domingo, 6 de julio de 2025

Luz Gay y La Revista Blanca

 

 Álvaro de la Iglesia


 Con una perseverancia rarísima en su sexo y con una modestia encantadora, más rara aun en la mujer de letras, la inteligentísima y simpática escritora señorita Luz Gay, viene realizando una obra a todo extremo laudable: la publicación de su preciosa Revista Blanca, nunca lo suficientemente encomiada.

 Cuanta actividad y cuanta virtud representa una publicación que en el silencio y sin estrepitosos anuncios, trabaja por la causa de la cultura cubana, no hemos de apreciarlo nosotros. Basta para su triunfo, ser la obra delicada y hondamente sentida de una mujer, de una niña mejor, corazón animoso que en medio de un pueblo mercantilista por excelencia, ha echado los cimientos de su bello edificio consagrado a la mujer y que, (doloroso es decirlo), no tiene aun por patrocinadoras a todas las cubanas.

 Luz Gay, que viene a engrosar la falange de las escritoras americanas y no ciertamente en lugar secundario, ha dado todo su ser, todas las actividades de un carácter nervioso y vibrante, todas las delicadezas de su corazón de artista a ese periódico selecto y refinado, que es la negación del lucro en la esfera de la publicidad y la vez que el tipo genuino en que deben colocarse las publicaciones literarias.

 Lo que ha tenido que luchar y que trabajar la tierna directora para llegar al punto en que hoy se halla el objeto de sus nobles ambiciones, lo saben bien todos los que enamorados de una idea noble y encariñada con el corazón, la han visto venir a tierra herida de muerte por la frialdad inconcebible de un público, encumbrado a veces de cosas vanas ya que no indignas. Pero esta vez ha triunfado la debilidad graciosa y al propio tiempo bizarra de una niña superior a su rezo, testimonio elocuente de cuanto puede una voluntad al servicio de una idea y un corazón animoso lleno de claridades inefables y de provísimas abnegaciones. ¡Tal vez sobre hermosa obra realizada con pasmosa discreción por un ser todo debilidad ha dejado caer desde la otra vida sobrenaturales revelaciones un padre amoroso, oculto inspirador de la genial artista.

 En La Revista Blanca, Luz Gay lo es todo: la selección discretísima de los originales y la galanura y la novedad de la forma tipográfica; el orden verdaderamente varonil de una administración modelo y la seriedad inglesa de la confección. Luz Gay es el éxito; puede jactarse de ello. Precisamente se trata de una revista que no han hecho popular ni firmas cubanas de gran nombre ni deleznables cambios de elogios entre la gente de pluma.

 Con la silenciosa fuerza de la ola que bate un día y otro día el bloque de granito y lo socava, así la Revista Blanca, que dirige una niña con su propia inspiración y con su maravillosa voluntad de acero, ha quebrantado el muro de la indiferencia pública, se ha hecho abrir, por su propio mérito, la puerta de todos los hogares más distinguidos y luce hoy sus nacaradas hojas sobre el volador de la dama distinguida, sobre el piano de la joven culta, en el bufete del hombre serio y en el rinconcito preferido del gabinete de estudio del literato. Hermoso triunfo del talento, éxito halagador de la constancia puesta al servicio de una idea elevada, noble y útil.

 El último número de La Revista Blanca está ante nuestra vista, abierto por una de sus más hermosas páginas: un estudio literario de Rafael Fernández de Castro, sobre el poeta Arolas. Dicho esto, ¿a qué enumerar todas las bellezas del sumario? En él, seremos francos, sólo echamos de menos una cosa: los versos de Luz Gay.

 Porque Luz Gay, es uno de nuestros poetas favoritos. Y nuestros favoritos ¡son tan pocos!

 

 La Discusión, 21 de octubre 1895.


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