. Si me decido aquí por la afirmativa es siguiendo el testimonio de muchas personas y autores dignos de fe, y por la observación que yo mismo he hecho, que me parece decisiva. Tratase, pues de hallar una explicación a este fenómeno.
 Bajo el respecto psicológico esta explicación no presenta ninguna dificultad; la facultad de la vista se extiende aun en el estado ordinario a distancias inmensas; reconocemos en un instante por la luz y por medio de otros cuerpos, que en verdad son transparentes, la existencia de objetos muy lejanos de nosotros, por ejemplo, las estrellas. Si alguna cosa puede excitar la admiración, es esta facultad maravillosa que por medio de un órgano tan pequeño como la pupila, pueda abrazar distancias tan grandes. Pero en la visión ordinaria la vista no se ejerce sino por entre cuerpos transparentes, mientras que en el sonambulismo se opera por entre la masa de los cuerpos opacos: es, pues, esta circunstancias física la que pide una explicación.
 Lo primero es de notarse que siempre se ejerce la visión al través del cuerpo, o como se dice, por medio de la materia; y la dificultad no proviene más que de una materia particular, que se llama no transparente, y que se mira como impenetrable a la luz. Pero aquí debo recordar lo que he dicho en la lección 4.o, sobre esta materia, y las falsas opiniones que se han formado en consecuencia. Creo haber demostrado con argumentos, que una sana observación de la vida de la naturaleza ha proporcionado, que no haya hipótesis más extravagante y tan desprovista de todo fundamento experimental, como el tomarla por una cosa existiendo por sí, como una masa inerte a la que se dan en seguida cualidades fictivas como el vacío absoluto y el sólido absoluto o la impenetrabilidad. He hecho ver que la materia no es nada que se oponga a las fuerzas; que en sí misma no es nada más que la es expresión visible del equilibrio de las diferentes fuerzas, que son las únicas que constituyen la vida de la naturaleza, y forman los diversos procedimientos, ya dinámico, químico u orgánico, que percibimos en ella. Hemos visto que el procedimiento dinámico, que determina los cuerpos brutos o la vida orgánica, está constituido por las dos fuerzas fundamentales de la atracción y de la repulsión, con las fuerzas generales de la luz, del calor, del magnetismo y de la electricidad que son sus causas productivas. Así, pues, cada cuerpo por más bruto e impenetrable que nos parezca, esta penetrado por el procedimiento de la luz y del calor, y no es absolutamente nada más que esas mismas fuerzas en ciertos grados de intensidad de atracción y de repulsión. Ningún cuerpo está, pues, desprovisto de luz, tan universalmente esparcida, como el calor de que es una de las causas. No hay obscuridad absoluta, como no hay frio absoluto; estas dos negaciones no existen; la luz y el calor, en la vida de la naturaleza, son elementos tan constitutivos, como la inteligencia y el sentimiento en la vida del espíritu. En el estado ordinario los órganos, la facultad de la vista, para ejercitarse necesitan de un grado de transparencia en los cuerpos; pero como la luz existe y penetra siempre todos los cuerpos, puede concebirse con una exaltación de la facultad de la vista, y con la transparencia de todo el cuerpo del sonámbulo que ya hemos designado, ve también por el intermedio de esta luz a largas distancias, y por medios de los cuerpos, que solo son opacos con relación al estado ordinario de nuestros sentidos, No se tiene necesidad de suponer un fluido luminoso nuevo, lo que precisa es conocer bien el que ya existe, para aplicar naturalmente el fenómeno, que ha sido el objeto de sus observaciones.
 Esta explicación no se refiere sin embargo sino a los objetos materiales y a la vista del cuerpo. Se sabe que cuando un sonámbulo ha sido puesto en relación con una persona que está lejos, no ve más que a esta persona inmediatamente sin descubrir los objetos intermedios. Esta relación entonces es principalmente intelectual, superior a los lazos del espacio, y no se explica sino por el lazo directo de todos los espíritus, explicación que corresponde a la metafísica.
 Tenemos que considerar el tercer punto de esta cuestión, con respecto a la trasposición de la facultad de la vista a partes internas del cuerpo, que no disfrutan de ella en el estado ordinario.
