viernes, 8 de marzo de 2019

La Liga de Higiene Mental. Su formación en Cuba



 Pedro Marqués de Armas

 El VI Congreso Médico Nacional, celebrado en diciembre 1924 fue ocasión, como hemos dicho, para demandar al gobierno la organización de una Liga de Higiene Mental en Cuba. En su ponencia, Juan Portell Vilá concluía expresando la conveniencia de “interesar a la opinión pública por medio de la prensa y de conferencias de los beneficios de vulgarizar la higiene mental”, al tiempo que recababa de los poderes públicos “apoyo moral y material para la creación de servicios abiertos como los que postulaban Beers y Toulouse”. Se trata de dar continuidad pero de un modo más amplio a las campañas que venían realizándose contra las toxicomanías, con el precedente de la Liga Antinarcómana establecida ese mismo año. A ello se suman las peticiones de introducir la higiene mental en la educación pública e, igualmente, en las instituciones benéficas y penales. 
 Las gestiones a favor del establecimiento de la Liga de Higiene Mental fueron precedidas por una serie de reuniones, viajes e intercambios, así como de negociaciones con el Estado.
 Estando todavía en París, en 1922, Portell Vilá recibió la visita del antropólogo y alienista cubano Arístides Mestre, con extensa experiencia en el terreno de la educación de anormales. Ambos se entrevistan con Edouard Toulouse, quien les ofrece su ayuda; por cierto, los trabajos de Toulouse sobre la herencia, la higiene escolar y, por último, los “servicios abiertos”, se venían divulgando en Cuba. 
 Invitado al Asilo Escuela de la Salpêtriére y al servicio para niños anormales de Bicetre, Mestre recibe instrucciones de Nageotte y Rouvinovitch, respectivamente. Un libro de este último, titulado La adaptación social de los niños retrasados en Francia y decisivo para el establecimiento en París de la Liga de Higiene Mental, influirá en el psiquiatra cubano, que señala “la necesidad de una organización psiquiátrica clínico infantil, precoz y racional, para la profilaxis de las enfermedades mentales, el pauperismo y la criminalidad.” (Sobre asistencia, tratamiento y educación de niños anormales, La Propagandística, 1927).  
 Rouvinovitch puso a Mestre en contacto con Clifford W. Beers, Secretario del National Committee for Mental Hygiene de N. Y, quien a su vez lo recomienda a Thomas H. Haines, Director de la División de Deficiencia Mental, quien lo recibe en el New York City Children Hospital. 
 En Estados Unidos Mestre se entrevista con Beers –figura insigne del movimiento-, y visita varias instituciones psiquiátricas y pedagógicas. 
 En 1923, durante la celebración en La Habana del VII Congreso Médico Panamericano, se vota por la creación de un Comité de Higiene Mental de América Latina. Tras el aludido VI Congreso Médico Nacional, se cuenta con apoyo de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia y la demanda de numerosos médicos, maestros y juristas. Entretanto, el catedrático de Medicina Legal Raimundo de Castro, también admirador de las ideas de Freud, que las creía particularmente útiles para entender la conducta de los delincuentes, visita el Dispensario de Higiene Mental de París. En abril de 1926 se recibe en Cuba a Mrs. Gordon Ireland, quien trae una carta dirigida por Clifford W. Beers a Arístides Mestre, en la que propone vincular a Cuba al movimiento por la Higiene Mental; esto implica un segundo viaje de Mestre a París, indicativo de las conexiones entre los movimientos de Francia y Estados Unidos y del respaldo a la gestión cubana.
 También el médico forense Manuel Barroso visita el Hospital Rousselle de París en 1923, escribiendo a su regreso, en la Revista de Medicina Legal, un artículo donde publicita el desarrollo de la Higiene Mental en Europa.
 En fin, un marco de crecientes gestiones, cada vez más propicio, al que el gobierno de Gerardo Machado prestará oídos a través de la Sociedad Cubana de Psiquiatría y Neurología, cuando, en sesión extraordinaria celebrada en el salón de actos del Hospital “Calixto García”, se conceda a Portell Vilá un voto a favor de la organización de la Liga de Higiene Mental, creándose, ya entonces, en el seno de la Sociedad, una sección de Profilaxis e Higiene Mental.
 Por último, el 1ro de febrero de 1929, en plena expansión de las relaciones entre el Gobierno y las organizaciones médicas, el doctor Francisco María Fernández, Secretario de Sanidad, obtiene respuesta del propio presidente de la República. Así, el 4 de marzo se establece en la Academia de Ciencias Médicas una Comisión Organizadora, y por fin, el 27 del mismo mes, en el Salón de la Junta Nacional de Sanidad, se aprueban los estatutos y se nombra la primera Junta Directiva de la Liga de Higiene Mental.
