jueves, 20 de enero de 2022

Como quien ríe al final

 

Pedro Marqués de Armas  

 

Escribía cartas a Radio Francia Internacional

(o Radio Exterior de España) con la ilusión

de que fueran leídas por aquellas “amables

presentadoras” para él tan familiares

que se convirtieron

en su último solaz

 

A veces cuando más lo esperaba 

saltaban su nombre pero ¡qué alegría! 

si acusaban recibo y enviaban saludos 

al oyente fiel que las instruía con historias

(un tanto) anómalas que sin embargo

enderezaba al trasladar a ese estilo suyo

ordenado y convencional

 

La muerte repentina de Voisin poco antes

de su última conferencia en La Habana

el curioso destino de unas piezas de Gundlach

extraviadas del museo de Segunda Enseñanza

la ruta de los últimos auténticos manatíes

por los cayos del norte el secreto 

(amor) de Enriqueta Faber

y tantas otras

de valor local

 

Aunque no acusaran recibo

se sentaba

oyente fiel

a su hora

esperando señal

 

Un verano y otro

qué agrado el suyo

o qué largo silencio

si pasaban

de él

 

En esa su hora

nada podía

sacarlo

de ahí

 

Ni mi madre bailando el San Vito

ni el motor de aspas de El Bosque

ni el trasiego ruidoso de escrip

(tores) con ganas de hablar

de Derrida.

 

Un día le vi meter literal

mente la cabeza en la radio

y el oído

en el dial

 

Fundido a su Zenith

riente (de 1933) él

tan íntimo

adquirió un aspecto Un

-Heimlich

sonreía como el Hombre de Arenas

como el avestruz que me sonrió

en Italia -una vez- como todo

lo que sonríe

a sabiendas

 


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