 Es un fenómeno muy vulgar en el estado de sonambulismo lúcido, que los sonámbulos distingan objetos colocados sobre el epigastrio; también sucede esto mismo a la frente y al occiput, y como son particularmente estas partes, las que hacen en el estado de sonambulismo la función del órgano de la vista, es preciso que exista una razón fisiológica que produzca la traslación de la vista más bien a estas partes que a otras.
 Una experiencia hecha por Mr. Rustan con respecto a esta traslación, merece citarse a causa de su extrañeza.”—Si la vista concluye, dice este Doctor, en su sentido natural, esta averiguado completamente para mí que existe en muchas partes del cuerpo. He aquí una experiencia que he repetido muchas veces, pero que en fin tuve que interrumpir porque fatigaba excesivamente a la sonámbula, en quién la practicaba, que me manifestó que si continuaba se volvería loca. Esta experiencia, fue hecha a la presencia de mi colega y amigo Mr. Ferrus, que creo deber nombrar aquí, porque su testimonio no puede menos que dar el mayor peso a mis aserciones. Saqué mi reloj que puse a dos ó tres pulgadas detrás del occiput, y pregunté a la sonámbula si veía alguna cosa, y me respondió: , Ciertamente que veo una cosa que brilla: esto me hace daño.” Su fisonomía demostraba dolor; la nuestra debía indicar admiración.—Nos miramos, y Mr. Ferrus rompiendo el silencio me dijo que pues ella veía una cosa, nos diría sin duda que era.—,Que es lo que veis brillar?”— Ah! Yo no sé. No puedo decíroslo.—Mire V. bien.—Espere: esto me fatiga.—(Y después de un momento de gran atención, respondió.—Es un reloj.—Nuevo motivo de sorpresa.) Pues que ve que es un reloj, añadió Mr. Ferrus, vera. sin duda que hora es—¿Podréis decirme que hora es?—Oh! No. Es muy difícil.—Ponga V. atención, observe bien.—Espere V... Voy a esforzarme.... Tal vez podré decir bien la hora, pero no alcanzaré a ver jamás los minutos.—Y después de haberse esforzado con la mayor atención, dijo.—Son las ocho menos diez minutos.—Lo que era exacto. Mr. Ferrus quiso repetir la experiencia por si mismo, y lo verificó con el mismo resultado. Me hizo dar vueltas muchas veces al minutero; se la presentamos sin haberla mirado, y no se engañó nunca, otra vez coloqué el reloj sobre la frente, nos dijo perfectamente la hora, pero los minutos al revés: de más cuando eran de menos y al contrario, lo que no puede atribuirse sino a una menor perspicacia en aquella parte, o el hábito en que estábamos de colocarle el reloj por detrás. Sea de esto lo que quiera, esta sonámbula se desconfiaba tanto de su clara visión, que sin embargo era tal que no he visto otra igual; que jamás le parecía posible ver lo que se preguntaba. Sería demasiado largo referir lo que me dijo de singular; el hecho que acabo de contar basta.”
 En los sonámbulos que he podido observar yo mismo, jamás ha tenido buen éxito esta experiencia. Después de grandes esfuerzos muchos llegaban a ver que era un reloj (aunque este hecho solo no prueba para los que dudan del sueño real de los sonámbulos, porque todo el mundo puede saber por el ruido del movimiento que es un reloj) pero ellos mismos no advertían que les era imposible indicar la hora y cuando se les quería forzara responder el esfuerzo y el dolor se pintaban en sus semblantes, y respondían falsamente. Algunos de estos mismos sonámbulos nombran después de un cortísimo instante los mismos objetos que bien envueltos se habían colocado sobre su epigastrio, pero no leían nunca lo escrito.
