domingo, 18 de diciembre de 2016

La flor del esqueleto





Orlando González Esteva


Para no ocasionar gastos mayores
prescindimos de exequias y de flores.

Para no molestar a nadie luego
—ni al gusano— le dimos gusto al fuego.

Ni siquiera una urna: unas cajitas
de cartón y unas cuantas piedrecitas.

A los huesos más duros de pelar
se les tritura y se les echa al mar.

Se les puede guardar en un arcón
hasta que nadie sepa de quién son.

O se les deposita en un jardín:
en el principio siempre estuvo el fin.

La cuestión no es morir sino esperar
que la muerte no se haga de rogar.

A los muertos que aún estamos vivos
nos conviene ser algo deportivos,

y no existe deporte más completo
que escribir en la flor del esqueleto.

Escribir tonterías, ya se sabe:
ni vivir ni morir son cosa grave.

Y escribir, mucho menos. A no ser
que el que escriba se muera de placer.

Es decir, que se mate. La escritura
también tiene su encanto: jettatura.

El suicida es un ente superior,
sobre todo si usa ordenador

y se mata escribiendo. Nada más.
Este muerto se va a vivir en paz.




Publicado originalmente en martínoticias.com, marzo 2 de 2015. Incuido en Las voces de los muertos, Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2016
              



2 comentarios:

Anónimo dijo...

HT, tú blog es un lugar que visito frecuentemente. Has posteado contenidos muy interesantes y exclusivos. Sería posible poner las fechas de los poemas, por ejemplo.
Orlando González Esteva....fecha del poema.

Gracias.

Anónimo dijo...

Gracias por su atención. Ya con la referencia hay orientación.

Es ud. muy amable.