sábado, 19 de noviembre de 2011

Broma macabra II




  Búscase la excéntrica anciana millonaria en cuya residencia se escenificó la broma trágica.

 Un revuelo incesante de las autoridades, periodistas y fotógrafos, centralizó anoche, la lujosa residencia situada en 1ra 244 entre 24 y 26, reparto Miramar, que ocupaba la excéntrica anciana Elizabeth C. Ford, con motivo de la sensacional noticia, que había aparecido el cuerpo de una mujer atravesado por un impresionante punzón en la escalera de la casa y muy cerca otro cadáver de un individuo, balanceándose al compás de una danza macabra.
 El policía de recorrido se puso en comunicación telefónica con el jefe de la Demarcación de la Tercera Estación Henry Pérez, el cual con varios agentes y carros perseguidores se dirigió al lugar y ya frente a la puerta de la residencia pudieron observar los cuerpos.
 Alguien llegó entonces a la conclusión que se trataba de un homicidio y suicidio. La mujer aparecía vestida, cubiertos sus pies con magnífico calzado al igual que la otra víctima, es decir, el hombre, con un traje limpio y nuevo.
 Pero aquello que movió  a una caravana de curiosos, policías, periodistas y fotógrafos quedó al descubierto, y se pudo saber la verdad. Se trataba de una broma trágica. Aquellos cuerpos, uno que aparecía con manchas de sangre y otro colgado eran ¡muñecos de trapo!
 La dueña de esta residencia, lugar del suceso es la ciudadana norteamericana Elizabeth C. Ford, que cuenta más de 66 años de edad, mujer que ha originado vivísimos comentarios en la Crónica Roja, dueña de un capital fabuloso, y que dedicara el mayor tiempo a la esmerada crianza de perros, para lo cual cuenta con la ayuda de numerosos criados.
 La señora Ford hace años contrajo matrimonio con uno de sus sirvientes nombrado Daniel Darío Rodríguez de 25 años de edad, lo que provocó un escándalo social.
 Tras un cúmulo de incidentes y una serie de hechos anormales, la señora Ford se divorció de su esposo Daniel, lo que volvió a dar origen a distintas informaciones y comentarios a la actitud de la ciudadana norteamericana.
 Este hecho ha puesto sobre el tapete de la actualidad a la expresada señora Ford, porque aparte de la broma trágica ya descrita, no se ha podido localizar a esta rara mujer, la policía se encuentra investigando si es cierto que abandonó el país, o la otra versión, que se encuentra en la Habana atendida por el veterinario.

 Localizada, en la clínica de perros, la anciana que se estimó estuviera secuestrada.

 Al llegar a esta clínica, situada en San Lázaro 862, bajos, entre Marina y Venus, los periodistas y policías se encuentran que efectivamente Elizabeth se hallaba recluida en una de las últimas habitaciones de esa clínica, durmiendo en un sucio colchón y como acompañante un perro de gran tamaño, de raza Gran Danés, al que pusieron el nombre de ‘Leopoldo’.
 Poco después la policía interrogó al Dr. Soto, manifestando éste que la señora se encuentra recluida desde hace 8 meses, pero que jamás la tuvo secuestrada, ya que el juez de Marianao tiene conocimiento de su reclusión, desde que tuvo un incidente con el joven Daniel. Agregó que a su juicio la señora Ford, padece trastornos mentales.
 La señora Ford, al ser interrogada, manifestó que estaba allí para curarse de la lesión que presenta, es decir, fractura en una pierna, que le causó su ex esposo Daniel, que estaba allí por su voluntad, pero que no estaba secuestrada. En el curso de la conversación daba muestras de persona desequilibrada y hacía mención constante de que era perseguida para darle muerte, aunque no señalaba la persona determinada.
 El capitán Henry Pérez trata de localizar a Daniel y al apoderado de la anciana para interrogarlos y presentarlos ante el juez correspondiente, para determinar qué persona y con qué propósito colocaron en la casa abandonada los maniquíes.
 Se espera que de un momento a otro el activo capitán Henry Pérez  aclare definitivamente este misterioso suceso.

 Vivía en la más completa indigencia en la clínica de perros, pese a que recibía $ 1200 mensuales de pensión. El veterinario recibía cinco pesos diarios por atender y cuidar a su perro “Leopoldo”.