 Mr. Rustan compara con razón este fenómeno, en que el sonámbulo ve por varias partes de su cuerpo, al hecho muy verosímil de que, bastantes animales de las clases inferiores son sensibles a la luz por toda la periferia de su cuerpo”—hecho que se refiere también a lo que acabamos de explicar sobre la luz orgánica de los seres vivientes.—Su sensibilidad natural, prosigue el autor, percibe a la vez y por todos los puntos de su superficie, los olores, los sabores y la luz. En el caso precitado que nos ocupa, la sensibilidad general parece haberse exaltado hasta este punto; y si la naturaleza ha designado a ciertos nervios la facultad de sentir el sonido, los olores, los sabores y la luz ¿cuándo los priva de esta facultad no puede trasmitirla a otros nervios? ¿Porque los nervios que se dilatan por la superficie de nuestro cutis, no podrían en este caso estar dotados momentáneamente de la sensibilidad especial del nervio óptico del olfativo o del acústico, pues que en último análisis, ver, oler, oír etc. no es más que sentir la luz, los olores, o los sonidos etc. Pero en los sonámbulos esta facultad de ver no se limita a los objetos puestos de manifiesto a su investigación; disfrutan además de la facultad de penetrar al través de los cuerpos opacos. Un sonámbulo me ha dicho constantemente, sin engañarse nunca, si yo tenía el estómago vacío o lleno; llegaba hasta a comunicarme si había yo comido mucho o poco.” Puede verse en otros autores, y sobre todo en Petetin, hechos mucho más singulares.
 La razón fisiológica que puede existir para este fenómeno, podría hallarse si a la manera de algunos que admiten, como la mayor parte de los fisiólogos que corresponden en Alemania a la escuela nueva de la filosofía de la naturaleza, que la cabeza y el cuerpo son dos mitades organizadas en sus funciones y partes, de modo que a cada órgano de la cabeza corresponde un orden análogo del cuerpo, y que equiparan así los riñones a los ojos, se aplicase por esta correspondencia la trasposición de la facultad de la vista a la región epigástrica, que es también la de los riñones. La vista por el occiput se explicaría acaso por el cerebro, el órgano central de todas las facultades, y que esta tan esparcido en esta parte de la cabeza. Pero las experiencias hechas con este objeto fisiológico, son muy poco numerosos para poder dar con alguna certidumbre una razón de las trasposiciones indicadas.
 Llegamos ahora a la cuestión de saber cómo es que el sonámbulo puede revestirse de lo que se llama la doble personalidad. Determinemos primero lo que se designa por esta palabra.
 En el estado de sonambulismo se muestran a veces muchos grados distintos los unos de los otros, en que el sonámbulo empieza en cada uno de ellos una serie de actos, como si el grado precedente de que acaba de salir no hubiese existido; de manera que se cree oír a una persona enteramente diferente de la anterior. Además hay esta distinción notable en los diversos grados, que el sonámbulo no se recuerda de lo que ha dicho y hecho en el grado más elevado, mientras que conserva en este un perfecto conocimiento de todo lo que ha pasado en el inferior, sin continuar sin embargo la dirección natural del que ha precedido. Hasta ahora no se han advertido más que dos grados en la clara—visión magnética; pero el segundo parece tan diferente del primero; como este de la vigilia ordinaria. Los sonámbulos parece que están entonces elevados a un orden enteramente nuevo, sus facultades intelectuales se exaltan hasta un término extraordinario, y a creerlos, se encontrarían en un mundo enteramente diferente. También se opera un notable trastorno con respecto al cuerpo; si en el primer grado de sonambulismo lúcido los ojos estaban cerrados, como en lo ordinario, ahora se abren como si el sonámbulo despertase realmente; sin embargo es bien cierto que no ve con sus ojos abiertos, pues que la pupila, subsistiendo girada hacia arriba, no permite ningún uso de ellos; un brillo más vivo se esparce por todo el rostro, todas sus maneras de ejecutar algo, toda su gesticulación adquiere una gracia singular; el espíritu parece haber entrado en la entera posesión de sí mismo, y lleno de sentimientos, los más elevados, halla con facilidad para expresarlos, formas las más felices, y muchas veces las más poéticas. Yo no he tenido ocasión por mí mismo de observar este estado, pero un gran número de experiencias comprueban su existencia. Entre todas las monografías de casos de sonambulismo citaré la historia de una sonámbula descrita por Mr. Stromberk (1812). Prefiero citar esta historia porque todas las personas que figuran en ella me son conocidas, y porque su digno y docto autor en el día Ministro de Estado del Ducado de Brunswick, tuvo la precaución de llamar como testigos a todos los médicos de la ciudad de Celle donde sucedió este hecho de sonambulismo espontaneo en la familia del autor, el que contar después a los facultativos en un suplemento los hechos que habían observado. Los fenómenos más extraordinarios se verifican en este caso: los dos grados, hasta entonces (1812) muy poco conocidos, se manifestaron con una gran distinción, y con las circunstancias que he indicado.—En el grado más elevado, el sonámbulo se expresaba en verso, y en los más bellos versos que el autor cree haber oído jamás.
