viernes, 17 de julio de 2015

Huelgas





 Los exiliados cubanos han comunicado hoy que la mayoría de los presos políticos más importantes de Cuba han entrado en la tercera semana de huelga del hambre en la cárcel de La Cabaña. Los exiliados cubanos, algunos de los cuales tienen padres o hijos en La Cabaña, manifestaron que han tenido contacto telefónico con parientes de La Habana que les han comunicado que existía un movimiento de protesta en la cárcel más vigilada de Cuba.
 
 Según las versiones dadas por algunos de los parientes de los exiliados, la huelga se está llevando a cabo con la consigna de «deportación o muerte». Muchos de los presos implicados en el movimiento están cumpliendo la pena de 30 años de cárcel, acusados de «crímenes contra la revolución».

 El preso más importante es Huber Matos, ex comandante del ejército revolucionario de Fidel Castro. Matos, ex maestro de escuela, fue relevado de su puesto de comandante del ejército en Camagüey y detenido en 1959, después de protestar en una carta a Castro contra la influencia comunista en los mandos militares. También entre los presos de La Cabaña que habían luchado para derribar al presidente Fulgencio Batista y que ahora están cumpliendo sentencias, acusados de «contrarrevolucionarios», se encuentran dos ex dirigentes estudiantiles Alberto Muller y Luis Boitel. Muller fue detenido mientras dirigía un movimiento de guerrillas en la provincia de Oriente, preparado para coincidir con la invasión de los exiliados cubanos en la Bahía de los Cochinos que fue aplastada por las fuerzas de Castro en 1961. Boitel estuvo envuelto en actividades terroristas en La Habana.

 El número de presos implicados en la huelga del hambre no ha podido ser determinado. Hay alrededor de 1.201 confinados un La Cabaña, una fortaleza de piedra gris y de cemento situada detrás del Castillo del Moro, a la entrada del puerto de La Habana. Un grupo de exiliados, que se llama a sí mismo «Comité de madres cubanas de presos políticos», dijo, a principios de esta semana, que 800 presos estaban en huelga de hambre. El movimiento, según se dice, empezó la primera semana de este mes. 

 Según contactos telefónicos con La Habana se ha sabido que muchos parientes de los presos observaban diariamente desde el exterior de las puertas de La Cabaña. Según Huber Matos Araluce, hijo del ex comandante preso en la cárcel, un pariente suyo en La Habana preguntó a un oficial de la cárcel qué ocurría con los presos. El oficial contestó que «estaban haciendo lo mismo que el año pasado». Matos y otros presos rehusaron aceptar los planes políticos referentes a una «rehabilitación» del sistema de prisiones cubano y estuvieron en huelga de hambre.

 Después de un período en el que los presos estuvieron aislados, durante el cual algunos presos fueron maltratados por los guardias de la cárcel, se disminuyó la presión sobre el núcleo político encarcelado y se les permitió escribir y recibir correspondencia. En una carta escrita por Matos a su hijo —una de las tres recibidas por la familia Matos este año— el preso manifestaba: «Continúo arrastrando mis cadenas en la sombra. Sin ninguna satisfacción externa, pero muy satisfecho de haber vivido y seguir viviendo por mis principios. Mi meta no es alcanzar ninguna posición, sino ser lo que soy en esta resistencia, sin retroceder hasta que la tierra cubra los párpados de mis ojos».

 Aunque los informes de resistencia de presos políticos en las prisiones cubanas han circulado en varias ocasiones durante los últimos años, los acontecimientos de la huelga de hambre en La Cabaña han tenido una significación más política que la usual en los círculos de exiliados cubanos. El Comité de las Madres Cubanas, que incluye a María Luisa Matos, la esposa del ex comandante, envió telegramas esta semana al presidente Nixon, al secretario general de las Naciones Unidas, a la Cruz Roja Internacional, y a personalidades internacionales como Sir Bertrand Russell.  Se pedía que se tornaran medidas internacionales para conseguir la liberación de los presos involucrados en la huelga del hambre que, según el telegrama, están en una «condición crítica». 


 NUEVA YORK, 23 (EXCLUSIVA DE «THE NEW YORK TIMES», PARA LA VANGUARDIA, 24-11-1969)

 

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