lunes, 16 de febrero de 2015

Un héroe de la ciencia





   Manuel Saladrigas


  La ciencia tiene sus héroes. Entre los radiólogos, forman legión los que han sufrido mutilaciones sucesivas como consecuencia de las lesiones profesionales adquiridas con el uso de las lámparas Roentgen; es relativamente reciente el caso del médico sueco que injirió cantidades desacostumbradas de agua pesada, en demostración de las teorías que había venido defendiendo; algunos bacteriólogos eminentes han recurrido a las inoculaciones de vacunas tóxicas movidos por el afán experimental. 

 En La Habana acaba de darse uno de estos casos, merecedor de ser destacado por su ejemplaridad en estos tiempos en que muchos hombres viven movidos por el afán de destruir todos los valores humanos.

  

 El Dr. Matías Duque lleva con gran dignidad sus setenta años. Su vitalidad presagia una vida longeva. Pulcro, pequeñito, dinámico y, sobre todo, enamorado de la profesión que ha venido ejerciendo con gran dignidad, ha querido demostrar prácticamente la teoría que entiende puede llevar a conocer el gran secreto del cáncer. Por eso el día 9 de octubre se hizo inocular cuatro veces "virus cancerosos filtrados", extraídos del tumor canceroso de una mujer.

 En los lugares donde fueron establecidos esos Cultivos han aparecido durezas subcutáneas que se van desarrollando poco a poco. Son pequeñas manchas negras, que frota inquisitivamente el médico cubano, estudiando minuto a minuto las metamorfosis evolutivas que ofrece el mal.
 

  —¿Qué valor puede tener mi vida —ha dicho el valeroso médico— ante las enseñanzas que pueden derivarse del resultado de este ensayo? Entiendo yo que el cáncer puede ser transmitido de una a otra persona por inoculación directa. A demostrarlo tiende mi experimento, y si resulta cierta la teoría que defiendo, habremos dado un gran paso para buscar remedio al mal que destroza tantas vidas en el mundo. 



 Naturalmente que aún no puedo ni presumir si se producirá alguna reacción o cómo se efectuará, porque nos hallamos ante fenómenos que desconocemos aún, y que el cáncer es un misterio ante el que han fracasado hasta ahora todos los investigadores.

 Hasta ahora sólo puedo decirle que estas primeras manifestaciones que estudio con tanto interés ofrecen para mí un valor indeterminado aún. Es necesario saber esperar y yo me resigno a tener paciencia. El tiempo dará respuesta cumplida a nuestras interrogaciones...

 Así, serenamente, habla el Dr. Matías Duque, verdadero héroe de la ciencia, sin dar importancia a su gesto sublime, digno de ser pregonado a todos los vientos; porque, aun cuando fracasara su ensayo, el hecho en sí tiene relieve sobrado para ser presentado en el primer plano de la actualidad internacional.

 Mi REVISTA podrá encargarse en España de difundirlo, rindiendo homenaje al abnegado paladín de la ciencia cubana.


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