 No debe entenderse por la doble personalidad, que el sonámbulo llegue a ser en cada uno de estos estados una persona diferente; la memoria sola, lazo ordinario, pero no único, entre lo; diversos actos de la vida del hombre, falta aquí parcialmente; pero como esta reminiscencia existe en el grado superior en que el sonámbulo se acuerda de todo lo que ha hecho ya en el estado ordinario de la vida, ya en el primer grado de sonambulismo, hay pues, con evidencia un enlace en los diferentes grados, aunque no se manifieste en cuanto a la memoria sino por una sola parte. Pudieran figurarse estos tres estados principales, como tres círculos de la vida, contenidos el uno en el otro, y de los que el tercero, siendo más extenso, comprende a otros dos, sin que estos lo comprendan a él. La personalidad humana se elevaría así sucesivamente como por tuna metamorfosis ascendente a círculos más elevados, de los que cado uno presentaría un aspecto más extenso, abrazando al mismo tiempo lo esfera inferior por el lazo de la memoria.
 Difícil sería presentar una razón psicológica que satisfaga sobre la distinción particular de estos dos grados de donde nace lo que se llama la doble personalidad. No se trata aquí de dos estados enteramente opuestos, como la vigilia y el sueño, y cuyo recíproco olvido se explica por su oposición, por la actividad enteramente diversa en que se encuentran el espíritu y el cuerpo. Sin embargo, el olvido parcial que se experimenta en el grado inferior del estado del sonambulismo, podría aun explicarse psicológicamente por la exaltación extraordinaria de todas las facultades, la cual constituye una gran diferencia en los dos grados del sonambulismo; porque aun cuando estemos despiertos, si nuestras facultades han sido excitadas por algún tiempo hasta un término alto y que caemos después en el estado ordinario, nos acordamos con dificultad de lo que hemos hecho en el de la exaltación, no obstante creo probable que los dos estados de que habíamos salido no se fundan únicamente en una elevación diferente de nuestros facultades, sino que corresponden también a dos órdenes de cosas diferentes que no se pueden determinar psicológicamente. Esto es también un punto en que deberían concurrir observaciones metafísicas con las psicológicas para una explicación completa.
 La doble personalidad de que hablamos aquí no ha de confundirse con la de la locura en que una persona cree en una posición social enteramente diferente a la que ocupa en la vida real. Hay algunos casos en que la locura se reúne a la clara visión, pero estos errores de la locura no tienen nada de común con el fenómeno de que acabamos de hablar ahora.
 Existe además otra especie de doble personalidad, y que con más razón merece este nombre: la que se manifiesta también en el más alto grado de sonambulismo, y que consiste en una duplicidad no sucesiva, sino contemporánea de ser del sonámbulo. Cuando se les pregunta a estos sobre las predicciones que se refieren a su cuerpo, responden que no es por ellos por quien saben lo que anuncian con este respecto, que les parece concurrir allí otro yo que les advierte y aun que les impone con una fuerza irresistible lo que deben decir: remito sobre esto a la historia del sonámbulo de Strombek, donde este estado ha sido indicado muchas veces por el sonámbulo mismo. Se ha pretendido advertir en este hecho una intervención e inspiración misteriosa de un ser superior: pero recordando lo que he dicho sobre la diferencia del espíritu y del cuerpo, y sobre la naturaleza del principio anímico, y hasta un cierto grado intelectual, que anima al ser vivo del cuerpo, se concibe sin dificultad como en un estado que estriba en la mayor distinción del espíritu y del cuerpo, y al mismo tiempo sobre la elevación de las facultades respectivas de cada uno, puede provenir una duplicidad en que el mismo cuerpo, manifestándose en las propias facultades de su ánimo, se revista del carácter de la personalidad, mostrándose como un yo a sí mismo, Esta doble personalidad que aparece en este estado es una nueva prueba de la duplicidad del ser del hombre, y un testimonio de la verdad sobre lo que habemos dicho en cuanto al ánimo o alma especial del cuerpo.
