sábado, 2 de marzo de 2019

Agustín M. Abril o la vertiente clínica




   Pedro Marqués de Armas 

 Fue el último de una larga tradición de neuropsiquiatras cubanos formados en Francia. Alumno de Henri Claude en la Clínica de Enfermedades Mentales y del Encéfalo de Sainte-Anne, coincide allí, entre 1926 y 1928, con Lacan, Ey, Baruk y Delay, entre otros.
 Agustín M. Abril se ubica entre las figuras sobresalientes de la segunda generación republicana, la que marca el cisma entre la orientación norteamericana, en pleno ascenso, y la francesa, en declive. Introduce, justo entonces, el “psico-biologismo” francés, influyendo en la posterior recepción de Henri Ey.
 Al contrario de Juan Portell Vilá, también alumno de Claude, pero que se decanta por el psicoanálisis y la Higiene Mental proponiendo, a su regreso a La Habana, la creación de dispensarios y servicios abiertos; Abril sigue la vertiente clínica de su maestro: actualiza la psicopatología y la nosografía, y se encarga, en el Hospital de Dementes, tanto de la organización del servicio de agudos como de la docencia.
 Al difundir la concepción psico-orgánica se apartaba del degeneracionismo dominante entre los psiquiatras de viejo cuño.
 Abril escribió artículos actualizados sobre esquizofrenia, psicosis alucinatoria crónica, paranoia y confusión mental. Como responsable desde 1930 de la Clínica Psiquiátrica de Mazorra intentó introducir las clasificaciones más recientes. Su labor coincide con las trasformaciones que tuvieron lugar en Mazorra, apoyadas por el gobierno de Gerardo Machado.
 En este sentido, el 24 de noviembre de 1930, al inaugurarse diversas obras en aquella institución, disertó en el salón de actos sobre la esquizofrenia.
 A petición del director, Dr. Miguel Rodríguez Machado, impartió entre 1930 y 1931 una serie de conferencias en la Escuela de Enfermería que serían publicadas en la revista La Enfermera Nacional. Aunque no recogidas en libro, constituyen, probablemente, en cuanto a psicopatología, el documento más exhaustivo hasta esa fecha (incluían, entre otros, los siguientes tópicos: “Trastornos de la percepción”, “Alucinaciones", “Ilusiones”, “Mecanismos de los delirios” , “Los delirios en la Clínica”, “Síndrome Deficitario” y “Síndrome de Excitación”).  
  En una de estas conferencias expresaba que Mazorra no era ya, exclusivamente, un asilo de crónicos, sino también una clínica donde muchos enfermos curaban, lo que ejemplica con los resultados de las salas “Gerardo Machado” e “Isabel Walker”.  
 Es su conferencia Estado actual de los problemas de la esquizofrenia, traza un recorrido por el concepto de Demencia Precoz hasta Bleuler, para entrar a describir la psicopatología de dicha entidad, con referencias a Kahlbaum, Bleuler, Baruk y Claude, así como a las diversas teorías etiopatogénicas, incluyendo las de Kraepelin y Bunke, las tesis toxinfecciona de Buscaino y Wolfer, las concepciones de Minkowski y Jung, hasta llegar a las hipótesis neuroendrocrinas y hematológicas, y a los biotipos de Kretschmer.
 Un ejercicio de legitimación que concluye con la adhesión a las ideas de Claude.
 Como se sabe, fue Claude el primero en separar la demencia precoz del grupo de las llamadas esquizofrenias, tendiendo, así, cierta demarcación entre lo orgánico y lo funcional dentro del paradigma psico-orgánico del último Bleuler.
 Diversos factores funcionales”, como el PH y el riego sanguíneo, podían alterar el cerebro.
 Experiencias que años más tarde serían matizadas y desarrolladas por Henri Ey, Abril, siguiendo a Claude, trae a colación el esquema jacksoniano, verdadero punto de partida del modelo psico-orgánico, llamado a establecer una diferencia entre los constructos demencia precoz (orgánico, defectual, negativo) y esquizofrenia (funcional, procesual-reactivo, positivo).
 En su conferencia, pedía estudiar a los esquizofrénicos de Mazorra (petición que ya había realizado Arístides Mestre) y establecer un laboratorio de anatomía patológica. 
 Ordenar la nosología suponía una cuestión práctica, toda vez que facilitaba el funcionamiento clínico-asistencial: clasificar a los enfermos en agudos y crónicos, diseñar estrategias curativas más o menos abiertas, con criterios de admisión y de alta, y llevar a efecto, en fin, lo que denominan entonces “orientación científica” del asilo.
  La categoría de esquizofrenia había sido señalada en Cuba por Arístides Mestre en 1911, asunto al que vuelve en su artículo “Demencia precoz y esquizofrenia: Bleuler y Claude”, presentado en 1927 a la Sociedad de Psiquiatría y Neurología
 Desde 1925 circulaba una avalancha de información sobre la entidad que llega fundamentalmente a través de Archivos de Medicina, Cirugía y Especialidades, donde publican Banús, Sacristán y Prados, entre otros autores españoles que abordan la esquizofrenia.
 El 15 de mayo 1936 Abril presentó, en la Sociedad El Liceo de Sagua la Grande, la ponencia "El problema de la locura en Cuba considerado desde el punto de vista social", publicada en Medicina de Hoy y reproducida en Revista Médica Latino-Americana.
 Abandona entonces la psiquiatría pública, para desempeñarse como pediatra del Hospital Municipal de la Infancia de La Habana, orientando sus labores hacia la neuropsicología infantil, al tiempo que mantenía su consulta privada donde siguió atendiendo a enfermos adultos.
 El 30 de mayo de 1936, ya como facultativo del Hospital Municipal, expone “Un caso clínico de histeria infantil”.
 En 1937 publica en el Boletín de la Sociedad de Pediatría, "Encefalografía en el estudio de las encefalitis infantiles", y al año siguiente, en Archives de médicine des enfants de Paris, "Séguelles neuro-mentales des meningites". Su obra pediátrica es bastante extensa.
 Agustín Matías Abril Pérez era natural de Sagua la Grande, e hijo del destacado médico higienista Agustín Abril Letamendi.
 Fue miembro de la Sociedad Cubana de Psiquiatría y Neurología desde 1929. Por decreto del Presidente de República y del Secretario de Sanidad y Beneficencia fue nombrado, el 30 de junio de 1930, para la plaza que ocuparía en Mazorra. En julio de 1930 inauguró las sesiones clínico-prácticas del Hospital de Enajenados, con la presentación de un caso de Psicosis alucinatoria crónica. En 1932 ganó por oposición la beca científica de aquella institución.
 Abril no podía ser más cercano al gobierno de turno. De todos los médicos colocados en Mazorra durante la reforma machadista resulta, después del director y primo del jefe de estado, Miguel Rodríguez Machado, quizás el más próximo.
 El 16 de junio de 1932 contrajo matrimonio en la Iglesia “Lutgardita”, del reparto bautizado como “General Machado”, con Berta Pascual Portuondo, hija del doctor Julio Pascual Caro. Firmaron el acta matrimonial por parte de la novia: el propio presidente de la República, el Secretario de Sanidad, Francisco M. Fernández, y el entonces mediático capitán Gandía, designado para ocuparse de la remodelación arquitectónica de Mazorra; mientras servían de testigos, por la parte del novio, casi todos los integrantes del cuerpo facultativo del asilo.
 Se trata, en cierto modo, a esas alturas, de un coronamiento tardío: el del entramado político-psiquiátrico-familiar de Mazorra, sin duda epítome de la república moral del machadato.
 En el Congreso Médico Nacional de 1939 propuso la creación de servicios modernos de psiquiatría en cada provincia. Integró el consejo de redacción de Medicina de hoy, donde publicó numerosos artículos, y colaboró habitualmente en Revista de Psiquiatría y Neurología, Archivos de medicina infantil, Boletín de la Sociedad Cubana de Pediatría, Boletín del Instituto Internacional Americano de Protección de la Infancia, Salubridad y asistencia social y Revista de Tuberculosis, entre otras. Fue también médico de la Casa de Salud La Purísima Concepción.
 Abril tuvo, junto a Alfredo Recio, su consulta en San Lázaro 331, la cual se anunciaba en enfermedades mentales y nerviosas, sífilis del sistema nervioso, metabolismo y nutrición, y régimen de adelgazamiento (1930). Su clínica privada en la calle 23, establecida más tarde, fue una de las más concurridas de la sociedad habanera en los años cuarenta y cincuenta, y una de las primeras en introducir la terapia electro-convulsiva.



