sábado, 25 de octubre de 2025

Aurora García Herrera o la psicopedagogía


  Pedro Marqués de Armas 

 Pedagoga, psicóloga e higienista, Aurora García Herrera fue por varias décadas la figura más visible de la psicopedagogía en Cuba. Entre comienzos de los años veinte y hasta finales de los cincuenta, contribuyó de modo decisivo al desarrollo de nuevos enfoques, así como al establecimiento de diversos dispositivos, sobre todo en la enseñanza y asistencia a los niños anormales.
 Nacida Tánger en 1893, de origen cubano. En 1909 alcanzó la acreditación de maestra de primaria, ejerciendo en escuelas públicas. Graduada de doctora en Pedagogía por la Universidad de La Habana en 1920, fue la primera profesora titular de Psicología e Higiene Escolar de la Facultad de Educación. De inmediato, continuó su formación en los Estados Unidos, donde visita los principales centros de atención a menores con discapacidad intelectual y se vincula a las experiencias en materia de higiene mental. 
 En 1925 publicó Ensayos de educación en un aula de anormales (Editorial El Dante), que había sido su tesis de grado, estudio que la sitúa en la emergencia de un proyecto psiquiátrico pedagógico todavía de marcado carácter biologicista y encaminado al control de la infancia. Son los años en que Israel Castellanos publica Alrededor de la antropometría de los menores cubanos, cuya edición francesa obtuviera en 1920 el Premio Broca de la Sociedad Antropológica de París; en que el psicopedagogo suizo George Rouma realiza en escuelas de la isla sus estudios sobre el crecimiento y características de los niños cubanos; en que Arístides Mestre retoma en el marco del movimiento por la higiene mental sus proyectos psicopedagógicos; y en que el psiquiatra Juan Portell Vilá regresa de su periplo por Francia, Bélgica y Suiza con el propósito de introducir “la nueva ciencia del psicoanálisis”. 
 Durante su estancia en Cuba en 1919, Rouma impartió a los maestros de las escuelas primarias un curso sobre diagnóstico y atención de niños retrasados y anormales, el cual inspira la tesis de Aurora García Herrera, quien, una vez establecida el “aula de anormales” (adscrita a la Facultad de Pedagogía) asume su dirección. Como figura cubana de referencia, García Herrera recibe el influjo de su profesor Alfredo M. Aguayo, cuyo gestión resultará decisiva en las transformaciones que tienen lugar en el ámbito en cuestión. 
 En 1929 presentó al Primer Congreso Nacional del Niño, celebrado en La Habana en 1929, la ponencia: “Causas de la anormalidad en nuestros niños. Estudio local de las mismas. Medios de combatirlas”, en la que seguía la línea organicista. 
 Sin embargo, en pocos años su enfoque y sus métodos se apartan de las ideas dominantes de Arístides Mestre e incluso de Aguayo. Así, en la década del treinta critica la manipulación de las teorías de Mendel y el uso fascista de la eugenesia. Se había apartado ya de los postulados más ranciamente biologicistas, a favor de puntos de vistas propiamente psicológicos, funcionalistas y ambientalistas, si bien respetando las clasificaciones médicas y neuropsiquiátricas. 
 Abogó tempranamente por el establecimiento de las Clínicas de Orientación Infantil. Se le atribuye la introducción del Test de Rorschach en el ámbito de la psicopedagogía y de la incipiente psiquiatría infantil. Entre 1937 y 1952 ofreció cursos sobre Técnicas de Diagnóstico Psicológico, ampliando el arsenal de pruebas cuantitativas y dinámicas. 
 En 1939 representa a su país en el I Primer Congreso Internacional del niño deficiente, celebrado entre Zúrich y Ginebra, y donde expone su estudio “Les enfants deficients de Cuba”. Este mismo año publica El ritmo en la iniciación del aprendizaje de la escritura (Cultural S. A.) En 1946 aparece Higiene Mental (Cultura S.A., que contará con segunda edición en 1950 y tercera en 1953) donde sintetiza algunos de sus trabajos y actualiza la nosología psiquiátrica por la Clasificación Internacional de Enfermedades.
 

 Al crearse en 1940 el Departamento de Neuropsiquiatría en la Cátedra de Patología y Clínica Infantiles, al frente del cual fue designado el Dr. Victor Santamaría, Aurora García fue llamada como pedagoga consultante. Apenas referido, el Departamento, sito en el Hospital Mercedes, contaba con consulta externa y sala de ingreso, y personal que incluía pediatra, neuropsiquiatra, psicólogo, psicometrista, psicopedagogo, visitadora social y secretario. Se conectaban así dispositivos como la Escuela de Educación, el Servicio de Higiene Infantil Municipal y el Departamento de Higiene Escolar del Ministerio de Educación, alrededor de los cuales giran figuras de la psicología y psicopedagogía como José Manuel Gutiérrez, Elena Fernández de Guevara y Piedad Maza, y entre los médicos, el higienista Aníbal Herrera, los psiquiatras Rodolfo Guiral y Esteban Valdés Castillo, y el neurocirujano Ramírez Corría. 
 En 1941 fue invitada por el The New York Institute for the Education of the Blind, de la Universidad de Columbia, Nueva York, en calidad de especialista, recibiendo diversos cursos formativos, entre ellos una capacitación en diagnóstico de la personalidad por el Método Rorschach, que ya había introducido en la isla.
 En 1951 aparece el último de sus libros de que tenemos referencia: Psicología Pedagógica (Editorial Cultural S. A.), que contó también con varias ediciones, y que incluye "Técnica proyectiva moderna empleada en el estudio de la personalidad: el método de Rorschach". 
 A nivel docente había sido designada en 1928 Instructora de Psicología Pedagógica de la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana, ocupándose a partir de 1934 de la Cátedra de Psicología Pedagógica e Higiene Escolar. En 1941 obtiene el grado de Profesora Titular y en 1955 la condición de Profesora de Mérito, mientras ejercía de Vicedecana de la Facultad de Educación.
 En septiembre de 1959 fue acusada junto a otros profesores de prevaricación, al parecer en el curso de las purgas universitarias. En noviembre de ese año solicita su jubilación, concedida en febrero de 1960. Fallece en 1983. 



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