  Con respecto a la cuestión de saber el término hasta que puede ejercerse la facultad de las predicciones de que parece están dotados los sonámbulos, nuestra respuesta conforme a la experiencia es muy sencilla. Esta facultad no se extiende más que hasta los hechos, ya intelectuales, ya materiales apercibidos por ellos con su vista interior, pero ya fundados, y de los que ellos únicamente proveen el desenvolvimiento con mayor claridad. Tan pronto como el sonámbulo sale de la vista inmediata. principia a juzgar por inducción, lo que verifica como cualquier otro hombre; sus juicios están sujetos a error, cuando no ha hecho entrar todas las circunstancias que pueden modificar un hecho en su desarrollo. Hasta ahora no se ha distinguido bastante la vista inmediata de los hechos presentes, de la predicción que se refiere a hechos venideros, resultando otros hechos fundados en lo presente. Esta predicción es el producto del raciocinio que, sobre todo, en los casos en que se ejerce sobre hechos de experiencia, siempre tan complexos y tan susceptibles de variación, está sujeto al error. Por esta razón se comprueba tan repetidas veces que los sonámbulos se han engañado en esta clase de predicciones, cuando pronostican a otros el principio o fin de una enfermedad o la próxima muerte de personas todavía vivas. Pero con respecto a la vista de los hechos pasados, o que pasan en aquel mismo momento, es difícil determinar un límite, pues que una vez que se ha reconocido que los sonámbulos ven a grandes distancias, es imposible indicar a esta vista límite en el espacio. Semejante vista ha sido comprobada muchas veces para poder dudar de ella. Pero se circunscribe siempre a hechos, esto es, a particularidades; se concibe cuan absurdo es proponer a los sonámbulos soluciones sobre teorías científicas de física o de psicología. La ciencia no es un mero agregado de hechos; ordena y liga los hechos por el raciocinio, que no puede ser reemplazado por la percepción. No es, pues, de temer que la clara-visión del sonambulismo haga inútil la ciencia: la vista más extensa de los sonámbulos podrá acaso, si está bien guiada, enriquecer la ciencia con hechos importantes, pero jamás determinara el orden y la unidad que existe entre todos los hechos, obra privativa de la razón.
 En cuanto a la última cuestión que nos hemos propuesto, a saber: como el magnetismo animal puede contribuir al restablecimiento de la salud, no deberemos ocuparnos aquí más que de la causa general que hace que el magnetismo, ya producido espontáneamente por la naturaleza, ya por el arte, ejerza una saludable influencia en el cuerpo enfermo. El magnetismo, como hemos visto, determina un gran trastorno en todas las relaciones del espíritu y del cuerpo: en este, el sistema principal de la vida, el sistema nervioso, con el órgano central, el cerebro, es particularmente afectado y exaltado a un alto grado de acción en todas sus funciones; es, pues, la vida general y central la que predomina en el magnetismo sobre la vida particular de los órganos. Ahora bien; como toda enfermedad se funda más o menos en la predominación anormal que adquiere una parte, ya órgano, ya función sobre la vida total, el estado magnético es extremadamente propio para curar la parte enferma por la elevación general de toda la vida del cuerpo por medio del sistema nervioso, y por la influencia armónica que debe ejercer la exaltación de todas las funciones y partes en esta parte enferma. Sobre todo, en todas las enfermedades, pues, que traen su inmediata o remota causa de una afección del sistema nervioso, el magnetismo puede producir su curación; y también en las graves enfermedades que se fundan mucho más en una alteración de las justas relaciones del espíritu y del cuerpo, como la epilepsia, histérico, catalepsia y locura, que no en meras afecciones orgánicas del cuerpo, el magnetismo debe tener una influencia muy saludable. Sobre todo en estos casos en que la medicina, que solo considera los cuerpos, es impotente, la naturaleza produce el magnetismo para la cura. Muchas veces la epilepsia, la catalepsia, el histérico y también algunas especies de locura vienen acompañadas de un grado más o menos elevado de sonambulismo. La experiencia prueba que el magnetismo ha sido empleado con éxito en las tres primeras enfermedades que acabo de nombrar; pero aunque hasta ahora se haya aplicado la curación magnética para la locura, no vacilo en creer que los efectos serían de los más dichosos, fundandome en la verdad general de que la locura es producida por una alteración de las verdaderas relaciones del espíritu y del cuerpo, y que por consiguiente un estado que exalta tan extraordinariamente todas las facultades del hombre, y que presenta el espíritu y el cuerpo en una armonía tan íntima, debe contribuir poderosamente a restablecer en el cuerpo y en el alma la regularidad y el equilibrio interrumpido por los diferentes géneros de enajenación mental.
