domingo, 26 de julio de 2020

Diálogo con Eliseo Diego




 ¿Qué es El oscuro esplendor?

 Una suma de azares. Yo quise dar en este libro una visión del hombre con la mayor inocencia y simpatía posibles. Dar el desamparo que a veces sufre el hombre. Un texto que sirviera al lector para encontrar la expresión de sus propias vivencias inocentes. Por eso yo creo que ese libro es la inocencia humana.

 ¿Biografía del libro?

 Lo escribí en un lapsus de diez años. Ponía y quitaba poemas. Pulía lo hecho, hasta que saqué todo lo que tenía el material poético. Simultáneamente fui escribiendo otro libro: Versiones, que es un juego imaginativo y un anticipo a otro libro llamado Homenaje a Boloña, donde el tema es extraído de los bellísimos grabados de ese escultor. Versiones al principio se iba a llamar La estancia y la lluvia. En este libro un hombre parado a la ventana interpreta las cosas, dándoles un nuevo sentido. Por ejemplo, la cortina de la ventana para él es una serpiente de mar; la Osa Mayor a él le parece que lo mira desde el cielo, etc. respecto de El oscuro esplendor, yo siempre he estado inconforme con mis otros libros publicados, pero con este estoy muy satisfecho. Está bien realizado, cuidado, sin erratas. Eso se debe a que lo tenían en sus manos los poetas Francisco de Oraá y Otto Fernández, quienes un día vinieron aquí a la Biblioteca Nacional a solicitarme el cuaderno. Vinieron con tanto fervor, que no pude decir no.

 ¿Qué poema sería el centro del libro?

 Un poema que está en la página 39; se llama “A un viejo caballero”. Ese es el centro temático del libro. Yo te iba a decir Contreras, que no soporto la falsa piedad. Al hombre me gusta verlo como lo que es: una cosa concreta; como se ve ahora en la Revolución. El hombre no es una abstracción. El hombre vivo, tan vivo que si se le pega un grito, se asuste. Muchas veces uno pierde la inocencia. Cuando uno ve hombres como los Sosa Blanco, uno se pregunta: ¿eso salió de un niño? Para mí las cosas más sencillas del mundo son un espectáculo hermoso y grande. Una madre cuando se pone a coser la ropa, los huecos, va creando la trama familiar de los hijos, ya para mí esa madre es una diosa. Esto es la constante de mi obra: la familia, el padre como centro igual que al universo, los manteles, el cariño, etc.

 ¿Qué es la poesía?

 Las cosas materiales de la vida: el pan, la familia, el padre, lo sencillo, el hombre, todo. Ver las cosas sin ningún prejuicio. Algunas personas piensan que el poeta es quien está todo el día escribiendo, poniéndose al día para estar a la moda, publicando libros. Eso es falso. Hay personas que no han escrito un libro, ni un poema… y son poetas. A mí me parece que la poesía tiene más que ver con el ser que con el hacer. Mi esposa, Bella, es para mí un ejemplo de poesía, viviente. En las cazuelas, en las costuras, en los botones, ella hace poesía.
 Muchas veces la originalidad se pierde por estar a la moda. Es una pena aquellos muchachos que quieren ser más Parra que Parra. Así se echan a perder. Por eso para mí ha sido una gran suerte haber tenido cerca a los poetas Cintio Vitier y Fina García Marruz. Ellos me ayudaron mucho. Me ayudaron a no perderme en cosas banales.

 ¿Cuáles poetas cubanos considera sus favoritos?

 Para mí el poeta más grande, más importante de Cuba, es José Martí. Lezama Lima por su enorme importancia en el idioma y en la poesía; Nicolás Guillén (ah, Zenea), Cintio Vitier, Fina Marruz, Octavio Smith y, entre los más jóvenes (claro, jóvenes para mí), Fernández Retamar, Fayad Jamís y Luis Marré. El joven Miguel Barnet ha hecho cosas interesantes. Por otra parte, la poesía que están haciendo los muchachos más jóvenes, me parece que tiene grandes posibilidades. Prometen una buena poesía. Cuentan con un país fantástico. Cuba es un país fantástico. Por eso yo quiero recomendar a los muchachos que lean a los clásicos. Ellos son la fuente del idioma. Que se cuiden del apresuramiento. Deben leer bien a San Juan, a Cervantes; un hermoso e importante libro llamado Introducción del símbolo de la fe, de Fray Luis de Granada, donde se habla de peces, hormigas, aguas, aves, etc. Por supuesto, a Quevedo con sus extraordinarios sonetos; a Fray Luis de León, que en mis tiempos del bachillerato los profesores lo hacían aburrido, lo mataban. Yo creo que Fray Luis de León es el mejor poeta del mundo. Pienso hacer un trabajo sobre él, un día de éstos. Leo a Don Quijote para refrescarme. También leo a los excelentes poetas ingleses, los cuentos populares y, el infaltable Perraut. Volviendo al tema del facilismo, te voy a decir un cuento sobre un hecho que ocurrió en casa de Bella, hace algunos años. Había un chino componedor de pajillas de muebles, que, cuando venía de lejos, ya ella, Bella, adivinaba su presencia por los pasos. Entonces él, el chino, le decía a Bella: “Oído fino, corazón atento”. Así es como debía hacerse un poema.

 ¿Existe la inspiración?

 Indudablemente. Existe la inspiración… más el trabajo. No se debe hacer un poema tan premeditadamente. Él viene solo, lo que hay es que saber cuándo viene.

 ¿Algo más sobre El oscuro esplendor?

 Sí, desde Baudelaire para acá, el terror, el mal, es el tema que fascina. Pero yo creo lo contrario: la inocencia, lo cotidiano, las cosas sencillas, pueden ser tan fascinantes como el terror y el mal. Pongamos por caso un ejemplo sencillo, bastante sentimental si tú quieres: un campesino con su actitud, con esa cosa sana, con su honradez, es para mí un espectáculo como lo puede ser un terror de los que predominan.


 Entrevista de Félix Contreras, Bohemia, 3 de febrero 1967, p. 32.

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