 Esta tarde fueron presentados en el Juzgado de Instrucción, el veterinario Dr. José M. Soto, dueño de una clínica canina que existe en San Lázaro 862, y su esposa Josefa Romero, por estar acusados del secuestro de la anciana norteamericana Elizabeth C. Ford, de 66 años, propietaria de una casa situada en Avenida 1ra, Miramar, en cuyo hogar personas hasta ahora desconocidas, llevaron a cabo, con fines ignorados, una macabra broma, al colocar unos muñecos aparentando que se trataba de una mujer asesinada y de un hombre ahorcado.
 La anciana Ford recibe mensualmente una pensión de $ 1200, además de poseer una finca en Bahía Honda, terrenos en Santa Fe y residencia en Miramar, pagando al veterinario Dr. Soto $ 5.00 diarios por el cuidado de su perro “Leopoldo” en la referida clínica.

  
 La anciana, pudo saberse hace unos ocho meses testó a favor del Dr. Soto, con lo que no estuvo de acuerdo su apoderado, el Dr. Juan Silva, por lo que él le puso pleito.
 Al ser interrogada la anciana, acusó al veterinario y a su esposa de tenerla secuestrada, afirmando que quería volver a su casa y que se lo impedían, así como que sospechaba que querían matarla.
 Por su parte, el Dr. Soto declaró que había dado alojamiento a la anciana Ford por haberlo solicitado así ella, ya que le dijo que temía que la mataran en su casa y además quería que atendiera a su perro, nombrado “Leopoldo” con el cual dormía en la cama.

 La excéntrica anciana será instalada nuevamente en su residencia del reparto Mirarmar, por disposición del Juzgado. 

 Fueron remitidos al vivac por el tiempo que marca la ley, el veterinario Dr. José M. Soto y su esposa Josefa Romero, acusados de tener secuestrada en la Clínica de Perros, situada en San Lázaro 862, a la anciana Elizabeth C. Ford.
 Por este hecho se erradicó la causa No. 271, estimando el Juez Carlos Roig que existen suficientes indicios de culpabilidad, por lo que se ordenó la prisión preventiva de ambos acusados.
 El Dr. Soto fue remitido al castillo del Príncipe y su señora a la cárcel de mujeres de Guanajay.
 Por su parte, la anciana continúa ratificando que la tenían secuestrada y que le habían dicho que estaba condenada a muerte, desconociendo por qué motivo se le maltrataba.
 En la cama donde se encontraba la anciana Ford, sobre un mugriento colchón, se encontró también a su perro “Leopoldo”, raza Gran Danés. La anciana pidió que se le devolviera a su residencia en Miramar, donde en compañía de su criada y de su perro, podrá permanecer tranquila.
 Por documentos oficiales se supo que la señora Ford se nombra Elizabeth Carrie Ford, nombre que adquirió al contraer nupcias con un súbdito inglés, siendo natural de Florencia, Italia, y habiendo nacido el 26 de noviembre de 1888, teniendo actualmente 67 años y habiendo llegado a Cuba en el 32. Compró su casa actual en 1944 por $ 19 000.
 El Dr. Soto declaró que hace 15 años la atiende, habiéndose dedicado a la atención de su perro, sin que lo guiara otro propósito, pues siempre le pagó sus honorarios con generosidad. Agregó que en agosto del 49 hizo, en unión de la anciana, un viaje a Miami, llevando a su perro “Leopoldo” para atenderlo con auxilio especializado. Hecho que es corroborado por un testigo que afirmó haber visto paseando por la ciudad floridana y por las playas, al Dr. Soto, en unión de la anciana Ford, en trusa, con su perro.
  
  Habla el ex-esposo.

 Hizo su presencia el joven Daniel Darías Rodríguez, de 26 años, que reside en Monte 914, quien manifestó que estimaba que en el secuestro estaban complicados Soto y su apoderado Juan Silva, quien se casó con la anciana porque esta quizo hacerlo en muestra de agradecimiento por haberla atendido solícitamente en varias ocasiones en que ella estuvo enferma. Estima que todo fue una combinación de Soto y Silva para evitar que la fortuna de la señora Ford pasara a su poder, ya que habría testado a favor suyo, lo que impidieron aunque él tiene pendiente una apelación.

  El País, 1950. 

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