sábado, 10 de abril de 2021

Francisco Picabia. Un pintor futurista


 
 ¿Quién fue Tony German, autor de este artículo? Más de una vez he tropezado con el nombre, que supongo seudónimo, en las páginas de Bohemia de alrededor de los años 1915 a 1917. Era uno de los cronistas acreditados en Nueva York. A él se debe el primer artículo sobre el psicoanálisis para el público medio cubano, novedad que, según recuerda, llegó después del cubismo y el futurismo para ocupar las charlas de ciertos parques y cafés neoyorkinos. Escribió sobre el foxtrop y el patinaje sobre hielo, y todavía alguna que otra línea acerca del arte contemporáneo, hasta que su firma desaparece por completo. 

 Aquí lo hace sobre Picabia. Sigue su ruta desde el Salón de los Artistas Franceses hasta la “The Internacional Exhibition of Modern Art”, la exposición que mostró por primera vez al público norteamericano la obra de la vanguardia europea. Pero su interés principal radica en que el lector de Bohemia conozca de la existencia de un pintor cubano, al que no duda en llamar así, aunque haya crecido fuera de la isla. Un gloria más, viene a decirnos, ignorada en su terruño. Al centro, en recuadro tan borroso como el texto, alguien ha escrito a lápiz al pie de la fotografía: “cubano”. 

 Picabia mira desde lo remoto de papel y, para más tautología, tuve la impresión de que sostenía un gallo fino que estaba a punto echar a pelear. Pero no. Era solo eso: impresión. En realidad, entrelaza los dedos de ambas manos, que salen largos de una manga blanquísima, no menos que la pechera bajo la oscura pajarita. Se trata, en fin, del retrato que le hiciera en Nueva York -ese mismo año de 1915 en que Tony German daba cuanta de él- el fotógrafo Alfred Stieglitz.  

 

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