miércoles, 12 de mayo de 2021

Stalin y la poesía


Eduardo Chirinos

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de pureza?

Hablamos de tachar, borrar, eliminar palabras

incómodas, palabras intrusas. Hablamos de

repudiar lo que alguna vez fue nuestro, de lo

que debemos ocultar como a un hijo deforme,

un muñón ciego. La violencia es necesaria, la

delación incluso. Se trata de vigilar palabras,

de exigirles obediencia, un pasado limpio,

generaciones de gloria y nadita de manchas.

Atravesando los Urales, más allá del Cáucaso,

de las aguas infectadas y azules del Danubio

habita la impureza. ¿De qué hablamos cuando

hablamos de impureza? Hablamos de acoger,

hablamos de aceptar palabras incómodas y

sucias. Hablamos de recobrar lo que alguna

vez fue nuestro, de heridas que no quieren

transformarse en cicatrices. La piedad es ne-

cesaria, la caridad incluso. Hay poetas impuros

y por lo tanto democráticos: Walt Whitman

por ejemplo, Neruda por ejemplo. Hay poetas

puros y por lo tanto estalinistas: Jiménez, por

ejemplo, Valéry por ejemplo. Sus simpatías

políticas no cuentan, sus opciones partidarias

poco importan. En lo que a mí respecta, hay

días en que amanezco democrático. Noches

en que madrugo estalinista.


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