 Fue cercano a la familia Loynaz, asistiendo durante años al poeta Carlos Manuel Loynaz, al que diagnosticó de Esquizofrenia paranoide “con accesos maníacos”. En un informe médico revelado por Dulce María Loynaz en 1987, para defenderse de la acusación de haber destruido el manuscrito de la obra de teatro “El Público”, de Federico García Lorca, el médico expuso: “Es entonces cuando se muestra hiperactivo, inadaptable, impulsivo, con ideas de persecución, castigando y agrediendo a las personas (familiares, médicos, enfermeras) que se oponen a sus propósitos, resultando también entonces de mayor peligrosidad, pues es necesario recordar que el señor Loynaz, no sólo presenta déficit en sus funciones mentales, sino que las conserva y las pone al servicio de sus ideas mórbidas”.
 En cierto paseo por La Habana con la familia Loynaz, Abril retó a la hermana de Dulce María, la formidable y excéntrica Flor, a improvisar un soneto. Y este fue el resultado, un soneto supernumerario:

 Ya que el Doctor Abril quiere un soneto
Accedo a complacerle presurosa
Robaré los perfumes a la rosa
Robaré al ruiseñor su canto inquieto

 Parece haberme dado un amuleto
La musa que se muestra generosa
Pues el verso me es fácil cual la prosa
¡Y terminado queda otro cuarteto!

 De modo que de acuerdo a lo pactado
El vasito de ron apetecido
Espero que por fin me lo he ganado
Pues al Templete aún no hemos llegado
Y ya queda el soneto concluido
Doctor Abril, lo dejo complacido,
le dedicó este soneto, improvisado.  

 Sus últimas publicaciones datan de 1960.

 En la sección Panóptico Habanero de La Habana Elegante. Segunda época, reproducimos hace ya algunos años su artículo "Un enfermo mental interesante".

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