Carnestolendas
"La musa del dolor", que siempre lleva
el ay! pendiente del jadeante labio,
la que tiene la frente pensativa
y el rostro por las penas demacrado;
"La musa del dolor" que sepultada vive
en un cementerio subterráneo,
llorando por las plácidas venturas
perdidas en las brumas del pasado;
"La musa del dolor" que el Mal destino
envuelve en sus crespones enlutados,
a la que por sus versos dolorosos
"la musa del dolor" denominaron;
Se disfraza alegre, de festiva,
de traviesa inquietud si es necesario,
que al mundo le repugnan los espectros
y le entretienen los enmascarados.
Después de la fiesta
Queden las galas otra vez guardadas:
el cinturón de plata, el blanco traje,
el chal sedoso de nevado encaje
y los ramos de flores perfumadas.
Ya pasaron las horas agitadas
en que el asedio del pesar distraje,
regresando las galas sin ultraje
y de suaves aromas impregnadas.
Pero tú, terco corazón, persistes
en conservarte indiferente y frío;
como has ido al sarao, así volvistes,
y siempre melancólico y sombrío
sigues soñando con fantasmas tristes
y latiendo ¡infeliz! en el vacío.
Enero, 1896.
A mi amigo Juan de Dios Peza
Para la tumba de Ernesto Peza
(Méjico)
Toma la débil flor que te dedica
la musa blanca del país cubano;
pálida, triste, sin follaje vano,
pero en aromas de pureza rica.
Para muertos cual tú ¿que significa
en la flor bella del jardín lozano
el brillo frágil del matiz galano?
¿qué la hermosura del color implica?
Yo, que se bien lo que lo eterno vale,
busqué una flor que en tu sepulcro exhale
lo que el tiempo no estruja ni consume;
lo que la brisa a las alturas lleva
y hasta los tronos del Señor eleva:
la fragante pureza del perfume!
1894.
Consulta ministerial
A……
Huérfana, triste, sin paterno abrigo
sin encontrar piadosos corazones
donde puedan hallar mis aflicciones
el redentor consuelo que mendigo,
por el erial de mi sendero sigo
enterrando mis muertas ambiciones,
y dejo que mis bellas ilusiones
se las lleve el pretérito consigo.
Más como por mi mal, me causa miedo
la soledad terrible en que me quedo,
a vos, ministro que la luz reparte,
elevo mi consulta ansiosamente
para saber si puedo dignamente
hallar asilo en el jardín del Arte.
Mayo, 1894.
Tomado de Poesías de Luz Gay; prólogo de Dulce María
Borrero, Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Ca., 1921.
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