Cuando al morir el
sol dora las nieves del Fusiyama
Los paisajes nipones
en mi cerebro copio
Siento el olor que
el crisantemo derrama
Los vagos, dulces
sueños del opio
Veo el campo inerme
Lo pagoda muda
Donde duerme
Budha.
Siento
La voz viva
El dulce lamento
De los cuerdas de la
diva
Como una pálida flor
morisca
Envuelta en un raro
manto de tisú
Una princesa cruza
en su rápido giuriska
y oigo el canto de
un uta melodioso de Azayasú.
Vicente Huidobro
De Canciones de la noche (1930)
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