 Esta era su composición:
 Director: Francisco M. Fernández.
 Secretario General: Juan Portell Vilá.
 Director de Sección Médica: Arístides Mestre.
 Director de Sección Pedagógica: Alfredo Aguayo.
 Director de Sección Organización del Trabajo: José A. López del Valle.
 Dirección de Sección Delincuencia: Ricardo Lancís.
 Tesorero: Fernando del Pino.
 Vicetesorero: Antonio Barreras.
 Vicesecretario: Manuel Barroso.
 Vocales: León Hirzel y Miguel Rodríguez Machado.
 La Liga de Higiene Mental aparece bajo el siguiente lema: “Por la salud mental del pueblo de Cuba, por los desvalidos de la mente, por los niños retrasados y por los preceptos de la higiene profesional dentro de la población obrera de nuestro país”.
 Sus propósitos generales eran: “Hacer progresar nuestras leyes y costumbres, y hacer compatibles la aplicación de los métodos científicos en el tratamiento de los niños anormales, de los locos incipientes y los toxicómanos (...) para remediar sus primeros desvíos”.
 Compuesto por 60 artículos distribuidos en 11 capítulos, los Estatutos de la Liga de Higiene Mental de Cuba circulaban en 1929 publicados por la Casa Impresora Montalvo y Calvo. 
 El artículo 1ro establecía que la Liga se creaba bajo el patronato de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia y que el objetivo principal era “promover estudios y trabajos de profilaxis, así como la creación de servicios médicos que sirvieran para remediar dolencias nerviosas y mentales, aplicando principios eugénicos y de homicultura que posibilitaran el mejoramiento y vigor de las facultades intelectuales del pueblo”.
 El artículo 8vo establecía la existencia de cuatro secciones principales: médica, pedagógica, delincuencial y de organización científica del trabajo. A su vez, la sección médica se organizaría a través de dispensarios que funcionaran como centros de reconocimiento y selección y, asociado a éstos, mediante una red de instituciones que atendiera a retrasados mentales, alcohólicos y toxicómanos.
 Un resumen histórico de los precedentes que dieron lugar a esta entidad fue divulgado por el propio Portell Vilá en sus artículos “Los propósitos de la Liga de Higiene Mental” y “La Liga de Higiene Mental en Cuba”, ambos de 1930; y por Mestre en “La Higiene Mental en Estados Unidos y Francia…”
 En el contexto de su establecimiento y, por lo menos, hasta 1932 cuando la crisis política y económica socava al régimen de Machado, los miembros de la Liga de Higiene Mental realizaron una profusa labor de proyección nacional encaminada a divulgar sus principios. Se celebraron juntas, se crearon sedes provinciales, y se apeló con frecuencia a la radio como medio de propaganda, a la vez que se ampliaban las secciones que la componían; surgen así, la de Psicología Médica, y en Matanzas, una efímera Liga contra el Suicidio.
 Importante culminación de estas labores fue la participación de varios psiquiatras cubanos en el Primer Congreso Internacional de Higiene Mental, celebrado en Washington en mayo de 1930. Tanto los preparativos como el evento tuvieron amplísima difusión. La delegación quedó integrada por Francisco María Fernández, como Secretario de Sanidad y Beneficencia, Portell Vilá, como Secretario de la Liga de Higiene Mental, René de la Vallette, en representación de la Sociedad Cubana de Psiquiatría y Neurología, y Arístides Mestre, por la Universidad de La Habana, entre otros.
 Este elenco visitó la Clínica Psiquiátrica del Hospital John Hopkin´s, en Baltimore, fundada por el Dr. Adolf Meyer, quien recibe a la delegación cubana e imparte una charla sobre Ergasia. Por la parte cubana, el Dr. La Valette dicta una conferencia en inglés en la cual da a conocer las transformaciones que se efectuaban en el Hospital de Dementes de Mazorra, con el interesado apoyo del gobierno, y como parte de su “reforma científica”; mientras en el marco del Congreso, Portell Vilá presenta su ponencia “Sexo y cultura. Hombre y mujer. Su educación sexual”.
 Durante largas jornadas, los médicos cubanos visitaron el servicio anexo de Profilaxis Mental y el Departamento de Psicología Experimental del Hospital John Hopkin´s; la Escuela de Higiene y Salubridad Pública; la Escuela de Cadetes de la Marina de Annapolis; la Escuela de Terapia Ocupacional de Boston; el Departamento de Psicometría de Massachusetts (fundado por Seguin en el siglo XIX) y algunos Hospitales y Clínicas Psiquiátricas de New York.
 A su regreso, la delegación elevó un informe al gobierno en el que se expresaba la voluntad de asimilar el modelo norteamericano de asistencia a los enfermos mentales. 

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