Cuando encuentres, lector, por calles o plazas
un caballero alto, de constitución hercúlea, maneras elegantes y cara
hermosamente mefistofélica, no preguntes quien es. Es Mora, el distinguido
abogado, el sportsman pur sang, el
primer florete de Cuba.
Si dejara la redingotte y el sombrero de pelo y vestido de jubón y calzón corto,
se ciñera la espada de gavilanes y ostentara puñal y escarcela, parecería un
bronce florentino.
Aunque su trato es el del perfecto gentleman, se adivina en él un carácter
firme y la voluntad fuerte qué no han podido rendir los reveses de la suerte.
Su vida ha sido una lucha constante y hora es
ya de que se la recordemos hoy que su inteligencia y su actividad parecen haber
fijado la rueda de la diosa insensata.
Estudió leyes en la Habana y en Madrid; fue en
esta isla comandante, a los 21 años, de un ejército que tomó en masa la licencia
absoluta; comerciante en la Plata, luchó allí contra una insurrección, y en
Haití —desconocido ele todos— tuvo que aceptar un destino de pesador (!) siendo
luego profesor de Letras y abriendo más tarde una sala de armas. Su único deseo
era vivir de su trabajo, honradamente, y trabajó siempre.
Como sportsman,
si tratáramos de acabar pronto, diríamos lo que no ha hecho. Ha sido gimnasta,
pesista, patinador, sculler... ¡todo!;
En Francia fue uno de los buenos nadadores del Garotía; en Saratoga llegó a dar
200 vueltas en los mismos carros movidos e mano, en los que Pedro Armenteros
sólo alcanzó 100. Para no olvidar nada, hasta hizo ascensiones en globo con
Godard!
Pero en lo que se ha distinguido sobre todo es
en el dificilísimo arte de la esgrima. Fue discípulo de Colón y figuró en la
sala Galletti conIgnacio Agramonte, Castro, Cardenal, Goicoechea y otros
tiradores de nota.
En Haití dio nombre a su sala zurrando a todos
los profesores, blancos y negros que caían en sus manos, y en Francia viajaba
llevando siempre consigo su florete, su guante y su careta.
Es un tirador perfecto: guardia elegante,
vista de lince, ágil, veloz, correcto: tan brillante en el ataque corno en la
defensa; que concibe, y realiza todas las combinaciones con una rapidez y
corrección pasmosas.
Cuando se anuncia que Federico Mora tirará
asaltos en una sala, hay que ir temprano para encontrar sitio. Para dar idea de
su actitud como esgrimidor basta decir que en su larga historia sólo ha tirado
dos asaltos de amor propio. Fue uno en Burdeos, en un asalto en el teatro, organizado
con un objeto benéfico. Antes de llegar su turno, Mora se sintió enfermo y
creía que no podría tirar; pero al oír su nombre, se dominó de tal modo y luchó
con tanto arte y energía, que los periódicos hablaron de él con entusiasmo y
compararon su arrogante figura con la del chevalier
de St. Georges.
El otro fue con el Marqués de Valcarlos, nuestro
compatriota, y por este mereció los plácemes de todos los maestros que presenciaban
el asalto.
En sus viajes por Francia y España ha tirado
asaltos con Jacob, Girard (su profesor) Ezpeleta y el Marqués de Heredia y está
orgulloso, con razón, de peseér el Crevet
de pointe "tan suspirado por los mismos maestros.
Hoy lo tienen algo alejado de su sport favorito sus deberes de Juez, y es
lástima, porque si bien la administración de justicia gana mucho al contar con
un hombre íntegro y activo, la esgrima pierdo mucho más con el retraimiento de
Mora.
Hoy honramos nuestras columnas con su retrato
y le enviamos un saludo cariñoso.
SEMANARIO DE SPORTS, ARTE Y LITERATURA. ÓRGANO
OFICIAL. Liga General de Base Ball, del Club de Ajedrez de la Habana y del
Habana Yacht Club. Año II, Havana, Sábado 8 de enero de 1887.
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