La
gente que aparece en mis fotos dice que estar con mi cámara es como estar
conmigo. Es como si mi mano fuera una cámara. En la medida de lo posible, no
quiero que haya ningún mecanismo entre el momento de fotografiar y yo. La
cámara es parte de mi vida cotidiana, como hablar, comer o tener sexo. Para mí,
el instante de fotografiar, en vez de crear distancia, es un momento de
claridad y de conexión emocional. Existe la idea popular de que el fotógrafo es
por naturaleza un voyeur, el último invitado a la fiesta. Pero yo no soy una
colada; esta es mi fiesta. Esta es mi familia, mi historia.
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