 Tales son las cuestiones principales promovidas por el Magnetismo vital, y que hemos procurado dar una solución fundada en la doctrina psicológica que hemos explanado precedentemente con respecto a la vida del espíritu y del cuerpo. El fenómeno del magnetismo promueve todavía otras cuestiones, pero que no pueden hallar solución sino en la doctrina general sobre las relaciones espirituales y físicas del hombre con la naturaleza; y en las del hombre individual con la humanidad, como un hombre general y universal, y tal vez también en las relaciones religiosas del hombre con el Ser Supremo; pero semejante doctrina no es del dominio de la psicología en el cuadro a que hemos debido circunscribirnos, y que en todos los casos, queda como principal fundamento intelectual para la inteligencia y solución de las cuestiones relativas a las facultades del espíritu y del cuerpo, y a las relaciones que existen entre sí.
 Tampoco es este el lugar de hacer la historia del Magnetismo, y de exponer que los fenómenos que presenta han sido conocidos en todos los tiempos. Véase la ojeada rápida sobre la historia del magnetismo en el artículo citado de las ciencias medicinales. Hay dos obras alemanes particularmente consagradas a la Historia del Magnetismo animal, Geschiehte &c. por Eunemoser l819 y Exposición histórica del Magnetismo animal como medio Therapéutico, 1824 por Qiermanni; en las cuales se prueba por investigaciones históricas, y por relaciones de hechos de sonambulismo sacado de autores griegos y latinos y en obras anteriores al descubrimiento de Mesmer, que no solo han sido conocidos los fenómenos principales de los Kindous, egipcios, hebreos, griegos y romanos como de los pueblos modernos, sino que un método curativo análogo a la manipulación actual, aunque mezclado casi siempre con ceremonias supersticiosas, ha sido aplicado a las enfermedades nerviosas, y coronado del mejor suceso. Tampoco puede detallarse como habiendo sido reconocido el magnetismo por Mesmer, y atribuido por él a una causa natural, ha experimentado por mucho tiempo una suerte muy variable; ya habiendo sido abandonado, ya vuelto a adoptar con ardor, hasta que en los últimos tiempos, una observación más tranquila y libre de preocupaciones, ha comprobado la existencia de los principales fenómenos que desde el principio se habían atribuido a este estado. Descubierto en un tiempo en que los principios del materialismo más grosero se habían apoderado de la mayor parte de los espíritus, y contra los que era una enérgica protestación que hacia la naturaleza par sí misma, encuentra en el día adversarios en las personas que subsisten aun imbuidas en lar antiguas doctrinas materialistas; mientras que se comprende y explica de una manera natural para las que se han elevado a la inteligencia de las relaciones, que existen entre el espíritu y el cuerpo como dos seres diferentes, pero dotados de facultades análogas en cuanto a las anímicas de éste y las intelectuales del espíritu, y que han reconocido con la teoría dinámica la existencia de un principio anímico que domina toda la vida de la naturaleza.

 Memorias de Sociedad Económica de Amigos del País, 1849, pp. 100 y ss. 

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