domingo, 30 de julio de 2023

A la memoria de Ricardo Güiraldes





 Alfonso Reyes 

I 

SILENCIO EN EL CAMPO 

PARADÓJICA HERENCIA DEL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA 

 Fino abuelo tuvimos, como hecho de plata y marfil viejo, aunque él nunca lo seguía, supo darnos un buen consejo.

 Él era una fuente de palabras, un río rumoroso y ancho, pero alguna vez confesó: —Hijo, al buen callar llaman Sancho.

 Y el campesino de América sabe ya muy bien lo que quiere, porque heredó, entre otros refranes, lo de que el pez por su boca muere.

 Y de allí nuestros “tapaos” de poco hablar y caras foscas, a todo evento ver y callar, y en boca cerrada no entran moscas.

 Lástima que nuestros poetas se nos hayan vuelto facundos: aprendieran el mucho-en-poco de los peones errabundos.

 Hay cada amansador de potros que apenas dice: “Esta boca es mía” ¡y todo lo que promete, el “cabo de güeso” lo fía!

 Desde la tierra del sarape hasta la tierra del chiripá, nadie puede sospechar lo que este silencio dirá.

II 

DON SEGUNDO DE LA PAMPA SENTIDO ESPIRITUAL DE ESTA HISTORIA

 Ya no lo sigue el escudero, siempre tan leal con la tierra: ahora lo ronda un muchacho que asaltó la vida en acción de guerra.

 Frente alucinada en el cruce cardinal de cuatro distancias, el muchacho —a lomos del pingo— ventea el olor de las estancias.

 Como cardo prendido al traje se lo había llevado su padrino, y con el lazo y las boleadoras lo fue haciendo mejor latino.

 Y aprendió a cebar la paciencia esperando que la pava hierva, y el antiguo comunismo agrario en la comunión del mate y la yerba.

 ¡Oh, sueño de los campos iguales, siempre acostados sobre el suelo! 

 ¡Oh, camino que anda y no llega, a lo largo del desconsuelo!

 Hay que ser solidario: o perderse o seguir los rastros, bajo la constancia severa y nocturna de los astros.

 Siempre el menor tras el mayor, a quien no conoce y casi nunca nombra: 

 ¡Fantasma o promesa a caballo, con cuánta razón te llaman Sombra!

III 

LA TRANQUERA CIFRA DE LA TIERRA ARGENTINA

 Santa parrilla de palo, cuadrícula breve; refugio apenas insinuado, cuando pica el sol o cuando llueve.

 Aquí se organiza el paisaje y de aquí arrancan las medidas; único accidente geográfico, índice alerta entre las llanuras dormidas.

 La cita de amores y de riñas tiene que ser en este punto: sola huella de la mano, sola geometría en el conjunto.

 Donde atar las cabalgaduras, donde apoyar el ensanche de los ojos; reja sin otra caricia que la bronca macolla de abrojos.

 Así, tan escueto como esta pobre tranquera; tan entre dos infinitos que de cada lado se está afuera;

 Tan atado en lo suyo que el campo sin él (sin ella) se me va en el viento; así —árbol según el hombre, necesidad del pensamiento—;

 Así —nudo de sus hilos, araña en la malla de su mundo—, como la tranquera en el campo, así veo yo a Don Segundo.

                            IV 

RICARDO SOMBRA 

ENVÍO 

 Llegaste cuando yo no estaba y yo vine cuando habías partido, y nuestra alianza queda encinta de todo lo que pudo haber sido.

 Tal vez te recogieron, como en tu cuento al Trenzador, arrugando con crispada mano la carta en que te dije adiós.

 Hoy, tus ecos juntando, te alzo una estatua de reflejos, y por la señal de tu planta te voy campeando desde lejos.

 Cada uno me habla de ti con un elogio diferente: puedo pensar que, sólo contigo, se me murió mucha gente.

 Nunca se dio una amistad tan parecida a una idea. 

  Tanto despojo me conforta: acaso es mejor que así sea.

 Ya eres una fotografía —y lo demás se desmorona.

 ¡Ojalá que tu alma tenga la esbeltez de tu persona!

 Espérame: nos encontraremos en la posada vecina.

 Aquí te dejo estas palabras en el regazo de tu Adelina.

 

 Prólogo al libro de R. Güiraldes, Seis Relatos, Buenos Aires, “Cuadernos del Plata”, Edit. Proa, 1929. 


No hay comentarios: