jueves, 18 de septiembre de 2025

Zattere


 Philippe Sollers

 

 Estamos en pleno Sud. El sol sale amarillo por la izquierda y se pone rojo por la derecha. A menudo, con buen tiempo, la luna y el sol se ven juntos en perfecta simetría. Venus brilla, la estrella de los enamorados.

 En frente, la Giudecca y el Redentor. Un poco más a la izquierda, San Giorgio. Es sábado, entran los grandes transatlánticos.

 El muelle, amplísimo, se construyó por decreto del 8 de febrero de 1516. En 1640, se ordenó descargar allí toda la madera. Como los troncos descendían por flotación (zattera), arrastrados por la corriente del Piave desde los bosques de Cadore hasta Venecia, el largo muelle recibió el nombre de "Zattere". Se extiende desde la punta de la Aduana hasta la estación marítima. Cualquier viajero un poco experimentado sabe que este es el lugar más hermoso del universo.

 Viví allí, semanas y semanas, para respirar y escribir, durante cuarenta años, completamente de incógnito. De un barco a otro, de una a otra terraza sobre pilotes, muy temprano por la mañana, al mediodía, por la noche. He cruzado mil veces el Puente de la Humildad, el muelle de los Incurables, el del Espíritu Santo. He perdido la cuenta de los cafés que tomé al sol contra el agua centelleante y su batir regular bajo los tablones. La Linea d'ombra ha desaparecido, Aldo también, Gianni, La Calcina y La Riviera están allí. Cada día, mañana y tarde, se dice y repite la misa en los Gesuati, Santa María del Rosario. Pasajero, o paseante, enciende aquí una vela por mí. Soy incurable, pero tal vez el Espíritu Santo me proteja. La Humildad debería hacerme perdonar mis errores. Y como dijo alguien mejor que yo, avanzando al frente escenario, para significar el final de la historia: Let your indulgence set me free.


 Dictionnaire amoureux de Venise, Éditions Plon, 2021, pp. 85-86.


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